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martes, 23 abril 2024
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El Hilo Fantasma: Amores y demonios

Por Francisco Nieto, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España

Paul Thomas Anderson es un director tan desconcertante como grandioso en su opulencia o en su afán ególatra, al realizar películas dispares pero etiquetadas, desde su ego, como propias de su gran sentido del cine o, mejor dicho, de su conocimiento de las películas, de forma que su obra adquiere cierto halo de santidad permanente cuando en realidad no suele ser más que una irreverente santificación de sí mismo.

El Hilo Fantasma: Amores y demonios 3

Gran parte de la potencia de sus películas termina por frustrarse por la autoría que trata de transmitir, empeñado en endiosarlas hasta el no va más. Quizá el personaje principal de la desmesurada Pozos de ambición, el hombre que se cree un dios capaz de crear y destruir toda una obra, toda una vida, sea el ejemplo más claro del propio realizador, quien además no tiene reparo alguno —y se jacta de ello— en pasar de un género a otro para tratar de mostrar su valía cuando en realidad el embellecimiento, la grandilocuencia de sus imágenes, se surte de otras miradas, de otros filmes que admira y trata de emular, ocultándolo o no.

Después de la prueba que significaba adentrarse en un thriller desmadrado, Vicio propio (una estructura genérica no muy lejana en algunas de sus anteriores películas) se enfrenta —desde una aparente estructura de qualité— a El hilo fantasma, para rodarla, y darle el tono pretendido, marcha a Inglaterra. Su primer filme realizado fuera de los Estados Unidos. Era necesario para crear el ambiente y hasta el glamour que intenta plasmar. Lo consigue desde un aparente pastiche de géneros y de ideas.

Al igual que en algunas de sus anteriores películas, el tono grandilocuente, el recrearse en momentos sin poner límites, las repeticiones o la incoherencia de algunos momentos, lo encontramos diseminado, escondido a lo largo de una historia que camina por diferentes caminos y que se presenta como un abigarrado cóctel con muchos ingredientes, aunque curiosamente todos ellos sirven primorosamente a la finalidad del filme hasta conseguir una película personal, repleta de matices e ideas y, por tanto, reflejo claro de la autoría de su realizador.

Si a todo ello se une la fotografía, color, música, ambientación, todos los elementos integrantes de un filme, y las excelentes interpretaciones, el resultado será un filme de gran calidad vestido muy primorosamente debido a la fuerza de sus hechuras.

Sobre todo Hitchcock

El hilo fantasma es mucho más que una película sobre la moda y un modisto. Se ha hablado que para la construcción del personaje principal, un excelente Daniel Day-Lewis, el director pensó en el modisto español Balenciaga (y parece ser que no sólo en él), representante de la alta costura frente al prêt-à-porter, un maniático de la costura, creador de modelos exclusivos para la alta sociedad.

De hecho, ciertos episodios que aparecen en el filme se basan en hechos reales, como la boda de la heredera americana Barbara Hutton con el diplomático portorriqueño Porfirio Rubirosa (en la película la nueva boda de una ricachona con un dominicano) o el vestido de boda de la princesa belga; pero, con todo, la película, desde elementos realistas, va a desgranar una narración compleja sobre amor, seducción, sumisión y poder.

La historia es sencilla en realidad: el hombre metódico, egocéntrico, artista que busca un ideal de mujer para vestirla (en una especie del mito Pigmalión) hasta que cansado de su presencia decide sustituirla por otra.

Ese es el inicio de esta interesante película lastrado, quizá, por esa especie de relato que la protagonista, Alma, va desgranando al médico. Una línea conductora, ese relato, cuya utilidad no queda nada clara y que, para el desarrollo del filme, podría haber sido suprimida sin alteración de lo que cuenta, quizá lo contrario. Es el mismo error, por ejemplo, en el que cae Woody Allen en su última, y excelente película, Wonder Wheel, al tomar como narrador de lo que vemos al joven salvavidas de la playa donde se encuentra el parque de atracciones. Tal propuesta es un artificio de escasa consistencia.

Pero ¿qué puede pasar si la mujer tomada como objeto digno de pasar a ocupar el trono del que ha sido desbancada la anterior reina está dispuesta a convertirse en reina absoluta, dominando, o poniendo bajo sus pies, al poderoso rey? Hasta cierto punto de eso tratan esos hilos con los que se van construyendo trajes únicos y por tanto irrepetibles.

Tres personajes son los principales: el modisto (Reynold Woodcock), su hermana (Cyril) y la joven (Alma). Los tres encerrados en una gran mansión, donde los dos primeros ejercen el mando y en donde buscan rendir a la recién llegada hasta que su presencia resulte insoportable.

Veamos las distintas referencias fílmicas más concretas que se pueden encontrar en la película. Algunas fáciles, otras más complejas, la mayoría de ellas por ser desconocidas, como las dos referidas por el propio realizador: Falbalas (1945), de Jacques Becker, o Amigos apasionados (1949), de David Lean, ninguno de ambos títulos que sepamos estrenados en España, aunque la de Lean se encuentra editada en DVD.

¿Sobre el cine que conocemos cuáles son las referencias encontradas en el filme? Sobre todo Hitchcock. Podríamos referirnos en ese caso incluso al apellido del modisto y el nombre de la joven protagonista. Él es Reynold Woodcock, ella es Alma. El apellido Woodcock termina igual que el de Hitch, mientras que Alma era el nombre de su mujer. El creador y la persona con una personalidad tan grande, su mujer, que tenía su impronta sobre la obra final. No hay que olvidar que Alma Reville Hitchcock, aparte de la asesora personal del realizador de Psicosis, era guionista y montadora. Un director grande, egocéntrico y su mujer en la realidad, en la película un modisto metódico, sólo viviendo para su trabajo y la joven que quiere ser algo más que un personajillo, un capricho momentáneo.

La influencia del cine del maestro inglés aparece en el filme remarcada por medio de situaciones y personajes con alusiones concretas a tres títulos, que por orden de importancia son Rebeca, Vértigo y Psicosis.

De la primera, de la que más toma, estaría el encuentro de los dos personajes después de la muerte de la mujer, la presencia del ama de llaves (aquí la hermana del protagonista) y la mansión donde viven. Por supuesto la diferencia es notable, Alma no es la mosquita muerta apocada y pisoteada, mujer sin nombre, que había sido escogida para sustituir a Rebeca.

De Vértigo se toma la transformación de la mujer, cómo la va vistiendo James Stewart para convertir a la mujer encontrada en la mujer perdida, en la representación de la mujer deseada. Y el recuerdo de Psicosis se establecería con la presencia de la madre muerta pero siempre dominando unas vidas. De todas formas la presencia de la madre es un referente propio de todo el cine de Hitch, como lo son también las múltiples escaleras (esas que suben y suben hacia lo alto) y que aquí se reflejan en las subidas y bajadas hacia el trabajo, los desfiles de moda, las habitaciones.

La madre domina la vida de Reynold, la madre muerta, esos muertos que siguen viviendo y que se llevan, como lo hace él, en las entretelas de sus trajes, al igual que los recuerdos. La madre que para y conduce las vidas, a la que se añora como refugio, salida, e incluso defensa frente a la indefensión. Alma sabe de ello y por eso decide pasar de amante a esposa y a madre.

Desde ese momento, en que adquiere tan figuración, no habrá vuelta atrás y la mujer se El Hilo Fantasma: Amores y demonios 4habrá convertido en insustituible, en reina y señora. En la película tal hecho está dado en una secuencia muy conseguida, la primera enfermedad-envenenamiento de Reynold. En ella Reynold cree ver a su madre muerta. Alma entra en la habitación y sustituye a la madre, que desaparece de la escena. Es el primer momento donde el personaje va a asumir el papel de madre por encima del de amante. No es raro que en una inmediata secuencia posterior el hombre pida en matrimonio a la mujer.

Hitchcock, todo su cine, se centra en el amor. Sus películas, sobre el tema de la culpa, muestran grandes historias de amor. En cierta manera El hilo fantasma también es una historia de amor o muchas historias que se esfuerzan por dar vueltas hacia lo que es o significa un gran amor. Un amor incluso capaz de admitir que el ser amado, por amor o por dominio o por lo que sea, sea capaz de matar o de inutilizar a quien ama.

¿Qué es el amor? ¿Hasta dónde puede llegar? En ese sentido la película de Thomas Anderson parece mirarse en otro filme de influencia hitchcockiana, La sirena del Mississippi, de Truffaut, donde Belmondo era consciente de la actuación de Catherine Deneuve. Y, sin embargo, sumiso, lo aceptaba.

Aquí en la parte final asistimos a ello. A cómo el hombre, vencido, acepta el reto y se entrega ante el desafío que supone la tortilla preparada por Alma. Una secuencia muy conseguida y que además, aunque nada tenga que ver, enfoca el momento como una característica propia de un género aparentemente tan alejado de este título como es el western.

¿Y que tiene El hilo fantasma de western? Simplemente su esquema de enfrentamiento entre dos antagonistas hasta llegar al duelo final. Al comienzo ambos personajes se miran y se sopesan, se estudian. El no deja de mirarla en la cena. Ella le dice: «no conseguirás (nunca) hacerme bajar la mirada». O sea, te venceré. Y ese duelo llega al final de la película cuando en la comida él trata de vencer la mirada de ella y no lo consigue: «te dije que nunca lo conseguirías». Es su victoria, el sometimiento del hombre, el ocupar el lugar por el que ha estado luchando, convertirse en dominante, reina y madre. Sin límites. Ha ganado la batalla. Y las armas de uno y otro se han expuesto primorosamente: planos de él dibujando un modelo, planos de ella preparando la maléfica comida.

Habría que preguntarse si desde el principio no hemos asistido a un doble juego. Claro, el de él, personaje malévolo de un cuento gótico destinado a encerrar y expulsar de su reino a las mujeres de las que se ha cansado o que son demasiado curiosas, y el de ella, la mujer dispuesta a erigirse en la reina, lista y decidida, venida de los países del Este para mostrar su fuerza hacia los engreídos dominadores del Oeste. Quizá es ir demasiado lejos en la propuesta, pero igual de válida que otras muchas reflexiones, enmarcada en un rico filme abierto y libre en su aparente cerrazón narrativa.

Y quedan, por encima o por debajo, las referencias al clásico cine británico de los años cuarenta y especialmente al ya citado David Lean o a Las zapatillas rojas (el creador y la criatura); sin olvidar la mirada hacia otro título, al que sabiamente se le da la vuelta, El coleccionista de Wyler. Aquí la enjaulada mujer, sustituta de otras mueres enjauladas, se convierte en la dominadora de la situación dejando su papel de dominada, de víctima, para convertirse en dominadora de la situación y del hombre al que de sumisa lo convierte en sumiso, donde «tu gusto no es mi gusto, ese que nunca dejará de ser».

La película de Thomas Anderson describe también una sociedad, echa la mirada sobre el arriba y el abajo, los que mandan y los que obedecen, sobre los rituales, los personajes encaramados a los títulos, el ridículo de una sociedad dormida y dominada por sus prisas o su estupidez. Momentos sutiles que reflejan ambientes. Secuencias hilarantes, mordaces. Instantes donde se captan estados de ánimo, reflejos internos. Hay momentos precisos, ejemplares: la secuencia que implica la nueva boda de la millonaria, los desayunos con los ruidos que van alterando a Reynolds, la preparación de la cena-sorpresa de Alma, la cena amplia anterior al fin de año y, por supuesto, la secuencia de fin de año.

Gran película que nos habla de las grandezas y limitaciones de un artista que, como en muchas de las películas de Thomas Anderson, también hace referencia a él mismo, su engreimiento y su saber. La doblez de un autor que trata, en definitiva, de encontrarse consigo mismo.

El Hilo Fantasma: Amores y demonios 2Título: El Hilo Fantasma
Título original: Phantom Thread
Director: Paul Thomas Anderson
Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Lesley Manville, Vicky Krieps, Bern Collaco y Richard Graham
Género: Drama de época
Año de realización: 2017
País de origen: Reino Unido, EE.UU.
Calificación: No disponible
Distribuidora: UIP
Fecha de estreno: 15/03/2018

Puntaje: 9 (nueve)

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