Por Pablo Arahuete
Al igual que en su cortometraje Mirame, la misionera Belén Bianco explora el universo femenino en su película No hay tierra sin mal (2013), que recién pudo terminar de producir en 2013 y que gira en torno a dos personajes que tienen como denominador común la pugna entre el deseo y el deber ser.
Anita es una joven que no encaja en el grupo social, ni con sus amigas que la incitan al despiertar sexual ni tampoco con los apresuramientos de sus pares por llevarse el mundo por delante. En ella se sintetiza la soledad y la crisis de la adolescencia de una manera periférica pero lo suficientemente contundente para dominar parte del relato.Por su parte, Silvia transita la edad en que las mujeres buscan definiciones en materia amorosa y establecerse con una pareja estable, a la vez que intenta despojarse del mandato servicial que la ata a la actividad doméstica en la casa de Anita.
Dos historias atravesadas por las mismas problemáticas desde diferentes realidades alcanzan para construir desde los detalles y los diálogos un contundente retrato femenino anclado en el universo singular, sin perder de vista la localía, pero sin quedarse estancado en ese territorio en el que muchas veces el cine que proviene del interior no abandona.
Director: Belen Bianco
Género: Drama
Clasificación: Apta para mayores de 16 años
Duración: 61 minutos.
Origen: Argentina
Intérpretes: Ana Luz Kallsten, Silvia Nudelman
Año Realización: 2013
Distribuidora: Independiente
Fecha Estreno: 07/04/2016