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jueves, 9 mayo 2024
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El delfín, la historia de un soñador: Por qué los delfines no hablan

Por Hernán Ballotta

El delfín es el tercer largometraje animado del peruano-alemán Eduardo Schuldt, perpetrador de las también estrenadas comercialmente Piratas en el Callao y Dragones: destino de fuego. Supongamos que, como quién escribe, nunca hayan oído de este tal Schuldt y les interese ver El delfín para encontrarse, ¡por fin!, con un ejemplo de animación por computadora contra-hegemónica, que le haga frente a la producción norteamericana que nos es impuesta por los canales de exhibición cooptados por las grandes multinacionales, que aún en sus mejores exponentes (la factoría Pixar) y sus no-tan-mejores (todas las demás) proyectan un ser y un deber-ser profundamente estadounidense. Tal vez deseen presenciar un cine que proponga una estética y una ética alternativa, que contribuya a crear una identidad cinematográfica del CGI latinoamericana. Pero no, no se entusiasmen prematuramente, porque El delfín no sólo evita por todos los medios posibles formular un universo autónomo, sino que copia de una forma tan ingenua que resulta risible, formas y temas de films parecidos producidos en el vecino del norte, degradándolos en el proceso (no como John Waters que, como si fuera un Rey Midas a la inversa, degrada todo lo que toca como gesto de reafirmación thrash; es decir, lo degrada mal).

La falta de originalidad no sería tan catastrófica si la animación y los diseños no fueran tan básicos (como suele ocurrir, las decisiones estéticas no tienen justificación narrativa ni de ningún tipo: El delfín podría haber sido hecho con animación tradicional, papel maché, buzos disfrazados o, lo que sería aún mejor, podría no haber sido hecha nunca, y nos ahorrábamos todo este embrollo). O si la ideología que esconde no fuera tan rancia. El delfín contiene una historia de amor heterosexual (nada de perversiones de delfín en esta película) insertada a los sopapos hacia el final. El Bien y el Mal están claramente diferenciados y señalados, el primero como una voz acompañada de luces celestiales y una serie de apóstoles marinos y el segundo como un enorme pez escoltado por miles de pequeños peces que se mueven y suenan como moscas (el Señor de las Moscas-Belcebú-el Diablo judeocristiano). Daniel Delfín escapa de la laguna (separada del océano por un arrecife) en la que vive con su comunidad para completar sus ambiciones individuales (o individualistas) que su sociedad le negaba. El jefe de la comunidad reúne al resto de los delfines tras la fuga y les dice que Daniel es un exiliado y que, como tal, será rechazado por la comunidad y dado por muerto (¿les suena a Cuba?). Por suerte, para aclararnos las dudas, en un ataque de sinceridad ideológica o acto fallido un personaje se refiere a la laguna como “la isla”. No se diga más.

Pero lo peor de este espanto son sus excesivos, moralistas y pesados diálogos, que el propio Schuldt adaptó de la novela homónima de Sergio Bambarén. Cada vez que algún personaje abre la boca, expele una serie de frases altisonantes y edificantes, más cercanas al púlpito del predicador que a la literatura infantil. El humor, si es que lo hay, está en la misma clave. En el fondo, esta actitud demuestra no sólo un profundo desprecio hacia el género (vergüenza les debería dar), sino también hacia el público al que está destinada la película. Schuldt probablemente crea que el cine para chicos es sólo un espacio para su instrucción moral, y que con un par de chistes con flatulencias y un personaje con ojos enormes es suficiente. Señor Schuldt, temo decirle que no es suficiente, que a la falta de ideas no hay moraleja que la oculte. Dice una la leyenda (que Borges recupera en su cuento “El inmortal”) que los monos no hablan porque no quieren que los humanos los esclavicen. A juzgar por El delfín, los delfines callan por una sencilla razón: no tienen nada interesante que decir.

Título: El delfín: la historia de un soñador.
Título original: The Dolphin: Story of a Dreamer.
Dirección: Eduardo Schuldt.
Voces: Alejandro Orozco, Moisés Iván Mora, Octavio Rojas, Ricardo Tejedo, Leyla Rangel y Luis Fernando Orozco.
Género: Animación, Aventura, Familia.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 86 minutos.
Origen: Alemania/ Italia/ Perú.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Fox.
Fecha de estreno: 08/10/2009

Puntaje: 2 (dos)

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