Por Pablo Arahuete
La realizadora Verónica Chen explora la maternidad moderna. Desde un episodio anecdótico la historia de Rosita (ver crítica), su último opus nos introduce en un universo muy actual, atravesado por los vínculos, el miedo y las relaciones entre padres e hijos. En esta entrevista nos cuenta más a fondo los pormenores de su última película donde el rol de los niños no sólo representó un desafío sino que ocupó el corazón del relato.
vivimos en una crisis tan grande que en el caso de la maternidad se duplica
Pablo E. Arahuete: – ¿Cuáles fueron los principales disparadores que te motivaron a contar esta historia sobre la maternidad, pero también el prejuicio como síntoma de una sociedad como la nuestra?
Verónica Chen: – Disparadores… Los personajes fueron apareciendo, madres solas tratando de sacar adelante a sus hijos, los hombres no están visibles. Están solas, me interesaban estas madres digamos desprolijas, desordenadas, a veces con hijos de distintos padres. Las veo a diario, son personajes que me gustan. También los niños perdidos siempre me conmovieron y los hombres con su masculinidad y un rol paterno tan encorsetado. Con un machismo que también es tóxico para ellos. Creo que con una masculinidad que los supera, llenándose de culpa, ocultando cosas y sintiendo vergüenza. Hay mucha violencia que opera a partir de la vergüenza. Esos fueron un poco los disparadores y respecto a los prejuicios, a veces se ven en cosas pequeñas, detalles, comentarios de una amiga que cuestiona aún sin quererlo, ¿no? Los prejuicios operan en los vínculos y en las cosas pequeñas de todos los días.
P.E.A: – ¿Utilizaste los indicios como pistas de una pesquisa muy personal de Lola para reflejar ese estado de paranoia?
Verónica Chen: – Sí, Lola ve cosas que no le cierran del relato de su padre Omar y esos detalles, la ropita, una herida en la rodilla de la niña (Rosita). Las explicaciones no le cierran y al no entender eso le da un miedo atroz. Si bien la nena está bien físicamente, y eso la tranquiliza, pero sigue sin cerrarle la historia entonces ese miedo es como un agujero negro que crece.
Los prejuicios operan en los vínculos y en las cosas pequeñas de todos los días.
P.E.A: – Dijiste sobre esta película que estaba sembrada de preguntas sin respuestas ¿Cuáles te intentás responder por necesidad para tomar decisiones en el armado de guion?
Verónica Chen: – Las preguntas apuntan a la moralidad de los personajes, tanto de Omar como de Lola, los adultos. Sobre este punto no me respondo, trabajé en el guion de forma abierta. Son esos personajes con mucho gris, ¿Es justo o injusto que Lola pida la casa a Omar sin importarle su situación?; ¿Es justa o injusta la conducta de Omar y su forma de actuar? Sobre esa moralidad trabaja la película y las preguntas.
P.E.A.: – ¿Cómo trabajaste con los niños que interpretan a los hermanos de Rosita?
Verónica Chen: – Fue un trabajo muy lindo de un mes previo. Los niños entre sí y Lola. Vinieron los cuatro convocados a mi casa para que estuvieran juntos. Todos los días de la semana que pudieran y aunque fuesen un par de horitas. Venían y trataban de formar un vínculo, ese lazo de familiaridad. Mi casa pasaba a ser la casa de Lola y sus hijos por esas horas. Yo estaba obviamente, pero en otras tareas, la preproducción, con gente del equipo. Un poco fue acostumbrarse a estar con ellos y con el equipo. Fue una experiencia muy buena. El nene mayor Joaco tenía más experiencia por haber filmado mucho más que Felipe por ejemplo que era su primera vez y Dulce que interpreta a Rosita si bien había participado en cosas chiquitas con anterioridad esta era su gran gran oportunidad. Para ellos todo era un juego.
P.E.A.: – ¿Qué fue lo más difícil de transmitir a la hora de pensar en el rol para Omar, padre ausente y abuelo presente?
Verónica Chen: – Había pensado en Marcos Montes hacía mucho tiempo para el rol de Omar. La verdad nada fue difícil de transmitir porque entendió con gran sensibilidad y muy rápido por dónde iba el personaje que es absolutamente diferente a cómo es él y sin embargo le encontró ese punto de comunión humano para poder encarnarlo. Entendió cuál era su debilidad. Una de los rasgos principales de ese personaje es la violencia latente que tiene, que es como una bomba de tiempo a punto de estallar en cualquier momento, ese peligro que transmite.
P.E.A.: – ¿Considerás que la maternidad en la soltería sigue siendo estigmatizante para la sociedad o esa materia ya está superada?
Verónica Chen: – La maternidad en la soltería no sólo pasa en la Argentina. Lo que pasa puntualmente es que vivimos en una crisis tan grande que en el caso de la maternidad se duplica porque no hay guarderías casi estatales, faltan vacantes, las madres no pueden tomarse períodos de licencia prolongados y muchos etcéteras que ya conocemos. Entonces eso ya marca una dificultad, está la madre tratando de sacar todo adelante y encima no se nota. Está el peligro de que pierda el trabajo, no tener posibilidades desde lo profesional. Hay muchas cosas y obviamente creo que sigue siendo una materia atrasadísima. El modelo de “familia Ingalls” sigue vigente en un imaginario estallado porque eso ya no existe en esa forma. Hoy está todo más fragmentado y hay otras opciones de familias. Sin embargo, se sigue reproduciendo el viejo modelo en el imaginario de la publicidad. Eso ya nadie se lo cree.