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jueves, 25 abril 2024
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Soy leyenda: Matheson, Hollywood y otra oportunidad desperdiciada

Por Juan Blanco

Soy Leyenda de Richard Matheson todavía no se ha filmado. Y por lo visto, con esta poco feliz adaptación a la pantalla grande protagonizada por Will Smith, tampoco se filmará nunca…

Soy leyenda: Matheson, Hollywood y otra oportunidad desperdiciada 2

“-La normalidad es un concepto mayoritario. Norma de muchos, no de un solo hombre-”, concluía tristemente Robert Neville hacia el final de la novela Soy Leyenda (1954) de Richard Matheson, asumiendo su derrota frente a esa nueva raza de seres pálidos que desde ese entonces poblaría en forma absoluta la tierra, dejando a la humanidad extinta. Las crónicas del último hombre en un mundo de vampiros llegando no sólo a su fin, sino declarando el fin de una era; la era del ser humano. “-Soy Leyenda…-”, eran sus últimas palabras antes de quitarse la vida con una sobredosis de pastillas, o con la dosis justa de la pastilla apropiada para tal efecto, no estoy seguro. Pero no importa; lo que sí importa es la conclusión, el concepto desolador que Matheson transmitía a través de ese Neville agotado, vencido y resignado frente a esa insuperable adversidad. La idea a comunicar era la del fin del mundo como una derrota social y con el hombre como total responsable de la destrucción de su propia especie (esto tras especular con que el vampirismo tendría un origen bacteriano y cultivado por la ciencia). El fin de todo, irrevocable, silencioso, y a partir de ese momento un nuevo comienzo con una “sociedad anormal”. Casi todos ellos conceptos traicionados, tergiversados e insultados por Francis Lawrence (el mismo de Constantine) -y secuaces- al momento de prostituir la eterna obra maestra de Richard Matheson y llevarla a la pantalla grande en el ¿cuarto? e inútil intento de adaptación cinematográfica de Hollywood. Dicho sea de paso, uno de los primeros y quizás el más grande de los fiascos del fresquito año que se nos avecina.

En efecto, Soy Leyenda ya fue llevada al cine en varias ocasiones, en algunos casos con mayor o menor éxito, pero generalmente traicionada por turnos tanto formal como conceptualmente, vaya uno a saber bien por qué. Se conocen El último Hombre en la Tierra (1964) con Vincent Price, El Hombre Omega (1971) con Charlton Heston, se sospecha que George A. Romero se inspirara libremente en la novela de Matheson para crear su “modelo zombie” en la saga que lo consagró, y hasta se registra una reciente –y de muy bajo presupuesto- adaptación con Mark –Crying Freeman– Dacascos titulada I Am Omega (desfachatado intento de mezclar el nombre original de la novela y el del film con Heston). Esto sin contar que en los 90’s se habría barajado la posibilidad de que Ridley Scott dirigiera a Arnold Schwarzenegger en la piel de Neville, pero que por problemas de presupuesto y demás cuestiones burocráticas no se concretó. Y sin importar los varios intentos de contar la odisea de este “último hombre en la tierra” en formato anamórfico, aún le siguen errando al punto y continúan malogrando un relato que, a priori de cualquier tentativa de ilustración en imágenes, siempre fue perfecto e inmejorable en su soporte literario.

Pero la gran verdad no sólo en la actualidad sino en la historia del cine comercial, es que los estudios tienen que saber interpretar los códigos que impone la demanda dominante para así tratar de diseñar la oferta adecuada y, por consiguiente, concretar el mejor negocio posible a la hora de los balances. Y en el caso de volver a contar Soy Leyenda (esta vez aparentemente la última al tiempo que la primera que le respeta el nombre a la novela) las cuentas cerraban mejor si el registro tonal de la película trascendía el drama del personaje central para constituirse en un film de género, si el final no era tan oscuro y apocalíptico como en el libro, si en lugar de vampiros se manufacturaban zombies o “infectados” (dado que es la moda de los últimos años) y si el protagonista era Will Smith; esto último por varios motivos. El primero, porque Smith es hiper-resuelto (léase taquillero/comercial) cuando el asunto es ponerse al hombro una película de acción/ciencia-ficción/aventuras. El segundo, porque al momento de considerar las “correcciones políticas” y de pensar en un target para la película, era más “progre” poner a un protagonista de rasgos afroamericanos dada la naturaleza circunstancial del personaje, a pesar de que Robert Neville en el libro era caucásico y más parecido a Russell Crowe… (jejem…). Y el tercero, porque Smith complementa sus papeles “dramáticos” con recursos humorísticos que el 70% de las veces enriquecen a sus personajes y potencian la comercialidad de sus productos (la pregunta del millón es qué pasa con el otro 30%, ¿no?). En otras palabras, el gancho era que la Soy Leyenda de Francis Lawrence fuera una película de acción y ciencia ficción orientada entre lo reflexivo y lo pirotécnico, donde el último hombre vivo y sano en una tierra infectada por una viruela mutante fuera un negro musculoso que, además de imitar muy mal a Bob Marley, gustara de hablar intrascendencias con maniquíes y hacer chistes tontos en momentos inoportunos de un relato que, de yapa, se reservaría un final con un tufillo teológico con orden divino en el caos y toda la batata esa…; ahh… y obviamente “menos triste” de lo que hubiera merecido la historia en su registro original.

Es más, la película no sólo se da el gusto de albergar esa esperanza virtual, espiritual o como sea… a duras penas factible en los happy endings de Hollywood, sino que malinterpreta el concepto que hizo desde siempre a Robert Neville la leyenda que afirma el título de la obra. En el film, el “carácter legendario” de Neville se sobre-entiende como consecuencia del heroísmo que supuso para la humanidad que un tipo solo, brillante científico él, resistiera durante tres años frente a la amenaza mutante y luchara por encontrar una cura al virus que aniquiló al planeta. Por el contrario, el Robert Neville de Richard Matheson no sólo no era un científico milagroso (el tipo se auto-educaba con libros que lo ayudaban a lo largo de su resistencia a encontrar un patrón bacteriano en la mutación, pero nada más), sino que el factor que lo convertiría en leyenda, y le daría nombre a la novela, era justamente su irremediable y eventual fracaso; el hecho de ser el último hombre, común y corriente, en habitar una tierra usurpada por extraños. Hay una pequeña diferencia…

Pero el cuento no es nuevo; el tema de la adaptación literaria generalmente acarrea este tipo de dificultades. ¿Acaso tiene más valor una película que ilustra mecánicamente los contenidos del texto original, o lo tiene aquella que reclama una identidad propia a partir de los elementos conocidos? La respuesta no es fácil ni puede ser absoluta, pero sospecho que los aciertos en términos de adaptación tienen que ver con declarar una identidad propia procurando mantener conceptualmente los códigos que fundaron a la obra original, así como defender moderadamente su ideología según puedan o no cambiar los tiempos, y por sobre todas las cosas entender y respetar su espíritu más allá de las necesidades comerciales. Si la novela Soy Leyenda tal cual es, y fue siempre, resultaría hoy un éxito de taquilla es incierto y sobradamente discutible; pero lo concreto es que en su concepción es tan perfecta como sólo puede serlo una obra con todos sus elementos pensados y organizados en consecuencia. Algo en lo que, tras cuatro intentos concretos de adaptación, nadie parece haber reparado. Y para quienes se pregunten si es posible disfrutar del film si no se leyó el texto original… la respuesta podría ser que sí, siempre y cuando no se tenga un mínimo de criterio para evaluar lo anecdótico de la película en función de la historia que se cuenta. Siendo este el caso, nadie tardará demasiado en evidenciar las numerosas imprecisiones del film de Lawrence, tanto en forma como en contenido. Las “licencias” a partir del libro, así como los detalles superficiales (léase tontos…) del guión son innumerables y directamente proporcionales a la desgarbada imaginería visual (incluyendo los espantosos y berretas efectos especiales de las “criaturas zombies infectadas con viruela mutante”) con que se intentó dar vida a la Nueva York desolada.

Sí… puede que yo sea un fanático del libro resentido y dolido por la película que nunca pude ver como me hubiese gustado. Al resto del mundo, curiosamente, parece que le conformó lo suficiente como para que la industria viera cumplido su cometido de venderle kilos y kilos de pochoclo a ese público glotón que llena incondicionalmente las salas. Quizás tenga que ver con las malditas reglas de la oferta y la demanda en el idioma de los ejecutivos de estudios y haya que concluir como Neville en la anteúltima página del libro sobre la normalidad como concepto mayoritario y no la guerra de un hombre solo. Tal vez tenga razón la mitad más uno y deba yo “empastillarme” y reconocer que los tiempos cambiaron, que el futuro de cierto tipo de cine se vea representado por negros anabólicos que canten reaggae y se inmolen por la humanidad. Pero esto, toda mi susceptibilidad en lo referente a la horrible película que inauguró el 2008 en el cartel porteño, creo que no invalida los argumentos presentados anteriormente, ni mucho menos el hecho irrefutable de que al día de hoy, a 54 años de su gestación, la extraordinaria Soy Leyenda de Richard Matheson todavía no se ha filmado. Y por lo visto, queridos y casi-extintos Mathesonianos, tampoco se filmará. Supongo que somos leyenda.

Soy leyenda: Matheson, Hollywood y otra oportunidad desperdiciada 3Título: Soy leyenda
Titulo Original: I am legend
Director: Francis Lawrence
Género: Ciencia-ficción, Basado en novela, Horror
Intérpretes: Will Smith, Alice Braga, Charlie Tahan, Salli Richardson, Willow Smith y Darrell Foster
Duración: 101 minutos
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2007
Calificación: Apta para mayores de 16 años
Distribuidora: Warner
Fecha Estreno: 01/01/2008

Puntaje 3 (tres)

El staff opinó:

-Es evidente que en esta nueva adaptación de la novela se buscó privilegiar el conflicto interno de su protagonista, dejando de lado el eje central concentrado en la lucha por la supervivencia. Sin embargo, pese al cambio de paradigma, los resultados no terminan por convencer. Queda manifiesta la apuesta a la personalidad de Will Smith, que se carga el film al hombro y salvo ciertos exabruptos logra imprimirle a su personaje verosimilitud, nervio y emoción.- Pablo E. Arahuete (6 puntos)

-Demasiados reparos argumentales presenta esta nueva adaptación del clásico de Richard Matheson. Al segundo filme del director de Constantine le faltó rigor, verosimilitud y vuelo narrativo. Algunas escenas por sí solas están bien pero en su conjunto no funcionan para nada. El drástico existencialismo del personaje de Will Smith no siempre resulta creíble y varios caprichitos de la estrella se delatan por sí solos. Frustrante y muy poco interesante, Soy leyenda carece de atractivos siquiera como pasatiempo. El universo literario de Matheson sigue sin plasmarse como uno quisiera en la pantalla grande. ¡Qué pena!… Diego Martínez Pisacco (4 puntos)

Soy Leyenda es el típico proyecto que dirigido por un mediocre se transforma en un desastre impresentable, por un talento en una gran alegoría, y por un asalariado del estudio en esto que tenemos ante nuestros ojos: un producto ni bueno ni malo, apenas rescatable. Pocos momentos de acción, un guión con numerosas incoherencias, ausencia total de mensaje más allá de un cristianismo desfasado y efectos especiales increíblemente desprolijos. Will Smith no está a la altura del desafío y provoca risa cuando la quiere ir de “actor dramático”. Sería estupendo que alguna vez redondearan una versión digna de la novela de Matheson. Una verdadera decepción para todos los fans de las épicas apocalípticas…- Emiliano Fernández (5 puntos)

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