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domingo, 28 abril 2024
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La casa de arena y niebla: Una tragedia difícil de olvidar

Una trama en apariencia chiquita cobra vida con inusitado vuelo dramático en La casa de arena y niebla, un desgarrador poema visual que revela detrás de las cámaras a un nuevo genio creador: el ucraniano Vadim Perelman (Kiev, 1963). En esta fenomenal ópera prima, Perelman no sólo consiguió un relato visceral de inapreciable valor artístico sino que también extrajo lo mejor de un elenco de infrecuente calidad: empezando por Ben Kingsley y Shohreh Aghdashloo (marido y mujer en la ficción) que fueron nominados este año al Oscar y continuando con la deslumbrante Jennifer Connelly que llega aquí a su madurez como actriz (su interpretación es mucho más exigente que la brindada en Una mente brillante).

Es vox populi en Hollywood que Andre Dubus III, el autor del libro en el que se basa este hipnótico film, rechazó ni más ni menos que cuarenta ofertas de los principales estudios de cine para vender los derechos de su primera novela. Finalmente, Dreamworks Pictures tuvo el privilegio de adquirirlos y la adaptación fílmica de la historia de Dubus III no se hizo esperar. Viendo el producto terminado se entiende el extraordinario interés suscitado en el ambiente: material de esta riqueza no se encuentra tan fácilmente (y aclaro que está lejos de ser comercial lo que, por una vez, habla bien de los poderosos ejecutivos estadounidenses que manejan el negocio cinematográfico).

Como decía antes, la línea argumental de La casa de arena y niebla no es nada compleja pero los protagonistas son tan sólidos, tan vívidos, que es imposible mantenerse indiferente ante el peso de las acciones que los van definiendo. Queda explicitado, entonces, que se trata de una película de personajes en la que las decisiones que estos toman valen más que un argumento lleno de giros inesperados que generalmente no hacen más que restarle verosimilitud a los acontecimientos planteados.

En el comienzo del filme nos enteramos que la hermosa Kathy (consagratorio trabajo de la Connelly dos años después de haber obtenido el Oscar como actriz de reparto) padece de una profunda depresión por haber sido abandonada hace ocho meses por su esposo (¿quién cometería semejante idiotez?). Perdida en un manto de dolor y autocompasión, Kathy no se percata de las advertencias que le llegan, vía correo, sobre una presunta deuda impositiva que mantiene con el municipio. De hecho, los sobres se van amontonando donde los arroja el cartero sin que la chica se moleste siquiera en echarles un vistazo. La casa de Kathy (que heredó de su padre) está tan abandonada como su dueña pero fue construida al borde de una aislada playa donde las aguas del océano Pacífico le dan un marco imponente aún en esos días invernales en que la neblina lo cubre todo. Una de esas mañanas se presenta en el lugar un funcionario judicial acompañado por agentes de la policía. Tiene una orden de embargo por la falta de pago del mencionado impuesto y es así como en cuestión de minutos Kathy se encuentra desalojada de su hogar sin mayores explicaciones. Horrorizada, la joven no se anima a llamar a su familia para no admitir el error cometido. Sólo el joven oficial Lester (Ron Eldard) se apiada de la desconsolada Kathy y la ayuda a buscar alojamiento y a trasladar sus cosas a un depósito. Mientras la chica duerme en un motel de mala muerte su casa es subastada y vendida en tiempo récord. El flamante comprador es un refugiado iraní: el coronel Behrani (soberbio, imponente Ben Kingsley) que lleva varios años trabajando obsesivamente en empleos de poca monta para hacerse de un dinero que lo ayude a encaminarse económicamente. La idea de Behrani, quien vive con su dominada esposa Nadi y su hijo menor Esmail, es arreglar la destartalada propiedad para luego venderla al mejor postor. El único problema es que Kathy no va a resignarse a perder la casa así nomás porque la deuda que se le reclamaba no existía (errores así hay en todas partes pero la dejadez de la chica le impidió responder los reclamos cuando correspondía). Asistida en un principio por una abogada poco jugada (Frances Fisher) y luego por sus propios medios, Kathy le hará frente al machista coronel Behrani con lo que le queda de fuerza. Hasta que la tragedia se desate sin concesiones…

La casa de arena y niebla fluye con una elocuente simpleza reservada sólo a las grandes obras maestras. Conjuga una plasticidad asombrosa en las imágenes (hay que ver para creer la fotografía de Roger Deakins) con la crudeza más desoladora que se hace patente en la grave, profunda descripción psicológica de los personajes. La película es de esas que mucho después de haber finalizado continúa resonando en uno con una intensidad creciente, palpitante, casi abrumadora. Dura y dolorosa, el vía crucis de Kathy, Behrani y sus familiares será díficil de olvidar.

Título: La casa de arena y niebla.
Título Original: House of sand and fog.
Dirección: Vadim Perelman.
Intérpretes: Jennifer Connelly, Ben Kingsley, Shohreh Aghdashloo, Ron Eldard, Frances Fisher, Jonathan Ahdout, Kim Dickens, Navi Rawat.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 126 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 19/08/2004.

Puntaje: 9 (nueve)

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