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domingo, 28 abril 2024
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Bailando en el cementerio: Un guión para enterrarlos a todos

Hubo una época dorada para la comedia en la cinematografía inglesa. En aquellos lejanos tiempos actores ilustres como Alec Guinness y Peter Sellers, por nombrar sólo a los más representativos, encumbraron al género dejando una marca imposible de igualar. En ese entonces aún había espacio para la sutileza, para el humor inteligente, socarrón, sin que esto interfiriera de ningún modo con el valor del producto como entretenimiento. Los estadounidenses aggiornaron la fórmula, supuestamente en aras de satisfacer el gusto del público contemporáneo, con chistes estúpidos, situaciones vulgares e infinidad de lugares comunes. No es una exageración si me arriesgo a sentenciar que este tipo de films se encuentra virtualmente en extinción (los buenos, claro está). Con algunos retoques curiosos, la co-producción anglo-americana Bailando en el cementerio es un ejemplo perfecto de esa decadencia artística. La película de Nick Hurran fracasa en su sencillo, módico, propósito de divertir por abusar de ciertos recursos que, en pleno siglo XXI, lucen francamente agotados.

El guión de Frederick Ponzlov estaba ambientado originalmente en los Estados Unidos pero las productoras Suzanne Lyons y Kate Robbins resolvieron trasladar la acción a un pueblito de Inglaterra por considerarlo más apropiado. Es una pena que no hayan modificado también el perfil de los personajes que, de tan estereotipados, parecen marionetas inanimadas. No hay matices en la elaboración de los protagonistas que representan su parte mecánicamente, casi sin alma. Y estoy hablando de actores de la talla de Brenda Blethyn, Alfred Molina y Christopher Walken. Un sacrilegio merecedor de la reprobación más encendida.

El detalle “original” que faltaba es el simulacro de musical al que se pliega la historia cada vez que Boris (Alfred Molina), un poco a la manera de Björk en Bailarina en la oscuridad, se deja llevar por su fantasía y empieza a sacudir el esqueleto con la misma gracia que ostenta Marcelo Tinelli en su programa televisivo. Si el reciente resurgir de los musicales -con la genial Moulin Rouge! a la cabeza- va a posibilitar la concreción de propuestas tan desacertadas como esta sólo nos queda maldecir al aire y rogar para que no se les ocurra incursionar en la materia a tantos bailarines y cantantes frustrados que andan pululando por ahí. ¿Se imaginan a Kevin Costner o a Mel Gibson zapateando y desafinando a más no poder? ¡Dios nos libre!

Bailando en el cementerio se concentra en dos líneas argumentales definidas. En una se narra la dilatada historia de amor entre el empresario de pompas fúnebres Boris, y la sufrida ama de casa Betty (Brenda Blethyn), quien lo ha querido desde siempre pero por esas cuestiones del cine (no de la vida: del cine, porque sino esta película no existiría) se casó con Hugh (Robert Pugh), intendente del pueblo que la engaña descaradamente con su joven secretaria Meredith (siendo ella la sexy Naomi Watts… ¿quién osaría recriminárselo?). Por otro lado tenemos la disputa que mantiene Boris con los americanos Frank (Christopher Walken) y su socio Delbert (Lee Evans, que parece salido de Un ratoncito duro de cazar, donde ya compartió el set con su compañero Walken) por lograr la hegemonía del negocio funerario. Mientras Boris representa a la tradición sus colegas apelan a los innovadores funerales “temáticos” –único hallazgo cómico digno de mención aunque no totalmente usufructuado- para hacerse de una cartera de clientes que les permita subsistir cómodamente.

Recapitulando, he aquí una comedia negra que se atreve a coquetear con el musical, con el grotesco, con el humor físico y con el romance, pero la suma de las partes es excesiva para un guión poco ingenioso y repleto de clichés. En mi opinión éste es un género que no admite medias tintas. Hace reír o no. Y Bailando en el cementerio está más cerca del bostezo que de la risa desenfrenada. Es así de simple.

Título: Bailando en el cementerio.
Título Original: Plots with a view aka Undertaking Betty.
Dirección: Nick Hurran.
Intérpretes: Brenda Blethyn, Alfred Molina, Christopher Walken, Robert Pugh, Naomi Watts, Lee Evans, Jerry Springer y Miriam Margolyes.
Género: Comedia, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 94 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU./ Alemania.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Eurocine.
Fecha de Estreno: 18/09/2003.

Puntaje: 3 (tres)

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