Por Pablo Arahuete
Infierno grande es la nueva propuesta de Alberto Romero, quien bajo la estructura de la road movie y mezcla de elementos genéricos explora las consecuencias de la violencia de género en un western pampeano. Lo entrevistamos y éste es el resultado de una más que interesante charla.
Pablo E. Arahuete: -Nuevamente apelaste al recurso de voz off para un personaje en tu película ¿Por qué?
Alberto Romero: -La presencia de la voz en off en mis películas tienen que ver con de dónde provienen mis influencias, que son más bien literarias, del terreno de la literatura de ciencia ficción y de la historieta, y además fantásticas. La verdad es que son más literarias que cinematográficas. Por eso creo que la voz en off es el elemento más literario del cine en el sentido de que sitúa la narración en las palabras. Es un recurso muy familiar que a la vez tiene también una fuerza de evocación muy grande, puede construir mundos enormes dentro de universos pequeños. Como por ejemplo el de Infierno grande o mi película anterior Carne propia, ambas son universos pequeños, que uno con la voz en off puede agrandarlos y expandirlos, que pueden tomar otras dimensiones nuevas, otras realidades, otros mundos o universos que van más allá de lo que se está viendo en pantalla. Se puede hacer referencia a otras realidades que se están viendo. Para mí es un recurso muy rico que a veces tiene mala fama por ser demasiado explicativo, pero creo que yo justamente al hacer uso del recurso, canalizándolo a través de personajes que no son voces en off, que no sólo se dedican a narrar sino que están encarnadas en un personaje. Creo que ahí es donde la herramienta cobra mucha más complejidad y fuerza y a mí me encanta por ese motivo.
P.E.A: -¿Qué te proporciona el género de la road movie como estructura narrativa para una historia concentrada en la dinámica golpeador golpeada?
Alberto Romero: -La estructura del road movie, lo que proporciona es justamente la posibilidad de jugar con algo que está muy manifiesto en la película, que es la estructura de la cacería. Es una película que está construida en torno a la idea de una captura, digamos, es un personaje que escapa, que en un principio está preso, cautivo y huye. El otro personaje sale a cazarlo, de alguna manera. Esta analogía con la cacería no es casual. La cacería es una actividad muy común en La Pampa, tiene muchas aristas y costados para explorar. De hecho, mi próximo documental tiene que ver con eso. La road movie provee esa posibilidad de estructurar la relación entre todos los personajes y de todo el relato en un sentido de relato de escape y cacería, en realidad. Eso es lo que más predomina en la película y por otro lado permite todas las licencias de género que se toma la película, y se toma muchas. No es para nada naturalista, tiene mucha componente de género, y de fantasía, de road movie, western y todo.
P.E.A: -¿Cómo llegan al casting Alberto Ajaka y Guadalupe Docampo?
Alberto Romero: -En el caso de Alberto Ajaka es un actor que ya tenía pensado desde el principio, casi desde las primeras versiones del guión, me gustaba mucho cierto gesto, su voz y presencia escénicas, para el caso de este personaje de marido violento era ideal. Es una película que tiene una construcción de personajes arquetípicos, reconocibles y diría que son casi estereotipos. Ajaka da muy bien con esa figura, con ese arquetipo, ese tipo de político corrupto de provincia que se cree todopoderoso. En el caso de Guadalupe, yo venía trabajando con otra actriz, quien en su momento no pudo continuar por otros compromisos con el teatro, comencé a buscar así a otras actrices y me encontré con Guadalupe Docampo, a quien no había observado en detalle hasta ese momento. Por un lado, empecé a conocerla y realizó aportes muy buenos a toda la concepción y construcción de su personaje. Fue un encuentro más casual, posterior a la concepción de la película y casi al momento del rodaje.
P.E.A: -¿Qué te aportaron particularmente ellos a la hora leer el guión?
Alberto Romero: -La verdad es que tanto Guadalupe como Ajaka aportaron mucho sobre todo en la resolución completa que proponía el guión. Yo como guionista pensaba resolver de una manera cuestiones, situaciones físicas y ellos como actores encontraron una mejor manera siempre. Después, también nos ayudó muchísimas lecturas sobre la problemática de género, que también aborda Infierno grande y que todavía hoy seguimos charlando. En algunas cuestiones estaremos de acuerdo, en otras no tanto, pero es muy rico el debate que aún seguimos teniendo. Seguimos discutiendo la película y otros temas, porque ya somos amigos y nos seguimos viendo.
La sorpresa de haber encontrado a Guadalupe cerca del rodaje, en gran medida tiene que ver con que modificó al personaje en su aspecto físico. Yo no lo había pensado físicamente tan delgado, pequeñito y tan menudo. Ella le aportó esa fragilidad que tiene el personaje desde lo físico y que además funciona muy bien en contraposición con la mirada y la voz que tiene Guadalupe, que es feroz, tiene una intensidad muy grande y le da al personaje una fuerza que yo no hubiera imaginado en un principio. Fue un aporte exclusivamente de ella.
P.E.A: -¿Qué particularidad tiene para vos La Pampa como espacio simbólico?
Alberto Romero: – Para mí La Pampa como espacio simbólico tiene muchos reveses y perspectivas posibles. Pareciera un espacio en donde nada pasa, en el que ni siquiera el horizonte parece cambiar mucho y sin embargo en ese territorio, en esa provincia pasaron muchas cosas. Ahí nomás, a 150 km. del pueblo de Naicó, que es donde termina la película, están las Salinas Grandes, allí estaba la capital de la Nación Mapuche, del cacique Cafulcurá. Imagínense si han pasado cosas en esa provincia. Después, todo el furor del caldén, y la explotación forestal, eso trajo miles de hacheros a talar los caldenes para madera y generó un movimiento impresionante, un fenómeno económico que se desintegro y desapareció de golpe. Quedaron poblaciones fantasmas, como es el caso de Naicó. Algo parecido ocurrió con la suspensión de algunos servicios ferroviarios donde otros pueblos quedaron en similar situación. Pasaron un montón de cosas en la provincia de La Pampa aunque parezca despojada de movimientos o hechos históricos. Además, para mí siempre tuvo una implicancia muy fuerte en relación al encuentro del hombre con la naturaleza. Tiene un ecosistema seco, semi árido que combina especies autóctonas y exóticas traídas por grandes estancieros a la zona. Toda esa naturaleza para mí es alucinante y es increíble, y el símbolo máximo que es el del árbol del caldén que es ese arbolito petizo que puede crecer no más de dos metros en 150 años y crece con ramas retorcidas, parecidas a las manos de un monstruo. Yo lo veía así en mí infancia. Siempre me dio esa sensación de miedo ese bosque, con la naturaleza y lo sobrenatural.