Por Pablo Arahuete
La nueva propuesta de Baltazar Tokman una vez más propone el desafío del juego entre lo que se ve y lo que se muestra como esos actos de magia donde no es tan importante el truco, otra vez un relato fascinante donde los géneros chocan y piden espacio a una realidad cuyas raíces a veces dependen de la imaginación y otras de la más pura realidad, de ahí el sugestivo título Sapos para reflejarnos a nosotros mismos los aspectos que nos hacen distintos o quizá que nos separan de una inmensa mayoría que simplemente de los sapos como esos insectos molestos en un jardín. Si aparecen en esta entrevista al director de Buscando a Myu mejor no le avisemos y continuemos charlando sobre su nueva aventura que estrena otra vez en BAFICI.
Pablo Ernesto Arahuete: Si bien partís de una realidad para iniciar tus películas, o sea la materialidad, ¿dónde nació la búsqueda de Sapos?
Baltazar Tokman: – Luego de Casa Coraggio quise repetir un poco la fórmula en la búsqueda de personas, universos o realidades de esas personas que estuviesen dispuestas a llevarlos a un terreno algo más fantástico o a ponerse en manos de un director y así transformar su realidad en poesía y así aparecieron universos familiares y un montón de historias interesantes. Con varias de esas historias incluso había pensado en hacer algo así como un Magnolia pero documental.
P.E.A.: – ¿Cuándo decidís optar por actores en esa mezcla que te caracteriza, en que lo documental, lo representado y lo ficticio son lo mismo?, algo que se repite en otras de tus películas.
Baltazar Tokman: –Bueno, la utilización de actores habría como que separar cada uno de los procesos, porque Casa coraggio no es igual a Buscando a Myu y Buscando a Myu no es igual a Sapos. Y así y todo las 3 juegan con que el espectador no sepa si lo que está viendo es real o no y se pregunte eso ¿no? Yo creo que esa búsqueda tiene que ver un poco con que me gusta a mi vivir así la vida. Un poco éstos tópicos que vos decís, sobre la locura o la muerte, ¿qué es real, qué no lo es? Si uno vive en la realidad, es porque no está loco ¿no?, me gusta como estar un poco al límite, me parece que la locura es sana. Suena contradictorio, pero me parece que poder replantearse los márgenes y poder replantearse la manera de vivir, y poder replantearse si todos los humanos no estamos tremendamente locos con lo que hacemos de nuestras vidas y con lo que cargamos, y con la inexplicable angustia de saber que alguna vez vamos a dejar de estar… Me gusta esto de poder invitarme a mí mismo a ser un eterno niño que juega y que en ese juego lúdico se mezcle un poco a conciencia lo que es real y lo que no lo es y confundir esos aspectos. En la vida personal no lo puedo hacer tanto, porque soy un adulto con responsabilidades y padres de 2 hijas, pero trato de vivir la vida de esa manera y en mi obra me puedo permitir el juego hasta el extremo que yo quiera. Como, digamos en un documental uno tiene que mantener cierta ética, pero si uno es sincero con los personajes que retrata y los invita al juego y en el juego no le hace mal a nadie, el hecho de que sea un falso documental o que la realidad sea manipulada, no tiene ninguna importancia, digo, no es que estoy haciendo un documental de denuncia y estoy manipulando la documentación o queriendo decir cosas que no son. Acá la premisa es decir que todos somos sapos… dicho de manera más vulgar: el que esté libre de pecado, tire la primer piedra. ¿Quién dice de qué manera hay que vivir? Y entonces estos personajes un tanto extremos, que ponen en jaque a los normales, eso es un poco Sapos.
P.E.A.: – Si el científico Ventura fuera un gran pretexto para llegar a esos personajes, para ponerle un nombre pacientes que comenzaste a buscar porque para ellos podían hallarse respuestas a sus conflictos. ¿Cómo les planteaste desde tu idea de la película el porqué de su presencia e historias y adónde pensabas llegar sin que aquí se adelante el final de sapos?
Baltazar Tokman: Les dije que iban a ser sapos del científico Ventura y que iban a ser sapos empoderados, que la idea era justamente hablar de sus vidas y de sus traumas y que un poco yo manipulando sus registros personales y sus historias reales, podía ser un poco ese científico y ese científico podía ser mi alterego. ¿Hasta qué punto yo no soy Ventura y Ventura no soy yo, no?. Esta es un poco la idea…, no sé, mucha gente se sorprende de eso y dice ¿cómo hacés para convencer…? Me pasó con Coraggio, con I´m mad, me pasó con Planetario… ¿Cómo hacés para que gente normal, familias, se prendan en esto? Debo tener alguna virtud en eso, porque me resulta natural a mi y un poco hago de ese ejercicio terapéutico. He tenido muchas sorpresas, en I´m mad, sobre todo, ha sido fabuloso para la familia, igual no es mi intención. Siempre mi intención, y yo se los aclaro, es hacer una buena película y hay como un poco de egoísmo incluso en eso y no me interesan las vidas personales de esas personas. Por supuesto que después en el tránsito, decirlo así me sirve para alejarme y en el tránsito uno mezcla un poco las cosas y después cada uno le saca su rédito. Hasta ahora me ha ido bien y a la gente que tiene historias un poco particulares, un poco freaks o fuera de lo normal, también les ha servido, pero mi intención no es ayudar a las personas, sino hacer una buena película. Igual creo que he tenido unos personajes maravillosos, con historias fascinantes, hemos creado vínculos y hoy puedo decir que somos amigos, que soy amigo de cada uno de ellos.
P.E.A.: – ¿Te considerás un sapo de otro pozo en este plano de la realidad?
Baltazar Tokman: – Si me considero un sapo de otro pozo… creo que sí. Estoy orgulloso de ser un sapo de otro pozo y ojalá muchas más personas puedan sentirse sapos de otro pozo porque cuántos más sapos seamos, más lindo va a ser el mundo que construyamos.
P.E.A.: – Aparecen en esta película tópicos que se entrelazan con tus otros proyectos como la muerte, la locura, pero creo que lo novedoso surge desde la premisa de un destino sobre la herencia biológica ¿opinás que el destino duerme en nuestro adn y despierta una vez que nos enfrentamos a la vida?
Baltazar Tokman: – Sí está bien lo que decís, siempre la locura y la muerte son tópicos que están en toda mi obra, ésta no es ajena, pero el tema del trauma tampoco es ajeno a las demás. Fijate que en I´m mad termina con Miguel, el protagonista, diciéndole a su papá que es casi el responsable de toda su historia, de haber terminado en una secta, con la muerte de la hermana cuando Miguel era chiquitito diciéndole: “yo siento la muerte de Lucía hasta en mis hijos” y terminan dándose un abrazo y el abrazo va como a negro, porque Miguel tenía la cámara en el cuello de su camisa y con el negro termina la película. Y también está el mismo proceso circular por ahí en Buscando a Myu, mi padre me filmaba con la Super 8 y yo registrando a mi propia hija. Y también hay algo de la historia familiar del mago que hace del alterego, aunque esté retratado más sutilmente, pero digamos que, esto de la cuestión genética es algo que a mi me obsesiona. Pensar que si tu abuelo estuvo escapando de la guerra o en Auswitch, soy un poco un sobreviviente de eso, digamos y de alguna manera eso se transmite. La locura se transmite. Los accidentes no tienen tiempo, cuando pasa algo muy tremendo o muy trágico como una guerra o como haber estado en una secta, una muerte inesperada o una enfermedad o una separación o el enterarte que tu padre era un narcotraficante, en esos episodios se detiene el tiempo. Lo pongo de manera más clara, una familia que se ve interrumpida por la separación de sus padres, pueden pasar 40 años que esa separación sigue ahí, si no la superás sigue vigente, es como si hubiera pasado ayer. Los accidentes detienen el tiempo, generan como marcas que se van transmitiendo en generaciones y esto está científicamente comprobado, que se transmiten genéticamente con experimentos. Esto lo pude… no es que lo sabía de antemano pero al meterme en este proceso y este proyecto y al trabajar con científicos reales también, hay experimentos con ratas. Se llama epigenética, existe toda la rama, existen investigaciones reales para tratar de ir limpiando esos accidentes, en el adn. Hay experimentos que se han hecho con ratones, donde los someten a determinadas cuestiones y después las crías ya nacen con ese cambio genético. Asi que bueno, ojalá uno pudiese tomarse una pastilla y curarse los traumas que vienen de generación en generación. Pero bueno, no, hay que poner mucho más esfuerzo para eso, por ahí correrse de los caminos que lo llevan una vez y otra vez a repetir cuestiones que ya están como muy instaladas en uno y para eso es la metáfora del sapo, invitar a cada uno. Yo por lo menos me invito a ser un sapo de otro pozo y a tratar de vivir la vida en forma más plena, más libre, por supuesto que cuesta muchísimo, por lo menos empezar a plantearlo y porqué no con una obra cinematográfica. Así que bueno, esa fue un poco la idea de la película.