Por Juan Alfonso Samaja
El relato focaliza el momento de consagración del cantautor en el momento en que lanza el disco “Born in the USA”, mechándolo con algunas situaciones biográficas y sus problemas de depresión.
Crítica
Lo mejor de la película de Scott Cooper (Loco corazón, Pacto criminal) es la actuación de Jeremy Allen White, quien se mimetiza muy bien en el rol de compositor, y las escenas de reconstrucción de su pasado en relación a un padre alcohólico y abusivo. Los números musicales están muy logrados, y las actuaciones de los personajes secundarios armonizan con el conjunto.
El principal problema que tiene esta película es que no llega a evidenciarse el conflicto durante el desarrollo de la trama. Tres líneas narrativas podrían haberse desarrollado potencialmente: dar continuidad a la biografía del compositor, y, por ende, a la historia con su padre, que es lo más interesante que tiene la trama; las tensiones comerciales con la discográfica ante la nueva y atípica propuesta que el compositor presenta a la empresa; finalmente, la relación sentimental con Faye (Odesa Young).
La temática de los padres, sin embargo, queda completamente marginada hasta que vuelven a aparecer casi sobre el final, sin que podamos saber cómo se han resuelto los problemas evidentes que se plantearon desde el comienzo.
En lo que respecta a la cuestión artístico-comercial, no aparece ningún conflicto: su representante defiende frente a la discográfica cada una de sus decisiones artísticas, y esta última lo acepta todo sin reparos. El proceso de Bruce en esta nueva etapa experimental que transita tampoco parece significarle ningún tipo de conflicto.

La única línea narrativa que expone un conflicto, y plantea una situación que Bruce no puede resolver, es la situación romántica con Faye. Lamentablemente, esta historia es tan lateral respecto del eje central de la propuesta, que no termina de tener injerencia en la visión de conjunto.
El resultado: la sensación de que todo transcurre sin conflictos objetivos. En cuanto a los conflictos internos del personaje, es poco y nada lo que se enuncia; aparentemente sufre algunas angustias vinculadas con los episodios de su infancia; nos enteramos de su obsesión con el tema de los asesinatos de Starkweather, que se transformarán en la canción “Nebraska”, pero no se profundiza ni se aclara nada en torno a ello. Finalmente, en una escena casi hacia el final confiesa a Faye su incapacidad de poder conectar con unas emociones a la altura de lo que ella merece. Pero de nada de todo esto se desarrolla fehacientemente en el relato. Son todas alocuciones verbales que no se expresan visualmente en los acontecimientos representados. Recién en los créditos finales, una aclaración escueta que menciona un cuadro depresivo clínico diagnosticado que el compositor padece y contra el cual batalla desde hace años.
A estas alturas, sólo puedo pensar lo siguiente: si éste era el conflicto alrededor del cual giran todos los eventos, ¿cómo es posible que el relato lo mencione recién hacia el final, y como un texto en los créditos? ¿Por qué no fue tematizado el cuadro psiquiátrico? Y si la depresión está vinculada –como es fácil imaginar- con la historia de sus padres, ¿cómo es que esa historia no se ha desarrollado más? ¿Cómo es que esa relación tan fundante en su psiquismo no ha tenido más espacio narrativo?
Título: Springsteen: Música de ninguna parte. Título original: Springsteen: Deliver Me From Nowhere. Dirección: Scott Cooper. Intérpretes: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Paul Walter Hauser, Stephen Graham, Odessa Young, David Krumholtz, Gaby Hoffmann, Harrison Sloan Gilbertson, Grace Gummer, Marc Maron y Matthew Pellicano. Género: Biopic, Drama, Música. Calificación: AM 13 años. Duración: 115 minutos. Origen: EE.UU. Año de realización: 2025. Distribuidora: Disney. Fecha de estreno: 23/10/2025.
Puntaje: 4 (cuatro)
