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sábado, 27 abril 2024
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El Espíritu: Una farsa excesiva

Por Emiliano Fernández

Parece que nos han mentido de nuevo. Uno a esta altura ya se imagina la situación: los ejecutivos de la productora viendo el corte final de Frank Miller y diciendo “con esta porquería no recuperamos ni la inversión inicial, hay que venderla cambiándole el moño”. Y así circuló por un tiempo el tráiler que ofrecía un producto “serio” símil Sin City (2005). Pero el engaño llegó a su fin: El espíritu (The Spirit, 2008) es un bodrio desproporcionado y muy ridículo que tranquilamente estará entre lo peor de este año que recién comienza.

No falta ninguno de los clásicos estereotipos de las adaptaciones de cómics: un antihéroe resucitado, un antiguo amor inconcluso, un villano con ansias de poder, cómplices coloridos, muchas mujeres hermosas, las fuerzas de seguridad tan inútiles como siempre, etc. Miller ha confesado ser un gran admirador de la obra original de Will Eisner, pero aquí lo único que despierta son ganas de huirle. La historia es predecible, el tono es de policial absurdo, el ritmo narrativo vive en el subsuelo y los chistes generan más tedio que sonrisas.

El espíritu es una película fallida desde todo punto de vista. Si pretendía ser una parodia con respecto al film noir, fracasa por la ausencia de ideas novedosas y garra discursiva. Si deseaba ser una aproximación simpática y desprejuiciada a la estética de los cómic de antaño, no lo consigue porque el director reproduce al dedillo lo que aprendió de Robert Rodríguez pero sin el encanto y la pasión de aquel trabajo en conjunto. Si buscaba ser un experimento orientado a la farsa excesiva, también derrapa gracias a un guion lamentable.

De hecho, nos topamos con un paupérrimo desarrollo de personajes, enormes baches en la trama, diálogos de manual, situaciones poco imaginativas, edición amateur, torpes secuencias de acción, soliloquios en extremo pedantes, abuso de flashbacks y otros tantos recursos formales, etc. El elenco sobreactúa a discreción: Gabriel Macht no le encuentra la vuelta al protagonista, Samuel L. Jackson hace por milésima vez de negro violento- bocón- agrandado, a Louis Lombardi no le cuesta poner cara de bobo y Eva Mendes es muy bonita.

Scarlett Johansson se despega del resto y ofrece una interpretación sincera aunque algo rutinaria. Hay dos escenas en especial que sorprenden por el nivel de huevada, la del contexto samurái y la que cita a los nazis (ambas son ejemplos supremos de mal gusto e incompetencia cinematográfica general). Garantizado que la mitad del público se levantará antes del final: realmente no hay relato coherente que seguir, estas caricaturas sin vida sólo trazan distancia y para colmo los rubros técnicos no compensan las numerosas fallas.

Como ocurría con aquel mamotreto fascista llamado 300 (2006), la película exacerba la típica impronta estilística de Frank Miller para terminar provocando en el mejor de los casos tanto cansancio como indiferencia. Todo está dicho a los diez minutos de comenzada la proyección y la levedad ideológica no hace más que radicalizar la frustración. El espíritu es un tanque patético, lelo, carente de sentido, que podría haber sido filmado con la décima parte de su presupuesto. Ahí sí los momentos cómicos ineficaces hubiesen sido perdonados.

Título: El Espíritu.
Título original: The Spirit.
Dirección: Frank Miller.
Intérpretes: Gabriel Macht, Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson, Eva Mendes, Jaime King, Paz Vega, Sarah Paulson, Dan Gerrity, Kimberly Cox y Brian Neal Lucero.
Género: Basado en cómic, Acción, Crimen, Fantasía.
Calificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 103 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2008.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 22/01/2009.

Puntaje: 2 (dos)

El staff opinó:

Para empezar, The Spirit responde más a un delirio manierista de Frank Miller que a la creación historietística de Will Eisner. Siendo un personaje bastante desconocido por estos lares esto podría pasar desapercibido de no ser por un guion ridículamente autoparódico con el que Miller procuró evitar repetirse tras realizar La ciudad del pecado. Visualmente extravagante, la propuesta presenta altas y bajas como las ondas de un electrocardiograma y el saldo final no podía ser más penoso… ¿Dónde quedó el creador de joyas del cómic como Batman: Año Uno y 300?…Diego Martínez Pisacco (3 puntos)

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