En su segundo opus que también llega al Bafici, Darío Mascambroni vuelve a bucear el mundo de la infancia desde los recovecos de la soledad del protagonista de “Mochila de plomo”, apenas un niño de doce años que debe lidiar con las vicisitudes del mundo adulto, un pasado oculto y la búsqueda de la verdad sobre la muerte de su padre. Por eso dialogamos con el director en esta entrevista que esperamos sea del gusto de nuestros lectores y seguidores.
Pablo E. Arahuete:- En tu ópera prima Primero Enero también te focalizaste en un pre adolescente, en el tránsito sinuoso hacia la pubertad. Mochila de plomo la protagoniza también un pre adolescente, ¿Qué te resulta atractivo de la conflictiva de la infancia y cómo manejás la distancia del punto de vista?
Darío Mascambroni:- La infancia es un momento determinante en nuestra formación como personas y es también cuando menos control de nuestras vidas tenemos. Somos extremadamente sensibles a la influencia de los adultos pero aunque sea contradictorio, por lo general, eso no nos exime de un montón de juicios de valor sobre nuestras acciones. Si bien es un análisis que uno puede hacer recién luego de atravesar esa etapa, intenté trabajar un punto de vista cercano a los protagonistas infantiles. Son ellos los que llevan adelante cada historia tanto en mi primera como en mi segunda película. La diferencia en Mochila de plomo es que la cercanía a Tomás (el protagonista) está limitada, había una distancia mínima que la cámara no podía atravesar. Me interesaba generar en el espectador la necesidad de querer acercarse pero sin darles ese privilegio de antemano ya que a Tomás pocas personas se le acercan realmente.
P. E. A.:- Hay una presencia muy fuerte de ausencia de adultos, un entorno distante para el protagonista Tomás. ¿Considerás que la deriva de muchos niños como él es en grandes cantidades responsabilidad de la falta de atención del entorno adulto?
Darío Mascambroni:– Totalmente, es lo que pienso en este momento. Tal vez sea una opinión que pueda cambiar con el tiempo, no tengo la experiencia de ser padre. Pero estoy convencido de que la contención de los adultos es fundamental para cualquier chico y que la falta de esa contención, que muchas veces deriva de problemas mayores que las familias arrastran por las desigualdades sociales que vivimos, es causante de esa deriva a la que hacés referencia y del peligro que supone.
P. E. A.:- ¿Qué representó para vos encarar un segundo proyecto con un apoyo de financiación bajo el brazo?
Darío Mascambroni:– Ante todo aprender a ser pacientes. El apoyo del INCAA es fundamental y te permite contar con recursos que bien usados colaboran a una mejor realización de la película. Pero por otro lado es un sistema largo en el que cada etapa es muy importante y requiere de la misma dedicación y trabajo. Fue nuestra primera experiencia (mía y de Fernanda Rocca, productora) a cargo de un proyecto con este tipo de financiamiento y es un orgullo para nosotros haber llegado casi hasta el final del recorrido sin mayores inconvenientes.
P. E. A.:- El título remite entre otras cosas a algo que pesa, y que al ser pesado hunde. ¿Cuáles son las cargas sociales y políticas que pesan sobre las espaldas de este universo de niños?
Darío Mascambroni:- Las cargas políticas y sociales pesan no sólo sobre los niños, son ellos los más desprotegidos. Las desigualdades que tienen origen en un sistema capitalista egoísta repercuten en la sociedad toda y uno termina dependiendo de la suerte para ver qué lugar le toca ocupar. Tomás sufre la falta de contención de su familia, la indiferencia de la escuela, pero las deficiencias de estas instituciones trascienden a la situación particular de un solo chico. El peso en el caso de Tomás tiene mucho que ver con un pasado incierto vinculado a la figura de su papá del que sabe poco y nada, culpa del silencio constante de su familia.
P. E. A.:- Tengo entendido que trabajaste con niños de colegios y no preparados para la actuación. ¿Qué ventajas encontrás en este método y qué aprendizaje te llevaste de Primero Enero para encarar esta película?
Darío Mascambroni:- La experiencia de Primero Enero fue muy importante sobre todo para saber lo que se puede construir con no-actores. Me sirvió para aprender lo importante que es diseñar un rodaje calmo y sin muchas interrupciones, algo fundamental para el buen desempeño de los actores. Lograr naturalidad en las interpretaciones fue la principal búsqueda que tuvimos también en Mochila de plomo. En relación a la experiencia de los niños, es prácticamente imposible encontrar a un chico de 12 años con experiencia en actuación frente a cámara. Pero lejos de ser un problema esa es quizás la característica más interesante. Trabajando de la manera adecuada, administrando el tiempo y la energía de manera tal que los actores tengan tiempo de desarrollar las emociones de sus personajes, se pueden obtener interpretaciones súper naturales, sobre todo si vienen de parte de los niños que traen una verdad natural libre de prejuicios que los vuelve mucho más creíbles.
P. E. A.:- ¿Cuál fue el factor determinante para planificar la puesta en escena?
Darío Mascambroni:– El hecho de trabajar con niños sin dudas te obliga a diseñar una puesta en escena en consecuencia. Por otro lado la consigna general era que ninguna idea, por más estética o conceptual que fuera, rompiese con la idea de realidad. La puesta en escena tenía que funcionar como refuerzo de ese universo existente que decidimos contar. Hubo coherencia en el trabajo del sonido, del arte, la fotografía. Pensamos la puesta de cámara en función de no interrumpir el movimiento de los actores dentro del espacio. Esto nos permitía desarrollar la acción en planos de larga duración aunque no tanto como me hubiera gustado.
P. E. A.:- ¿Tenés un tercer proyecto en mente o a partir de Mochila de plomo y su paso por el BAFICI tras Berlín, vas a concentrarte en su difusión por otros mercados?
Darío Mascambroni:– En el difícil panorama de distribución que atraviesa el cine, el acompañamiento de nuestras películas se vuelve indispensable. Intentaremos hacer llegar a Mochila de plomo a la mayor cantidad de espectadores posibles. De todos modos siempre intento trabajar proyectos en paralelo. Estoy colaborando con un proyecto de largometraje llamado “Paula”, escrito y dirigido por Florencia Wehbe que ganó el concurso Raymundo Gleyzer del año pasado y también estoy trabajando desde hace dos años en un nuevo guión de largo que creo estar cerca de cerrar.