Por Staff CineFreaks
Vamos llegando al final de la 26ª edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI) y ha llegado el turno de cederle un merecido espacio al formato del cortometraje, a veces postergado por sus propias características, aunque eso no le resta valor a trabajos como los que presentamos hoy: Cal, dirigida por Santiago Dulce, y Escena final, de Diego Kompel. Veamos qué opinan sobre ellos nuestros críticos…
CORTOMETRAJES BAFICI
“Cal”
Por Iara Reboredo
En tan solo diez minutos, Cal logra mostrar una historia íntima y profunda con una destreza narrativa admirable. Dirigido por Santiago Dulce y protagonizado por Pablo Rago, Santiago Armas Estevarena y Carla Pandolfi, el cortometraje se despliega desde una premisa mínima pero cargada de significado: un padre y su hijo adolescente enfrentan juntos la dolorosa tarea de enterrar al perro de la familia. Lejos de caer en sentimentalismos fáciles, Cal se apoya en una puesta en escena precisa y contenida, en la que cada gesto, cada silencio y cada encuadre dicen más de lo que las palabras podrían. Dulce demuestra que es capaz de construir un clima cargado de nostalgia y pérdida que se filtra incluso en lo cotidiano.

Desde el principio, el cortometraje deja en claro que estamos ante un trabajo de gran solidez técnica y artística. La dirección de fotografía y el diseño sonoro se integran de forma bastante bien al guion sobrio (pero punzante) de Leandro Custo, resaltando los vínculos entre los personajes. El montaje no deja mucho que desear, consigue articular los tiempos internos de los personajes con bastante ritmo, lo que refuerza aún más el impacto de la historia, deja una sensación agridulce sobre una situación bastante trágica. Y, lo mejor de todo, Pablo Rago entrega una actuación limitada, pero que mantiene la credibilidad, confirmando su potencia como intérprete en roles que demandan profundidad, incluso en un proyecto donde el tiempo no le permite jugar mucho con el personaje. Cal no solo es una historia sobre la pérdida de una mascota, cuestión que más de una persona habrá atravesado, sino que es más bien una reflexión delicada sobre lo no dicho, y sobre cómo un trabajo bien hecho, solo minutos, puede capturar la densidad de una vida.
Premiere mundial BAFICI 26°
Competencia Oficial Internacional
Sábado 12/04 – 13:30hs. Sala Manuel Antín – Cultural San Martín
“Escena final”
Por Iara Reboredo
Escena final es una exploración sutil pero contundente del vínculo entre el arte y el trauma, aunque también tiene algo de la representación y la verdad. Lo que inicia como una inocente clase de teatro, en la que seis desconocidos se prestan al juego de la actuación, deriva lentamente hacia una experiencia de revelación emocional donde el escenario ya no es un espacio de juego, sino de exposición. Escrito por Diego Kompel, este cortometraje de 20 minutos se estructura como una espiral, donde cada ejercicio actoral desarma una capa de los personajes, los enfrenta con ellos mismos. Lo notable es cómo esa transición de lo lúdico a lo trágico se da sin estridencias, con una progresión que incomoda por lo reconocible. Hay algo muy genuino en la manera en que se muestra la necesidad de actuar para poder decir lo que, de otro modo, sería insoportable.

Estéticamente, el cortometraje apuesta por la contención y el detalle. La cámara observa con distancia justa, sin invadir, pero siempre atenta a las grietas que se abren en el grupo, logra que el espacio de ensayo se convierta en un campo de batalla íntimo. También refuerza esa sensación de encierro mental y emocional, donde cada corte parece una respiración contenida. El espacio escénico, trabajado con precisión por Emilia Pérez Quinteros y Uriel Cistaro, y la música original de Damián Kompel actúan como eco melancólico de lo que callan estos actores. Escena final es un espejismo sobre el poder del arte como medio de comunicación, de expresión, y como una especie de trampa. Es un cortometraje que demuestra que vale la pena ser visto, ya que puede construir una experiencia emocional tan potente como la de un largo.
Por Joan Segovia
Escena final es el claro ejemplo de que no son necesarios grandes escenarios, unas interpretaciones espectaculares ni mucho menos dos horas de metraje para contar una buena historia. El desarrollo de la idea está muy bien traído y desde el inicio se va al grano,
sin dilatarse en banalidades. El objetivo de Diego Kompel es traer tensión hasta el último minuto y lo consigue. Para ello no duda en mostrar su saber hacer con el juego de planos en el montaje de cada escena. La iluminación y fotografía también juegan un papel crucial en el resultado. Con solo ver el cortometraje uno ya se da cuenta de que un simple cambio en la ubicación o el atrezzo no le favorecerían en absoluto.
Otro aspecto que le juega a favor a Escena final es su duración. Se deja el tiempo necesario para consolidar la tensión en las escenas y se ahorra evitando un desarrollo superfluo e intrascendente de los personajes. Se cuenta lo necesario y justo de cada uno para completar el cierre del corto con una sensación redonda.
Es agradable ver que siguen apareciendo trabajos cortos, directos y eficaces, que puede que no traigan nada realmente nuevo o fresco, pero que contienen una buena base en su ejecución. ¿Convertirán algún día este en un largometraje? Espero que no, sería estirar mucho el chicle. ¿Estaremos atentos a Diego Kompel? Deberíamos.
Premiere mundial BAFICI 26°
Sección: Artes y Oficios
Sábado 12/04 – 13:55hs. Sala Graciela Borges – Cultural San Martín
