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sábado, 27 abril 2024
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Intervención divina: Buenos vecinos

Por Pablo Arahuete

El conflicto palestino-israelí es uno de los tópicos explotados por el realizador palestino Elia Suleiman. La presentación de Crónica de una desaparición -su primer film premiado en Venecia- en el V Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires, dejó trascender un estilo muy particular y polémico.

En un intento por configurar los rasgos de Suleiman se puede aventurar que su poder de síntesis es admirable, y su corrosivo humor destella valentía y honestidad. Intervención divina es un film que reboza ironía y poesía. Como expresa en uno de sus intertítulos, es una historia de amor y de dolor. Estructurado en pequeñas situaciones, que sirven de marco para resaltar los encuentros clandestinos entre dos enamorados palestinos, donde lo metafórico y lo alegórico juegan un rol fundamental.

Suleiman desnuda las aristas del conflicto de Medio Oriente en su aspecto humano. De ese modo, el micromundo de un barrio residencial donde palestinos y judíos disputan un pedazo de vereda, o se arrojan basura unos a otros, se incrusta en la pantalla y define la dirección del pensamiento del realizador. La idea directriz, o mejor dicho el postulado del film, es la respuesta creativa ante la intolerancia de los hombres. Así, la imagen ridiculizada del ejército israelí en un puesto de control que impide el libre tránsito de vehículos con ocupantes palestinos, sirve de excusa para mostrar la arrogancia de los poderosos.

Una vez más el ingenio de Suleiman supera los prejuicios y en un evidente homenaje a El globo rojo, aquel inolvidable film de Lamorisse, inventa una situación donde un globo con la cara de Yasser Arafat surca los cielos de Jerusalem ante la mirada atónita de los policías. Suleiman, testigo mudo del atropello y de lo absurdo de la situación, aparece delante de cámara con la tristeza del observador inteligente. A lo Buster Keaton, quien nunca reía en sus películas, expresa su sensibilidad en cada gesto. Quizás pueda criticárselo por su falta de imparcialidad y por la reiterativa posición de víctima.

Sin embargo, el realizador no se presenta ante nosotros como único portador de la verdad. Intervención divina no es un folletín de retórica barata como cualquier esperpento hollywoodense, cuya Academia de Artes y Ciencia no permitió su merecida postulación a la estatuilla como película extranjera, con el argumento de que Palestina no es un país. Aquí los buenos no salvan al mundo de los embates del mal, sino que se trata de personas que no pueden ver más allá de lo que la mirada alcanza.

Irónico, sin una gota de indulgencia, cada fragmento del film sintetiza el grito de bronca y dolor de Elia Suleiman, paradójicamente mudo en el transcurso del relato. Otro aspecto singular de su cine es su carácter autorreferencial constante. El cine como espejo de su propia vida se inscribe en la inclusión de su padre como un personaje más de este mundo, por momentos realista y en otros ilusorio.

Intervención divina es una historia de amor a un pueblo que resiste el constante manoseo -justo o injusto es lo que menos importa- del país vecino; una historia de dolor ante la pérdida de un ser querido (en el final esto es evidente), y un excelente ejemplo del cine como vehículo de ideas y sensaciones. Esas que Elia Suleiman se encarga de desenterrar.

Título: Intervención divina.
Título Original: Yaddon Ilaheyya.
Dirección: Elia Suleiman.
Intérpretes: Elia Suleiman, Manal Khader y Nayef Fahoum Daher.
Género: Drama, Romance, Guerra.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 92 minutos.
Origen: Palestina/ Francia/ Marruecos/ Alemania.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 26/06/2003.

Puntaje: 9 (nueve)

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