Por Pablo Arahuete
La buena noticia es que El Eslabón Podrido (2015) llegó al BAFICI 18 y la otra es que desde Cinefreaks recuperamos esta entrevista con el director Javier Diment, cuando su película ya había pasado por el filtro importante de Blood Window en Cannes. Aquí más datos sobre este impactante film que va a dar que hablar en este festival.
Pablo E. Arahuete: – Te reservaste un papel como cura en este drama rural de acuerdo a tus definiciones, ¿cómo coexiste en la misma persona el rol de director y actor para este segundo largometraje?
Javier Diment: – A los ponchazos. Divertido. Si no hubiese tenido tantos quilombos de producción podría haber laburado más la previa en la actuación. Con pros y contras a la hora del laburo y del resultado. Estuvo bueno.
P.E.A.: – La presencia femenina parece fundamental en El eslabón podrido (2015), por lo menos es lo que muestra el tráiler ¿Desarrollaste una historia donde el poder de las mujeres sobre los hombres generan una sensación de matriarcado?
Javier Diment: – No sé si en la sociedad esa en general, pero sí en la familia protagónica. Ahí es la madre el motor de todo, y la diseñadora de las conciencias, en la medida de sus posibilidades, que son muy amplias, aun cuando las cosas parecen írsele de las manos.
P.E.A.: – ¿Qué relación tiene el tiempo en la historia y cómo interfiere en los personajes?
Javier Diment: – El tiempo es extraño, el pueblo es casi una isla, los tiempos cinematográficos son reposados, los tiempos dramáticos están más en manos de los personajes que de los elementos exteriores de la trama. Además hay mucha concentración, un juego en el que parecería no haber subtramas porque no tienen demasiado desarrollo en el tiempo, pero están presentes con una súper concentración del relato. Por otro lado, cuando una comunidad no está signada por los ritmos de la civilización (los ritmos de la tele, la radio, la música de imposición masiva, el afichismo, el montaje cinematográfico, etcétera, que son como el metrónomo que marca el paso a las sociedades actuales, imponen tiempos, ritmos internos que muchas veces generan conflictos con los tiempos y ritmos subjetivos reales), dejan paso a un abanico más amplio de tiempos subjetivos. Digo: en el habla, en el transcurrir, el tiempo es más anárquico, menos homogéneo, y eso da también una gran riqueza para acercarse a los tiempos de los personajes. Igualmente, nada de esto lo pensé antes, claro, lo digo ahora porque se me ocurre ante la pregunta…
P.E.A.: – ¿Qué te aportó la locación de Vicente Casares, en relación a la puesta en escena del film?
Javier Diment: – Básicamente una solución productiva, económica. Yo quería filmar en las sierras, en Córdoba o San Luis, tenía muy claro el paisaje que quería, pero era demasiado caro ir para allá, así que nos adaptamos.
P.E.A: – ¿Jugaste con la idea de personaje colectivo para representar al pueblo o sus habitantes son autónomos?
Javier Diment: – Son habitantes autónomos. De hecho, originalmente tenían más desarrollo, pero la concentración del relato me parece que le dio una intensidad mucho mayor al cuento, así que hubo una síntesis grande en ese aspecto.
P.E.A.: – ¿Qué le aportaron en términos actorales Luis Ziembrowsky y Marilú Marini a sus personajes y cómo es trabajar con semejantes monstruos?
Javier Diment: – Son casos muy distintos. Marilú Marini es Dios. Tiene un estar ahí único, un encanto, una buena disposición, y un talento sobrenatural. Escucha, es atenta, labura, estudia, propone. Qué se yo, es tremenda. Y después la ves en la pantalla, y más la ves y más genialidad le descubrís. Ziembrowski además pegó onda con ella, así que la banda se armó bien. Él es otro mostro, el personaje que compuso es tremendo la verdad. Ya lo van a ver. Es un laburo por encima incluso de lo que nos tiene acostumbrados. Pero todos son mostros la verdad: lo ves a Germán de Silva y le creés todo siempre, y la dupla que arma con Marta Haller es tremenda, Susana Pampín tiene un equilibrio perfecto entre la sutileza y la potencia, Aranosky hace un personaje completamente distinto a lo que hace siempre, y le sale genial. Y a Paula Brasca la ves y parece haber protagonizado 30 películas y haber tenido todo el tiempo para preparar el personajes, pero lo tuvo que encarar de un día para el otro porque la que iba a ser la protagonista se fue abruptamente, y salto Paula de forma heroica a hacerlo, para lo que también contó con el apoyo de Marilú y Luis. Estuvo todo genial con las actuaciones, creo que de hecho, (salvo la mía, obvio), ese terreno es llamativamente potente en la peli.
P.E.A.: – El tráiler anticipa cuento truculento al finalizar ¿Cómo adaptaste esta estructura narrativa corta al lenguaje cinematográfico?
Javier Diment: – Si quisiéramos “empatar” géneros literarios a películas, se dice que al largometraje de duración clásica lo que le corresponde no es la novela sino la nouvelle, la novela corta o cuento largo. Yo creo que en caso de que este guión estuviese basado en una obra literaria, sería una nouvelle. Que, al margen de la cantidad de páginas, permite desarrollar más en profundidad los personajes, sin necesidad de agregar subtramas que, por lo general, no sólo no hacen falta, sino que distraen más que lo que aportan. La verdad es que en esta peli me propuse ser muy fiel a la historia, y no andar tratando de adaptarla a códigos y tiempos clásicos, y bueno, se dio eso: un cuento algo truculento.
P.E.A.: – Tengo entendido que te costó bastante convencer a las personas encargadas de analizar el guión en el INCAA para que apoyaran tu proyecto, ¿a qué se debió?
Javier Diment: – No sé bien. El guión es fuerte (más incluso que la película), la gente no está acostumbrada a semejante intensidad de relato, no fui claro en el guión acerca de cómo quería contar la peli, alguno se creyó que quería hacer una porno, les costaba encontrarse en esto que no es una peli de género, pero tiene violencia y situaciones extremas, entonces debería ser de género, pero no es una de género, etcétera. Es una historia muy particular, difícil de encasillar. Lo importante es que me llamaron para defenderla en el pitch, y fueron lo suficientemente flexibles de criterio como para terminar dándome el crédito, lo cual agradezco mucho.
P.E.A.: – ¿Cómo fue la experiencia en Blood Window de Cannes? ¿Qué posibilidades concretas de exhibición en otras pantallas se generaron a partir de allí?
Javier Diment: – La verdad es que fue buenísima. No tengo del todo claro cuánto repercutió ni repercutirá en el camino de la peli, pero que antes de estar terminada se haya visto en Cannes es un gran primer paso para cualquier película. Por el momento, tuve un par de invitaciones a festivales. Pero además, una película tan independiente (digo, al margen del apoyo del INCAA, estoy yo de productor, no tengo ningún equipo que la mueva, que la mande a festivales, que le haga prensa, nada de nada, no tengo plata para contratarlo, ni tengo nombre, que de por sí es algo que alcanza para abrir camino a una peli por los festivales), haber salido en una propaganda de página completa en el Hollywood Reporter, haber tenido pantalla en Cannes, que figure eso en los cartelitos, etcétera etcétera, es un espaldarazo buenísimo del que estoy muy agradecido a Blood Windows y al INCAA.