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domingo, 28 abril 2024
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18-J: Historias breves del horror

Por Pablo E. Arahuete

18-J fue un proyecto colectivo que convocó a realizadores argentinos -salvo en el caso de Adrián Caetano, de nacionalidad uruguaya- para filmar un cortometraje de 10 minutos, con un presupuesto de veinte mil pesos para cada uno, cuya temática girara en torno al atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) el 18 de julio de 1994, donde perdieron la vida 85 personas y sobre el que aún hoy se mantiene un manto de silencio mezclado con el dolor, la impotencia y varios interrogantes.

Diez estilos, diez miradas distintas con un sólo objetivo: homenajear a las víctimas, ésa fue la premisa que nucleó a Adrián Caetano, Daniel Burman, Lucía Cedrón, Alberto Lecchi, Juan Bautista Stagnaro, Marcelo Schapces, Adrián Suar, Carlos Sorín, Alejandro Doria y a Mauricio Wainrot, este último coreógrafo. Frente a un hecho trágico, rodeado de tanta impunidad e indignación, la convocatoria responde mayoritariamente al hecho concreto y no a una necesidad expresiva o estética de cada realizador. Por ello, el resultado final es desparejo y algunos trabajos, por ejemplo el de Alberto Lecchi, Daniel Burman o Mauricio Wainrot, naufragan en un mar de buenas intenciones.

La propuesta de Lecchi de abordar el atentado desde la periferia, en un pintoresco pueblo del norte argentino, Pumamarca, supone un enfoque alejado de la centralización de la tragedia en la calle Pasteur, que aparece sólo en imágenes de televisión. Allí, una madre se desespera por la suerte de su hijo, quien vive en una pensión del barrio Once (tal como dice la mujer). Si bien la idea sonaba interesante, en el desarrollo del corto se disuelve en la anécdota y en la belleza del paisaje.

Burman retoma su búsqueda de historias breves en el micromundo del barrio de Once a diez años del atentado. Los testimonios apelan a lo cotidiano, a reflejar la vida de un barrio que luego de la explosión tuvo que recomponerse. El sabor amargo llega con el relato de un chico nacido el mismo día en que volaron la AMIA y su padre fue una de las víctimas fatales. El recuerdo se instala en cada cumpleaños y la imposibilidad de festejarlo como los otros chicos se cristaliza en el desencanto.

La idea combinada de danza y teatro de Mauricio Wainrot es quizás la más críptica del conjunto y en ese grado de abstracción el mensaje pierde contundencia. Por un lado, el paso del tiempo que avanza en un escenario colmado de ausencias y por otro el llanto de una mujer abrazada por el dolor.

En el caso de Juan Bautista Stagnaro, como en el de Marcelo Schapces, predomina una mirada reflexiva sobre la intolerancia, el peso de la tradición y hasta cierta provocación desde el planteo. La intención de despojarse del hecho concreto para ir más allá debe valorarse. Stagnaro plasma el descenso a los infiernos de La Divina Comedia a partir de las cargadas que debe soportar un alumno judío en un colegio, mientras Nazareno Casero se sumerge en la lectura de los versos del Dante para rendir un examen de literatura minutos previos a la explosión.

Por su parte, el protagonista del corto de Schapces se rebela al oponerse a participar de la ceremonia de Bar Mitzva y se pregunta qué es ser judío en medio de la conmoción familiar. Su cuestionamiento sobre la tradición y Dios se ve interrumpido en el momento en que la onda expansiva irrumpe en el hogar. ¿Habrá sido la ira de Dios o simplemente los hombres que en su nombre cometen atrocidades? El mayor defecto de esta historia obedece a las actuaciones, excepto la de Silvia Kutica que no se excede en ademanes y tampoco se aboca al clásico estereotipo del judío como el resto del elenco. Lo mismo le sucede a Lucía Cedrón, cuyo relato está dedicado a los deudos que debieron reconstruir su vida desde una ausencia. Menos profundo que los anteriores Norman Elrich y Adriana Aizemberg interpretan a dos abuelos que se alistan para ir a buscar los pasajes a Israel donde vive su hija, exiliada desde el Proceso, con un nieto a quien aún no conocen. Las sobreactuaciones de la pareja desentonan.

Adrián Suar, fiel a su estilo televisivo entrega una historia donde el peso recae en lo emocional. Un tío llega a Buenos Aires de incógnito para sorprender a su familia en la circuncisión de su sobrino y deja grabado su testimonio en un video para que el muchacho lo recuerde.

El rostro de las 85 víctimas fatales desfila en un fotomontaje al estilo In Memory de los Oscars en el poco atractivo corto de Carlos Sorín. Adrián Caetano detiene el tiempo con un conjunto de planos detalle concentrados en objetos comunes, entre ellos, una biblioteca infantil, elementos de oficina, un pocillo de café rebalsado. Todos los elementos que ocupan el lugar de las personas observados por un ojo anacrónico y la onda expansiva que riega escombros.

Visualmente atractivo pero no tan preciso como el enfoque de Alejandro Doria, con un guión de Aída Bortnik y la soberbia interpretación de Susú Pecoraro, el de mayor compromiso político. Desde la puesta en escena, el ascenso fatigado de una mujer por una escalera espiralada para entrar a un cuarto con las paredes empapeladas de portadas de diarios, sintetiza dramáticamente el sinuoso camino de la búsqueda de la verdad. Un reloj detenido en el momento de la explosión, la luz que ingresa por la ventana y la protagonista en su doble rol de testigo y protagonista deja sembradas las preguntas que ninguno quiere responder. El texto de Bortnik se resignifica con la intensidad aportada por Susú Pecoraro en un final atronador. El Yo acuso de Doria cierra este proyecto colectivo de productoras independientes y deja la puerta abierta para otro intento con el anhelo de un mejor resultado global.

Título: 18-J.
Título Original: Idem.
Dirección: Daniel Burman, Israel Adrián Caetano, Lucía Cedrón, Alejandro Doria, Alberto Lecchi, Marcelo Schapces, Carlos Sorin, Juan Bautista Stagnaro, Adrián Suar, Mauricio Wainrot.
Intérpretes: Federico Barga, Nicolás Pablo Attadía, Sandra Seco, Francisco Pascual, María Carmen Diez, Norman Erlich, Adriana Aizemberg, Ana Celentano, Víctor Hugo Morales, Marina Ferraro, Susú Pecoraro, Silvia Gallegos, Marina Vilte.
Género: Film en episodios, Cortometrajes, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 100 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 19/08/2004.

Puntaje: 6 (seis)

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