Por Francisco Nieto, corresponsal en España
A todos nos vienen a la memoria un montón de títulos de trenes a punto de estrellarse. Desde El maquinista de la general, obra mayor donde las haya, la adrenalina está asegurada si existe la amenaza de colisión o explosión inminente del vehículo. Aquí no vamos a repasar dichos títulos, que seguro siguen guardados en la memoria del espectador, pero sí que citaríamos un par no muy conocidos, por si alguno no los ha visto y les quiere echar un vistazo: El expreso de Chicago, de 1976, con la pareja imbatible Gene Wilder y Richard Pryor, y Escape en tren, de 1985, con Jon Voight y Rebecca de Mornay. Añadiríamos un tercer título japonés que tuvo su estreno en nuestro país en 1977, dos años después de su estreno en Japón: Pánico en el Tokyo Express, del que ahora nos llega su remake en Netflix casi cincuenta años después.
El nudo argumental del film se narra principalmente a través de la mirada de Takaichi, el conductor del Hayabusa 60 Shinkansen que viaja de Aomori a Tokio. El tren lleva unas 400 personas, incluyendo a los dos maquinistas y los asistentes. Justo después de salir de la estación, la sede de la Compañía de Ferrocarriles del Este de Japón recibe una llamada anónima.
El individuo afirma que hay una bomba en el Hayabusa 60 que explotará si la velocidad baja de 100 km/h. Y si el gobierno consigue reunir 100 mil millones de yenes del pueblo japonés y entregárselos al atacante, los explosivos serán desactivados. Al principio, parece una broma, pero, como prometió quien llamó, cuando un tren de carga en la estación Aomori-Higashi estalla en pedazos al bajar su velocidad por debajo de los 5 km/h, todos se dan cuenta de que la amenaza es real.
Al ser notificado el comandante general del Centro de Operaciones Generales del Ferrocarril del Este de Japón, Kasagi, él y su equipo comienzan a idear métodos para salvar a los pasajeros y al personal a bordo del tren, mientras que Takaichi se encarga de mantener la calma. A medida que aumenta la tensión, la situación se descontrola, lo que complica la tarea de desactivar la bomba y comprender la motivación del atacante.
El guion está repleto de comentarios sobre la humanidad, la salud mental y el profesionalismo. Y en general funciona. La primera hora y quince minutos es muy entretenida. Se presentan una avalancha de personajes, todos bien perfilados y memorables a su manera. Lo que está en juego es claro. Los conflictos son más o menos realistas, y los escenarios son lo suficientemente creativos como para mantenerte enganchado.
Pero después de llegar a la mitad de trayecto, los guionistas intentan profundizar en el motivo por el que el terrorista recrea un incidente popular y ahí es donde la película flaquea, porque las referencias, el motivo y los temas expuestos alargan demasiado el conflicto, que se podría haber resuelto sin adentrarnos de una manera tan pausada en la psique de algunos de los personajes. En ese aspecto los momentos de tensión y los de reflexión no acaban de cuajar, porque los segundos se nos enseñan de forma harto apresurada, y a la postre el conjunto se acaba resintiendo. De todas formas, no deja de resultar curioso ese giro de guion en el que una vez descubierto al culpable solo existe una forma de salir del apuro y esta nos va a sonar mucho al clásico de Chicho Ibáñez Serrador ¿Quién puede matar a un niño?
Y por supuesto pasa lo de siempre en estos casos, y es que a nivel técnico la propuesta es tan buena que parece injusto que la tengamos que ver en televisores y celulares en lugar de en la pantalla grande, que es como se debería haber estrenado. Es una pena que ya no se estile el estrenar las películas de plataformas aunque sea una semana antes de su puesta de largo oficial. Aunque solo fuera un pase a horas intempestivas, los amantes de ver las películas en el cine ya haríamos lo imposible para acudir a verlas. Pero se ve que eso ya es parte del pasado y la única opción de disfrutarlas en todo su esplendor es la de dejarnos el sueldo en comprarnos un televisor de cuantas más pulgadas mejor.
Según la información que se puede leer en el dossier de prensa del film, la verdadera East Japan Railway Company proporcionó trenes bala reales, acceso a estaciones de tren y sistemas de seguimiento y monitoreo de posición para que la película pareciera lo más auténtica posible. Entonces, cada toma que te hace decir, “Eso no parece CGI”, probablemente se filmó sin el uso de CGI (aunque quizás se usaron algunos efectos visuales).
Sin duda el trabajo realizado por los departamentos a cargo de CGI, VFX, SFX y las coreografías es lo suficientemente asombroso como para engañarte. Gran parte de la filmografía del director, Shinji Higuchi está repleta de proyectos descomunales, como lo son Shin Godzilla y Shin Ultraman, lo que convierte a esta en su película más pequeña. Sin embargo, posee una fotografía espectacular y un manejo del tono y el ritmo impecables, sobre todo en el primer tercio.
Título: Pánico en el tren bala.
Título original: Shinkansen Daibakuha (tcc Bullet Train Explosion).
Dirección: Shinji Higuchi.
Intérpretes: Tsuyoshi Kusanagi, Kanata Hosoda, Non, Takumi Saitoh, Machiko Ono, Jun Kaname, Hana Toyoshima, Daisuke Kuroda y Suzuka Ohgo.
Género: Remake, Thriller, Acción.
Calificación: AM de 13 años.
Duración: 137 minutos.
Origen: Japón.
Año de realización: 2025.
Plataforma: Netflix.
Fecha de estreno: 23/04/2025.
Puntaje: 6 (seis)