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sábado, 27 abril 2024
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Pandillas de Nueva York: Riña de gallos

Por Juan Blanco

Scorsese venía soñando con Pandillas de Nueva York desde hace unos 30 años, lo que convierte hoy en una paradoja que el film más cercano a su corazón resulte quizás el menos Scorsese de toda su carrera como realizador. Si esto es bueno o malo está por verse. Según sus propias confesiones, la idea de narrar historias con conflictos inciertos siempre lo sedujo más que el clasicismo de un argumento definido. Por eso hoy resulta difícil resumir Después de hora, Taxi Driver, Toro Salvaje, Casino o Vidas al Límite; son historias sin aparente origen y destino. Entonces llega Pandillas de Nueva York, justamente todo lo opuesto a su ya consolidada noción de hacer cine (¿accidente o “algo más”?), quizás mucho más cercana al porte clásico del western, pero al mismo tiempo con una temática esperable en Martin Scorsese, aunque quizás más en Walter Hill (pandillero viejo; basta con ver Calles de Fuego, The Warriors y Entre dos fuegos para comprobarlo).

Pandillas de Nueva York es una historia de venganza, corrupción, romance, traición y muerte en las raíces de la Nueva York de mediados del siglo XIX, momento en que los cinco puntos, zona céntrica donde confluían las pandillas más importantes de la ciudad, eran disputados entre los nativos, controlados por el tirano William Cutting, alias “Bill el Carnicero” (Daniel Day-Lewis), y los inmigrantes irlandeses, marginados y expulsados de la manera más cruenta. En el medio está el joven irlandés-americano Ámsterdam Vallon (Leonardo DiCaprio), el hijo de un sacerdote asesinado por “el Carnicero” cuando él era apenas un niño, y que regresa a Nueva York para vengarse del verdugo de su padre tras 16 años de exilio en un orfanato. Pero a su retorno todo habrá cambiado desde la muerte del cura Vallon (por aquellos tiempos principal enemigo de Bill y líder de la pandilla irlandesa “los Conejos Muertos”): en plena guerra civil, “el Carnicero” detenta el poder absoluto de la ciudad, controlando tanto los comercios y las pandillas, como a los políticos y a la policía. Por eso, la venganza de Ámsterdam no será tan sencilla como él la hubiese deseado, sobre todo si se cruza una irresistible ladronzuela entre ambos (Cameron Díaz).

Ámsterdam asegura al principio de la película no recordar todos lo acontecimientos que registran la muerte de su padre: “el resto lo saqué de sueños”, afirma la voz en off de DiCaprio. Y algo parecido sucedió con la forma en que Scorsese y compañía gestaron Pandillas de Nueva York. Según Martin, lo que podría haber sucedido en Nueva York por el 1860, hoy se conoce a través de leyendas y mitos más cercanos a la sospecha que a la certeza, lo cual otorgó una libertad inmensa al momento de contar la historia (a pesar de tratarse de una adaptación literaria), tanto en contenido como en forma. Así, escudándose en la traicionera memoria de Vallon, el equipo de Scorsese improvisó su ficción (Vallon y Cutting no existían ni en el libro), dándole a Pandillas de Nueva York un carácter más dramático y hasta épico, por sobre cualquier noción de testimonio o de documento histórico. No obstante, el ojo de Scrosese jamás desatiende este tramo de historia americana: desde los avatares de la guerra civil, la hipocresía política, el racismo, la sublevación de las clases bajas e inmigrantes ante el reclutamiento forzado de Lincoln, y hasta el papel de la iglesia en todo el conflicto (algo fijo en sus películas).

Pero a pesar de la rigurosidad histórica –que la tiene-, el tronco de esta otra cara de La edad de la inocencia (misma época, espectro opuesto) se funda en el combate entre Ámsterdam y Bill; el perfecto balance entre el bien y el mal. Para crear el misticismo de tal “romance” Scorsese concibió una estética casi irreal, como si se tratara de un cuento de hadas -pero negro-, evidente en los planos exagerados, en el montaje artificioso, en las retóricas shakespearianas, e incluso en la música, con un tinte pop que se percibe en todo momento a pesar de jamás resultar anacrónica. Y en esa misma exposición poética es que Martin asume su historia como una simple riña de gallos digna del lejano Oeste, sólo que adornada con una buena dosis de crítica social -que trasciende hasta la actualidad- y mucha puesta en escena.

A través de Pandillas… Scorsese se confiesa melancólico y muy enamorado de sus personajes y de la ciudad que los alberga. En sus imágenes se lee: “esta es Nueva York, una ciudad apasionante, fundada por hombres y mujeres que sangraron para liberarla, y de quienes hoy nadie conoce su existencia”. Una triste idea expuesta en un último plano que registra 140 años de “evolución norteamericana”. En consecuencia, Pandillas de Nueva York resulta una obra magna en espíritu, así como impecable en sus aspectos técnicos, producto de una dirección soberbia e interpretaciones para la antología (en especial la de Day-Lewis). Sólo que detrás de esta costosa cortina de humo, aún cuesta respirar al Scorsese ambiguo de Buenos Muchachos, tan distendido y alejado de las convenciones de los estudios. En su lugar se percibe a un tipo mesurado ante un proyecto vigilado (le cambiaron de guionista y de final como tres veces, y hasta se duda de su validación del corte definitivo), al que no puede acaparar del todo a pesar de su gran cariño y esmero. Si, Pandillas de Nueva York es uno de los films más presionados por una productora en los últimos tiempos, y tal vez el más coartado de la carrera de Scorsese. Hoy nos llega un sufrido montaje de tres horas, de un supuesto original de cuatro, pero que más allá de sus palpables remaches resulta de un encanto casi hipnótico gracias a su ilustrador. Sólo un monstruo como Scorsese puede, en efecto, convencernos de estar deleitándonos con un “filet mignon” cuando en nuestro plato yace un “bife casero”.

Título: Pandillas de Nueva York.
Título Original: Gangs of New York.
Dirección: Martin Scorsese.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Daniel Day-Lewis, Cameron Díaz, Henry Thomas, Brendan Gleeson, John C. Reilly, Jim Broadbent y Liam Neeson.
Género: Drama, Crimen.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 167 minutos.
Origen: EE.UU. / Italia.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Columbia.
Fecha de Estreno: 06/02/2003.

Puntaje: 8 (ocho)

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