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lunes, 29 abril 2024
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La vida continúa: La cara gringa de la muerte

Por Juan Blanco

Hay dos cosas respecto de los americanos que nunca voy a terminar de desentrañar del todo: en primer lugar su forma de pensar en la muerte, que me resulta envidiable al tiempo que incomprensible, y en segundo los obligados ataques a los helados Häggen Dazs que propinan las mujeres ante una situación depresiva, lo que me resulta tan ridículo como divertido, pero esto no importa. Con respecto al tema de la muerte, mientras nuestra cultura asimila la pérdida con miedo y resentimiento, los gringos hacen una fiesta y siempre ponen en boca del fallecido ese deseo de encontrarse compuestos a pesar de esa situación tan terrible; lo que no quiere decir que no les duela, pero no se les nota.

En La vida continúa, siendo el último ejemplo cinematográfico de compostura familiar forzada ante la visita de la parca, este rasgo cultural incorporado se vuelve un chiste malo cuando la mirada del director y guionista Brad Silberling –tipo que después de Casper y Un ángel enamorado confirma su deleite por la muerte y los fantasmas- se asume burlona y orgullosa, con pretensiones de enganchar a la audiencia entre cosquillas y tirones de pestañas.

Transcurre el año 1973 en Massachusetts, y Ben y Jojo Floss acaban de perder a su hija Diana en un accidente de bala perdida en un bar; mientras que por su parte, el joven Joe Nash –ahora ex–futuro yerno de ambos- acaba de perder a su prometida. Después del funeral, en el que se nos informa que Joe va a pasar un tiempo con sus suegros para hacerles compañía, los tres intentarán a cualquier precio permanecer juntos e íntegros ante la tragedia; incluso hasta tendrán la desfachatez de sacarle el cuero a los que durante la ceremonia se acercaron a ofrecerles sus condolencias. La lástima y el luto, entonces, se descartan rápido por esta familia fisurada que hace lo imposible por no quebrarse, porque después de todo, a Diana no le hubiese gustado que nadie esté triste por ella.

Aparentemente Joe y Diana iban a casarse pronto; las invitaciones eran rosas y ya estaban dando vueltas por el correo; el nene iba a entablar negocios con su suegro –cosa que aún planea mantener en pie por compromiso-, y en definitiva todo era tan idílico como imposible en un mundo imperfecto. Pero después de la tragedia nos enteraremos de que no era tan así: había secretos entre los novios que iban a derrumbar los sueños y la unión familiar, pero eso no se sabrá bien de qué manera hasta entrada la segunda parte de la trama.

En la primera mitad la película se nutre de comentarios sarcásticos frente a la muerte, de chistes malos sobre gente buena, y de actitudes torpes en situaciones demasiado casuales (el pibe ya encontró a una rubia que le gusta, Bertie, y que no sólo trabaja en el correo que estaba a punto de enviar las invitaciones de su boda, sino que también perdió a su prometido en Vietnam), para después derrumbarse con una historia que cuando se dispone a tomar conciencia de su vulnerabilidad, ya es tarde; ya se mostró todo lo ridícula que podía, y ahora la recurrencia a los lugares más comunes y las patadas más bajas no hacen más que terminar de hundirla en la histeria.

La vida continúa (título porteño horrible pero que ilustra bastante bien las intenciones de la película), es un proyecto caro y con actores importantes que genera más odio que empatía. Mientras que Dustin Hoffman (Ben) cree que el tartamudeo supone naturalidad, Susan Sarandon (Jojo) hace de madre superada y canchera que quiere conmover de vez en cuando con sus ya conocidos ojos en compota; no le sale. El único que llega a manotear para el lado acertado entre tanta pifiada es Jake Gyllenhaal (Joe); un joven talento visto en Cielo de octubre, que alguna vez demostró que bien dirigido puede persuadir como pocos, aunque no casualmente en esta película.

Título: La vida continúa.
Título Original: Moonlight Mile.
Dirección: Brad Silberling.
Intérpretes: Dustin Hoffman, Jake Gyllenhaal, Susan Sarandon, Holly Hunter, Ellen Pompeo, Dabney Coleman, Edward Lachman, Virginia Newcomb, Richard T. Jones, Lenny Clarke y Mary Ellen Trainor.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 117 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 24/10/2002.

Puntaje: 4 (cuatro)

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