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domingo, 28 abril 2024
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Legado de violencia: Las monedas de la discordia

Por Pablo E. Arahuete

Si hay algo de particular en el cine del norteamericano -oriundo de Arkansas- David Gordon Green, la primera impresión descansa en su permanente buceo por las profundidades del depresivo sur de Estados Unidos. Quizás fue ese rasgo lo que motivó a que en Sundance se le diera el empujoncito necesario para despegar rumbo a los festivales de mayor envergadura como Cannes o Berlín.

Por eso, en su tercer opus Legado de violencia o Undertow, cuyo título original podría traducirse como resaca, se vislumbra una continuidad respecto a sus dos obras anteriores: el retrato crudo del árido paisaje sureño, poblado de almas tortuosas y postergadas sin un rumbo claro. En esta suerte de pueblo chico e infierno grande, pareciera que el destino de sus criaturas fuese sólo huir y el único modo de hacerlo, la violencia.

Al menos así se presenta, descarnada, la vida de la familia Munn. Rota por dentro tras la pérdida de su madre, con un padre indiferente ante el sufrimiento de sus hijos: el mayor Chris (Jaime Bell) con la adolescencia sobre sus espaldas y un pie en el patrullero del condado tras sus aires rebeldes; en las antípodas, el pequeño Tim (Devon Alan), taciturno y habitante de su mundo propio munido de ideas, libros, donde no es vital alimentarse dado que cualquier cosa ingerida se vomita luego. De este modo, en esa perdida granja no se respira otra cosa que abulia, letanía y pesadez. Atmósfera de resaca (de ahí la importancia del título) que se verá afectada a partir de la llegada inesperada del tío Deel (Josh Lucas), quien bajo el pretexto del reencuentro con su hermano John (Dermot Mulroney) y sus sobrinitos, esconde intenciones más oscuras.

Referencia obligada al mito bíblico de Abel y Caín, el relato se sumerge en un terreno previsible al desatarse un conflicto que tiene como vedettes a unas monedas de oro. Ese tesoro, conservado por John durante el tiempo en que su otro hermano estuvo preso, siembra la discordia y, como alegoría, expone las consecuencias nefastas de una conducta cegada por la codicia. Así, los sobrinos deben escapar del acecho del inescrupuloso tío, librados a su suerte en una geografía hostil y rodeada de la amenaza latente de un infortunado reencuentro con el malvado Deel.

Pero un viaje iniciático -como el que se desprende de la segunda mitad del film-necesita consistencia narrativa antes que un cúmulo de alegorías fáciles o vicios cinematográficos como el congelado de las imágenes y el ralenti con fines dramáticos. Tales vicios, además de la inserción de personajes circunstanciales sin peso, no le permiten al realizador crear un ritmo adecuado para que la trama fluya. Tampoco, la pésima decisión de incorporar los devaneos musicales del talentoso Phillip Glass en un film de este tipo, innecesarios y hasta molestos cuando las escenas pedían a gritos un poco de silencio.

La película de Gordon Green trae la impronta molesta de una gran obra de Charles Laughton La noche del cazador (1955) y para aquellos que tuvimos la suerte de disfrutarla es muy difícil no medirla con la misma vara. En cuanto al director, este paso en falso deja abierto un panorama incierto que posiblemente se vaya aclarando con el próximo proyecto.

Título: Legado de violencia.
Título Original: Undertow.
Dirección: David Gordon Green.
Intérpretes: Jamie Bell, Kristen Stewart, Robert Longstreet, Terry Loughlin, Dermot Mulroney, Devon Alan, Josh Lucas, Eddie Rouse, Patrice Johnson, Charles ‘Jester’ Poston y Mark Darby Robinson.
Género: Drama, Thriller.
Clasificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 108 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Compañía General de la Imagen (CGI).
Fecha de Estreno: 22/12/2005.

Puntaje: 5 (cinco)

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