Por Omar Tubio
El 31 de Agosto de 1999 un avión de la línea aérea LAPA se estrelló a metros de una estación de servicio a unos pocos segundos de haber partido del Aeroparque Metropolitano y cruzado la avenida Costanera de esta Capital. Sesenta y siete muertos y varios heridos 
fueron la consecuencia de un triste episodio que mucha gente (entre ellos el director de esta película) creen que pudo haberse evitado.
Enrique Piñeyro, además de actor, productor, guionista y haber tomado la responsabilidad de ponerse detrás de una cámara para dirigir su proyecto, fue (y es) piloto de aviación y trabajó hasta tres meses antes del accidente en la propia LAPA. Su desvinculación de la empresa estuvo ligada precisamente a diversos episodios y presiones que el propio Piñeyro sintió que desembocarían de manera irremediable en un final anunciado.
El director asume su compromiso con la historia y se encarna a sí mismo convirtiéndose en un testigo privilegiado de los hechos. La película cierra con el accidente que todos conocemos y que de una manera u otra hemos vivido a través de los medios, pero se focaliza ferozmente en la intimidad de la empresa, de sus empleados, de sus conductores y en el proceso que antecede a la tragedia; a su origen y germen, fruto de una corrupción y desidia que parece imperar no solo en una determinada línea aérea, sino que parece estar inmersa en toda una sociedad que hace la vista gorda a lo esencial y donde el lema reinante es el sálvese quien pueda.
Con tres líneas narrativas que confluyen en cierto momento y que denotan un conocimiento y admiración del clásico cine americano, Piñeyro logra un testimonio estremecedor y contundente que más allá de la denuncia (que la tiene) y el compromiso con la historia se convierte en un tenso thriller que maneja con soltura la apropiada dosis de suspenso y tensión consiguiendo un interés extra en lo que podría ser perfectamente un film de ficción
alejado de cualquier suceso real. Una subtrama de corte romántico que se remonta a la infancia y que agrega conflicto en el presente no siempre está resuelta de manera feliz pero abre dramáticamente la historia y sirve a ese fin. En cambio la investigación que lleva a cabo el fiscal federal y que corre paralela a la historia principal imprime un verdadero in crescendo que se agradece.
Una carta abierta denunciando las irregularidades en el funcionamiento y en el mantenimiento de los aviones publicada en los principales medios provocó tanto el desaire como la solidaridad entre sus propios compañeros, la reacción de la plana mayor que inmediatamente ordenó un examen psiquiátrico y su suspensión, y la incredulidad en una población que por supuesto no pudo creer que la seguridad de los pasajeros fuera tomada con tanta liviandad.
Es difícil predecir si Enrique Piñeyro será un director a seguir o si solo se trató de saldar una cuenta pendiente consigo mismo. Si fuera así, de todas maneras, no deja de ser un lúcido y demoledor alegato contra la insensatez y la estupidez humana. Y encima, bien filmado.
Título: Whisky Romeo Zulú.
Título Original: Idem.
Dirección: Enrique Piñeyro.
Intérpretes: Mercedes Morán, Alejandro Awada, Enrique Piñeyro, Adolfo Yanelli, Carlos Portaluppi, Martin Slipak y Sergio Boris.
Género: Drama testimonial.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 105 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 21/04/2005.
Puntaje: 8 (ocho)
