No soy tu mami: Cuando la química no alcanza

Lo primero que hay que decir sobre esta película es que está muy bien elegido el casting, porque hay química entre Julieta Díaz y Pablo Echarri. Porque ella es una actriz ideal para su personaje, que logra transmitir la evolución de su personaje, haciendo que resulte verosímil cada uno de los pasos que la llevan a dar ese cambio. Y Pablo Echarri cumple muy bien también el rol de galán y genera empatía como este padre cariñoso con su hija aunque superado por los acontecimientos.

Pero la película no termina de funcionar porque tiene problemas serios de puesta en escena. Y el primero de ellos es que parece no confiar en la historia, explicando en lugar de mostrar, con lo que termina desaprovechando buena parte de sus gags de situación. Así las cosas, se dilapida el potencial humorístico del clímax durante un baile para un acto escolar con sus protagonistas disfrazados de fruta. Y lo mismo ocurre con los personajes secundarios, que no logran lucirse y desperdician al humorista Sebastián Wainraich como un amigo con derechos metrosexual o a Daniela Pal como a una celestina de fuerte personalidad.

En conclusión, No soy tu mami es una película con buenas intenciones, pero que comete el error de no explotar mucho más el potencial que la misma fórmula genérica le ofrecía y por eso pierde en la comparación inevitable con Sin hijos (Ariel Winograd, 2015). Pero a pesar de todo el espectador que la vea en streaming sin más pretensiones que las de pasar un rato agradable no va a salir defraudado gracias al carisma de Julieta Díaz, actriz fetiche de su director, y su química con Pablo Echarri.