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jueves, 2 mayo 2024
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Irreversible: La crueldad que conocemos pero no vemos

Por Sergio Dobosz

Hay que aclarar que esta última película de Gaspar Noé, cineasta impar, terrible autor abrupto, fanático del realismo más furioso y condescendiente de toda verdad, no debiera ser considerada como un ejercicio experimental ni como artífice de una ruptura en la cinematográfica actual. Existe en el director un profundo ánimo de seguir en la vertiente que lo caracteriza.

Los créditos iniciales del film, que juegan con tipografía y con el orden temporal habitual, nos muestran desde el inicio que no hay concesiones: el objetivo es impactar, causar reacciones, conmocionar al espectador y sumergirle en una historia con múltiples lecturas, donde resultarán desde las que están en contra de su proyección, hasta las que la elogiarán como obra y como una dura lección visual. Dos secuencias de extrema violencia marcan a Irreversible: la violación (nueve incómodos minutos) y un acto de venganza en el que se destroza una cabeza, literalmente, y donde tampoco se ahorran los detalles. Muestra violenta -en muchos sentidos- que golpea brutalmente los ojos y el alma, y que ofrece una de las primeras medias horas más duras que se han visto jamás. Es obvio que se trata de un film en el que se requiere saber qué es lo que se verá, y entrar con voluntad de cuestionar y tomar decisiones sobre lo que la pantalla muestra y grita a su manera.

Cierto es que Irreversible esconde un trabajo notable de su director Gaspar Noé. Pero toda esa sofisticación técnica, esa ambición fílmica es tan absolutamente innecesaria dentro de la historia que no es más que un desvarío egocéntrico del autor, una ambición de personalidad cinematográfica, de innovación que disfruta de una momentánea eficacia, pero es incapaz de levantar el resultado global. Efectivamente, Noé ha sufrido, con toda seguridad, un rodaje complejo en su exploración de la técnica del plano secuencia hasta extremos nocivos para el espectador, con un movimiento de cámara abusivo y prescindible, mientras que para escenas como la violación en tiempo real, se decanta por el plano fijo. Su trabajada técnica, aunque empieza con demasiada fuerza, se desvanece a la mitad del relato, se vuelve redundante, al igual que una narración invertida que, como herramienta para un guión simplista, elemental, con personajes no delineados, desmonta el interés temático a los cinco minutos de proyección. Por otra parte, si en Memento el uso del montaje en “rewind” obedecía a razones narrativas y psicológicas importantes (la pérdida de memoria del protagonista, incapaz de recordar diez minutos apenas de su vida inmediatamente anterior), aquí ese uso es caprichoso y una mera elección estilística sin fundamento.

En lo que hace a la propuesta temática de Noé, y que se muestra en toda su extensión como moraleja, es simple: “el tiempo lo destruye todo”. Si bien uno puede llegar a ser partidario o no de esta idea, el director ha logrado con esta obra algo rescatable: nadie ha dicho nunca que la realidad de la maldad y el absurdo de la violencia son algo grato. De estar de acuerdo con Noé, la verdad es que la premisa parece demasiado absoluta, y la lectura no es como para creer en eso: somos los humanos y nuestras decisiones los que terminamos y destruimos; si eso es lo que nos proponemos, pero –afortunadamente- la decisión es nuestra, y el tiempo a veces es enemigo pero siempre sigue su curso a partir de nuestras decisiones. La redención es un concepto que gira por toda la película, como por toda la corta obra de este autor anticomercial. El primer personaje que aparece en la historia (interpretado por Philippe Nahon) es el mismo que viola a su hija en su anterior trabajo de hace cuatro años, Solo contra todos, y aparece en Irreversible contando datos de ese acto y de su castigo a un confidente, con un tono relajado y purificador, que va denotando un sufrimiento y que chocan con las próximas secuencias llenas de brutal violencia y desasosiego. Esto inicia el ciclo imparable de destinos fortuitos y desgraciados que siempre están asolando a la sociedad, sobre todo cuando la felicidad parece destaparse en la vida de alguien. Dentro del planteo del director existen ideas que pueden cuestionarse fuertemente como es la de utilizar un bar sado-gay como fondo, pues el detalle es en parte pretexto para el efectismo, como así también la del embarazo como añadido, pues la idea de estabilidad rota ya está propuesta sin necesidad de agregar ese juego.

Irreversible guarda un estilo personal, en el que Noé trata de incorporar rasgos de Lynch (la estilización del paso subterráneo, la Bellucci narrando su sueño), o incluso de Kubrick (desde el tratamiento de la violencia en la mítica La naranja mecánica hasta su film póstumo Ojos bien cerrados, con Cruise y Kidman como pareja, cuyo dormitorio derrochaba verdad y ambigüedad, como el de Cassel y Bellucci); siempre marcando una espiritualidad acorde a lo que se cuenta, en donde al fin y al cabo, mostrando la violencia siempre del mismo modo se inmuniza a los espectadores; el film mal o bien, busca lo contrario.

Título: Irreversible.
Título Original: Irréversible.
Dirección: Gaspar Noé.
Intérpretes: Monica Bellucci, Vincent Cassel, Albert Dupontel, Philippe Nahon, Jo Prestia, Stéphane Drouot, Mourad Khima y Jean-Louis Costes.
Género: Drama, Crimen.
Clasificación: Apta para mayores de 18 años.
Duración: 97 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 01/05/2003.

Puntaje: 4 (cuatro)

https://www.youtube.com/watch?v=U_d2S5RcJFY

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