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domingo, 28 abril 2024
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Bilardo, el doctor del fútbol: Revelador, entrañable, polémico…

Fiel a su exitismo consuetudinario, el argentino futbolero promedio necesitó ganar un Campeonato Mundial en México 1986 para reconciliarse con Carlos Salvador Bilardo, un técnico más identificado con la disciplina y el rigor -y, quizás, algunas malas artes que venían de su etapa como futbolista multicampeón en el Estudiantes de La Plata de Osvaldo Zubeldía- antes que con el buen juego. O eso creían sus detractores que, la verdad, fueron amplia mayoría durante los casi cuatro años previos a esa gesta inolvidable llevada a cabo por el equipo liderado por Diego Maradona y coronada con el ansiado título frente a Alemania en un partido no apto para cardíacos.

Bilardo fue masacrado por la prensa -en particular por aquellos enrolados con el menottismo- y el público debido al pobre desempeño general de la Selección durante su gestión de ocho años. Los momentos buenos se cuentan con los dedos de la mano: sacando el Mundial ’86 se pueden mencionar dos sólidos partidos contra Alemania, uno en tierra germana en 1984 y otro en cancha de Vélez en 1987; ambos fueron victorias, justo frente a un rival de los más duros que haya tenido la albiceleste. La Copa América 1987, con sede en Argentina, fue un fiasco y ocupamos el cuarto lugar; la de Brasil 1989 fue otro desastre, se jugaba realmente mal y ni Maradona se salvaba de la sentencia popular. El periplo del equipo argentino por el Mundial de Italia 1990 sólo merece la calificación de milagroso: nunca antes un conjunto representando a un país había arribado a una final del mundo con un rendimiento futbolístico tan deficitario.

Para aquellos que fundamentan sus argumentos en los resultados, desde la frialdad de los datos y las estadísticas, a Bilardo no se lo puede discutir: dirigió dos mundiales ganando la Copa brillantemente en uno y saliendo subcampeón en el otro. Para echar un poco más de luz sobre este peculiar hombre, con sus contradicciones, obsesiones, extrañas cábalas y en ocasiones hasta locuras, se acaba de conocer en HBO Max la serie de cuatro episodios Bilardo, el doctor del fútbol. Dirigida por Ariel Rotter (el mismo de las películas Sólo por hoy, El otro y La luz incidente) y coproducida por el actor Federico D’Elía (un pincharrata de ley), la docuserie tiene el mérito de no ocultar sus zonas oscuras, aunque no las profundice del todo porque detrás de este producto es evidente que existe una intención de rendir un homenaje tan sentido como en definitiva merecido.

Bilardo, el doctor del fútbol no es un documento hiper exhaustivo ni mucho menos, pero los responsables de guionar el trabajo, Sebastián Meschengieser y Gustavo Dejtiar, han seleccionado con criterio los temas a desarrollar. El primer episodio, intitulado “El hombre más odiado”, narra los orígenes de Carlos tanto en el fútbol como en el amor (su casamiento con Gloria Di Bello) mientras completa la carrera de médico (egresó de la UBA como ginecólogo en 1965). Retirado bastante joven de la actividad deportiva, Bilardo se dedicó por unos años a su especialidad médica, así como a un negocio familiar (la famosa mueblería). De todos modos, el fanatismo por el fútbol lo haría volver en su nuevo rol de director técnico. Estudiantes de La Plata y Deportivo Cali de Colombia le darían la experiencia necesaria para reemplazar a César Luis Menotti en la Salección Nacional a partir de enero de 1983. La conflictiva relación con el ex entrenador rosarino ocupa una buena parte de esta primera entrega. Menottistas y Bilardistas se llamó a los bandos antagónicos identificados con dos estilos irreconciliables en todos los aspectos posibles. El resto de “El hombre más odiado” se ocupa de señalar las enormes dificultades que tuvo el equipo argentino para clasificar a México ’86.

El segundo episodio es “Perdón Bilardo” (frase célebre de una recordada bandera que apareció en los estadios cuando se dio vuelta la sartén) y describe los preparativos a los que debió someterse la Selección luego de clasificar agónicamente para México ’86; la maniobra para reemplazar al técnico alentada por el mismísimo presidente de la Nación Raúl Alfonsín (no prosperó gracias a la firmeza de Julio Humberto Grondona, mandamás de la AFA) y la polémica con la lista de los jugadores convocados que alimentó por días a la prensa local (recordemos que Bilardo borró a gente pesada como Fillol, Trossero, Miguel Ángel Russo y Ricardo Gareca a último momento). Estos eventos son intercalados con alguna historia mínima, cotidiana, que involucra por lo general a su hija Daniela, lo que le aporta algún matiz mundano a un producto netamente orientado al deporte. Pero claro que lo más fuerte es lo concerniente a la epopeya del Mundial. Los que vivimos la época jamás podremos olvidarla. Un excelente complemento para este segmento de la docuserie podría ser El campeón imposible (Javier Novoa, 2016) que analiza muy bien el contexto histórico y tiene los testimonios del mismo Bilardo, así como del Tata Brown (Dios lo tenga en la gloria), Jorge Valdano, Héctor Enrique o Julio Olarticoechea y rivales como los alemanes Karl-Heinz Rummenigge y Lothar Matthäus, el ex arquero belga Jean-Marie Pfaff, el goleador inglés Gary Lineker (gran admirador de Maradona), el mexicano Hugo Sánchez y hasta el árbitro tunecino Ali Bin Nasser que convalidó el gol con la mano de Diego en el mítico Argentina vs. Inglaterra. Cabe preguntarse qué habría sido de Bilardo y Maradona de no haber obtenido este triunfo tan celebrado como inesperado. Ambos alcanzaron estatura de próceres para ese público que de la crítica más feroz pasó a rendirse ante el éxito pleno. A ese grupo de hinchas se los bautizó, no muy cariñosamente, como “panqueques” por los cantitos tribuneros de los jugadores argentinos.

“Un’avventura in più” es el nombre del tercer capítulo y está claro que el foco apunta al Mundial de Italia ’90 donde se consiguieron grandes cosas con un equipo remendado que mezclaba a veteranos de México ’86 que no estaban en buena condición (ni física ni deportiva) como a nuevas figuras que daban sus primeros pasos en competencias internacionales. La mayoría de estas anécdotas las conocemos de memoria, pero aquí las tenemos todas juntas y son verdaderamente impagables. Lo pintan de cuerpo entero a Bilardo que pese al suceso de México ’86 al año siguiente volvió a ser cuestionado severamente por el mundillo que rodea al fútbol. Lo atractivo, al margen de este interesante repaso por la historia grande de nuestro país, es la personalidad y la cualidad de “personaje” de un hombre al que se aprendió a respetar con virtudes y defectos. En este episodio hay buenos aportes de Sergio Goycochea, Diego Simeone, Sergio “Checho” Batista y hasta la ex esposa de Diego, Claudia Villafañe, que cuentan distintos aspectos de la obsesión de Carlos por el control y el profesionalismo a ultranza. Argentina fue segundo en Italia ’90 pero ese subcampeonato se festejó tanto o más que el obtenido cuatro años antes. No es normal para un pueblo tan veleta como el nuestro. Pero los muchachos se lo merecían. Le dieron alegría a la gente y eso no tiene precio.

“Me olvidé de vivir”, como la canción de Julio Iglesias, es el nombre del cuarto y último episodio. Concluida la intensa aventura de casi una década al frente del equipo argentino, Bilardo buscó nuevos aires con su Escuela Internacional de Fútbol (además de Argentina tenía sucursales en Japón, EE.UU. y Andorra), coqueteó con la política en varios pasajes de su vida, y eventualmente volvió a reincidir en lo que era su verdadera pasión: fichó como técnico para Sevilla en la temporada 92/93 donde volvió a dirigir a Maradona; luego cubrió junto a Marcelo Araujo y Enrique Macaya Márquez el tristemente recordado Mundial de Estados Unidos 1994, y en 1996 llegó de la mano de Mauricio Macri a Boca Juniors donde no pudo completar su contrato debido a los malos resultados, y debió irse antes de cumplir un año en el cargo. Los hinchas de Boca, no obstante este revés, siguen recordando que bajo su mando se le ganó a River los dos partidos jugados en el Clausura y Apertura. La última etapa como director técnico la tendría, como no podía ser de otra manera, en Estudiantes de la Plata. Quedó para la posteridad aquella tarde de febrero 2004 en el Monumental de Núñez y su parodia del “fútbol champagne” que derivó en aquella famosa frase: “se equivocó señorita, no tiene alcohol, tiene Gatorade”. Dijeron las crónicas de ese domingo que “el personaje se devoró al DT”. A esa altura Carlos ya estaba más descontracturado, es cierto. Su sentido del humor puede apreciarse también en todos sus programas de TV y de radio. Cuando Maradona asumió como DT de la Selección en 2008, Bilardo estuvo allí poniendo el hombro. Las idas y venidas con Diego no pueden ocultarse, pero tampoco el enorme aprecio que le tuvo Bilardo; para muchos -incluyendo su señora e hija- fue el hijo varón que nunca tuvo.

Con material audiovisual nunca antes visto cuidadosamente extraído de la gigantesca videoteca personal de Carlos, la serie Bilardo, el doctor del fútbol consigue ser didáctica y a la vez reveladora sobre un hombre que aún falible se hizo querer y demostró poseer cualidades humanas sorprendentes. Si bien ya lo sabíamos, esta producción de HBO Max lo refuerza. De visión obligatoria para cualquier futbolero de ley.

Título: Bilardo, el doctor del fútbol.
Titulo original: Idem.
Dirección: Ariel Rotter.
Guión: Sebastián Meschengieser, Gustavo Dejtiar.
Intérpretes: Carlos Salvador Bilardo (archivo), Gloria Di Bello, Daniela Bilardo, Diego Armando Maradona (archivo), Oscar Ruggeri, Julio Olarticoechea, Jorge Luis Burruchaga, César Luis Menotti, Miguel Ángel Lemme, Ricardo Giusti, Sergio Batista, Sergio Goycochea, Miguel Ángel Russo, Nery Pumpido, Carlos Pachamé y otros.
Género: Miniserie documental.
Duración: 4 capítulos de entre 48 y 55 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2022.
Plataforma: HBO Max.
Fecha de lanzamiento: 24/02/2022.

Puntaje: 8 (ocho)

 

 

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