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martes, 30 abril 2024
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Plan de vuelo: No me toquen a la nena

Por Omar Tubio

Jodie Foster es una de las más reputadas actrices del cine actual, de la que se conoce solamente lo que ella está dispuesta a mostrar. Se sabe de su elevado coeficiente intelectual, de su pasión por su profesión y también del recelo con el que cuida su vida privada. Sabemos que es madre de dos hijos, pero no ni cómo ni con quién han sido engendrados ya que no se le han conocido parejas estables. Últimamente, estos niños han sido su prioridad absoluta y la razón de su provisorio alejamiento de la pantalla durante casi tres años (si exceptuamos su breve aparición en Amor eterno) desde su protagónico en La habitación del pánico. Casualmente tanto en ese film como el que nos ocupa Foster encarna a una madre dispuesta a todo por defender a su cría contra cualquier agente externo que ponga en peligro su vida. ¿Coincidencia o elección personal? Pareciera más lo segundo, ya que la actriz es una de las pocas que tiene el poder de elegir sus proyectos y sobre todo teniendo en cuenta que en el guion original de Plan de vuelo el protagonista era un hombre (Sean Penn era el elegido) y ella lo hizo cambiar a su medida.

Aquí encarna a una ingeniera en diseño aeronáutico que debe regresar a Nueva York desde Berlín, luego de que su marido sufriera un extraño accidente en el cual perdiera la vida. Junto a su pequeña hija abordan un vuelo en un gigantesco avión –que por casualidades del destino ha sido diseñado por ella misma- y en cuya bodega también es depositado el ataúd del difunto. Presas del cansancio y una vez acomodadas ambas quedan dormidas a poco de despegar el vuelo, pero grande será la sorpresa de esa madre cuando al despertar su hija no aparezca por ningún lado. Lo peor sobrevendrá cuando ella constate que nadie la ha visto subir y menos desaparecer, ni la tripulación ni el numeroso pasaje. ¿Alucinación o complot? ¿Locura postraumática o un diabólico plan?

A estas alturas (literalmente) las cartas ya están echadas y el suspenso dependerá de la inteligencia con la que se manejen las diferentes instancias. El primer tramo de la película se sostiene bastante bien, teniendo en cuenta lo críptico del entorno y las pocas posibilidades para barajar en un ambiente cerrado y a miles de metros de distancia de suelo firme. La cámara debe sortear el obstáculo de manejarse casi exclusivamente por numerosos pasillos y reducidos cubículos y en ese sentido la atención no decae y hay un muy buen trabajo de puesta en escena. Pero a medida que el tiempo transcurre hay instancias que se agotan y el guion debe optar por tomar una sola dirección. Lamentablemente toma la equivocada.

Todo lo construido hasta ese momento se va demoliendo con un tercer acto en donde el espectador –único testigo que tiene la protagonista de algún viso de verdad- asiste a un desenmascaramiento de lo más incongruente, que deja unos cuantos cabos sin atar y que no respeta una cierta lógica que el género exige para creernos el cuentito. Si esto falla, todo se va al diablo. Las vueltas de tuerca o los finales sorpresa deben estar justificados por algún detalle –por mínimo que sea- que hayamos visto o percibido durante el transcurso de la historia. Si esto no se respeta no solo pierde su eficacia, sino que provoca bronca y cierto tufillo a estafa.

Jodie Foster, a quien los años comienzan a dejar sus huellas, luce atlética como siempre y con esa convicción que la caracteriza, pero su rol la obliga a una casi constante crispación que en cierto momento llega a cansar. Peter Sarsgaard debe combinar confianza y ambigüedad para que su personaje surta efecto y este joven actor (de los más vistos en el año) logra en parte su cometido hasta el fatídico desenlace. Sean Bean es quien sale airoso de la prueba, sobrio y parco como el capitán del avión.

Para dejar en claro que el 11-9 ha dejado su huella y ningún vuelo ha sido el mismo desde entonces, la paranoia con la que vive el pueblo americano queda reflejada en una larga y ríspida escena en la cual dos árabes prácticamente son acusados de secuestradores y terroristas solo por portación de rostro. Es el único momento en el cual los pasajeros tomarán partido por esa madre desesperada, a la cual minutos después acusarán de psicótica y delirante. A ellos nadie les pide perdón cuando la verdad sale a la luz. A nosotros tampoco.

Título: Plan de vuelo.
Título Original: Flightplan.
Dirección: Robert Schwentke.
Intérpretes: Jodie Foster, Peter Sarsgaard, Sean Bean, Erika Christensen, Marlene Lawston, Kate Beahan, Michael Irby, Assaf Cohen, Greta Scacchi y Matt Bomer.
Género: Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 98 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 06/10/2005.

Puntaje: 5 (cinco)

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