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sábado, 27 abril 2024
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Duplicidad: El amor suspicaz y la evolución corporativa

Por Emiliano Fernández

Cosas como estas suelen suceder en Hollywood. Consideremos por un instante el caso de Tony Gilroy, responsable máximo de los excelentes guiones de la “trilogía Bourne” y director de la interesante Michael Clayton (2007). Con tantas nominaciones y buenos dividendos a cuestas, el neoyorquino tenía carta blanca para hacer lo que quisiera, estaba en una posición de poder infrecuente aún para muchos cineastas de primera línea. En idénticas circunstancias otros colegas han ofrecido a futuro mega tanques desastrosos, bodrios indulgentes que se hunden por peso propio. Sin embargo Duplicidad (Duplicity, 2009), segundo intento como realizador, se mantiene a flote en buena medida por su liviandad y simpatía: es un capricho inofensivo que a fin de cuentas no brilla pero tampoco molesta.

Las dos primeras escenas dejan en claro los caminos a recorrer. En Dubai, Ray Koval (Clive Owen), un señor del MI6, se siente ganador y cree que seduce a Claire Stenwick (Julia Roberts), una señorita de la CIA, para luego descubrirse desnudo, drogado y sin unos documentos ultra secretos. La siguiente secuencia, la que nos presenta los créditos iniciales, involucra un hilarante conflicto en cámara lenta: Howard Tully (Tom Wilkinson) y Richard Garsik (Paul Giamatti), dos CEO’s de compañías rivales, se enfrentan primero con insultos y luego directamente a puño cerrado. Resulta bastante extraño que el eje central del film, este enfrentamiento financiero/ personal, no se desarrolle: nunca sabemos cuál fue el detonante de tanto odio reciproco, al punto de gastar fortunas para espiar los pasos del otro.

El resto se deduce con facilidad y entra sin problemas dentro del formato “thriller romántico de espionaje”: la pareja protagónica se enamora, abandona sus respectivos empleos y decide aprovechar la situación inmiscuyéndose en la pelea para sacar un suculento rédito. La anécdota concreta abarca el lanzamiento por parte de Tully de un revolucionario producto al mercado, lo que intensifica el monitoreo de Garsik y la avaricia de nuestros queridos advenedizos. La película pretende reflotar aquel espíritu multi- target de las comedias agridulces del Hollywood clásico, aunque le falta mucho para llegar a ese nivel. Lamentablemente el guion carece del encanto necesario y se extiende demasiado en numerosos flashbacks sobre el planeamiento que poco aportan a la química del corazón.

De todas formas, es más que elogiable el trabajo conjunto de Roberts y Owen, dos interpretes ajustados que a esta altura de sus carreras ofrecen profundidad emocional y una bienvenida profesionalidad. Otros puntos a destacar son los destellos de inteligencia que aquí o allá se dan cita en los diálogos y las maravillosas intervenciones de Wilkinson y Giamatti en roles secundarios que de a poco se comen al resto. La obra de Gilroy es sincera en su planteo anti- corporativo y hasta pareja en términos de confección y ritmo, pero por momentos se estanca en estereotipos del tópico “desconfianza” y genera frustración por un triste desajuste: Duplicidad busca con desesperación una perspicacia que nunca alcanza del todo. Aun así, es una amigable aproximación a la “evolución” empresarial contemporánea.

Título: Duplicidad.
Título original: Duplicity.
Dirección: Tony Gilroy.
Intérpretes: Clive Owen, Julia Roberts, Carrie Preston, Paul Giamatti, Tom Wilkinson, Dan Daily, Denis O’Hare, Tom McCarthy, Ulrich Thomsen, Kathleen Chalfant, Wayne Duvall, Oleg Shtefanko y Rick Worthy.
Género: Crimen, Romance, Thriller, Espionaje.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 125 minutos.
Origen: Alemania/ EE.UU.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 23/04/2009.

Puntaje: 6 (seis)

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