Por Pablo E. Arahuete
Las segundas oportunidades parecen estar descartadas en el fluir tortuoso de la vida de Cahit (Birol Unel) y Sibel (Sibel Kekilli) en Contra la pared, del realizador alemán de origen turco Fatih Akin. Por lo menos, perdura esa sensación en cada capítulo de esta tragedia 
moderna al estilo punk que propone Akin. El gran mérito lo constituye el riesgo de adelantar el clímax dramático en el primer cuarto de hora y lograr instalar en el resto del film una especie de zona de imprevisibilidad, sin apelar a arbitrariedades del guion.
El núcleo central de la historia lo compone el encuentro fortuito de los dos personajes, en una clínica de Hamburgo, tras un frustrado intento de suicidio mutuo. Ella, volvió a cortarse las venas para alejarse -de una vez por todas- del yugo familiar: un padre estricto y obtuso, una madre demasiado indiferente y un hermano agresivo e intolerante; él, avanzó un escalón más en su irreversible tendencia autodestructiva al estrellarse contra un muro. Sin embargo, ambos tienen otra cosa en común: la sangre turca y su condición de inmigrantes en un país que les resulta ajeno. Sin ninguna esperanza y llevados por el impulso de su caótica existencia se unen por conveniencia en un matrimonio ficticio.
Sibel ve así concretada su aspiración de vivir sin presiones familiares y con la libertad suficiente de entregarse a una vida de excesos, mientras que para Cahit significa un cambio de rutina en su pendiente de violencia y desesperación por un amor que ya no está. Así como la relación se va alimentando de los esporádicos instantes donde comparten momentos de diversión, drogas o alcohol, la chance de convivir supone un riesgo que ninguno desea correr. Por eso, nada de involucrarse afectivamente ni a través del sexo, porque tal como dice Sibel “seríamos marido y mujer”.
Entre la imposibilidad latente, bajo el influjo del descontrol emocional y la anarquía de sus conductas extremas, recortados del entorno como dos seres sin esperanza ni futuro, el amor crece en el desbocado devenir y los va transformando al punto de invertir los roles. Esto representa en Cahit el ingreso a un mundo de obsesión y celos, cuyo lógico desenlace es la tragedia, de la cual Sibel no podrá salir ilesa. El otro núcleo temático, que se
entrelaza en un segundo plano, obedece al conflicto cultural producto del peso de la tradición, cuya mezcla da como resultado una nueva cultura que reniega de su origen y que no busca sentar raíces en ningún lado. La alienación autoconsciente como el continuo deseo autodestructivo se acumula en un relato impregnado de un ritmo vertiginoso, con un vigor y crudeza tan intensa que no permiten al espectador ninguna alternativa de complicidad con los protagonistas. En ese sentido, la trama que se construye con pedazos sin una línea temporal manifiesta introduce una temporalidad similar a la de una canción. No es aventurada la apreciación cuando el vínculo entre las secuencias lo marca por un lado la introducción de un conjunto singular de temas musicales que complementan la atmósfera de intensidad, a tono con la fuerza visual, y por otro el acople entre los capítulos de una orquesta y su desgarradora cantante, quien interpreta una canción tradicional turca, cuya letra recrea una historia de amor trágico. Esta suerte de coro que evoca al de una tragedia griega resignifica este film, tan arrollador y fascinante como la entrega de sus dos protagonistas.
Título: Contra la pared.
Título Original: Gegen die Wand.
Dirección: Fatih Akin.
Intérpretes: Birol Ünel, Sibel Kekilli, Catrin Striebeck, Güven Kiraç, Meltem Cumbul, Cem Akin, Aysel Iscan, Demir Gökgöl, Hermann Lause y Stefan Gebelhoff.
Género: Drama, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 121 minutos.
Origen: Alemania/ Turquía.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 05/05/2005.
Puntaje: 9 (nueve)
