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lunes, 29 abril 2024
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La dueña de la historia: No seré feliz pero tengo marido

Por Pablo E. Arahuete

Por donde se la mire La dueña de la historia de Daniel Filho es un producto bien hecho sin otro mérito que lograr entretener. El hecho de que aparezcan en los créditos de producción firmas como la cadena televisiva O Globo,-cuyo fuerte son esos kilométricos culebrones que reúnen a las estrellas populares cariocas y que habitualmente terminan con una gran boda- resalta la idea de un telefilm.

Y si bien sus orígenes provienen de las filas teatrales (se trata de la pieza original escrita por João Falcão, coguionista del film) desde el primer plano hasta el último se respiran las limitaciones de este tipo de productos: comedia costumbrista que transita livianamente por los lugares comunes de las relaciones de pareja, los conflictos y el desgaste que conlleva convivir durante mucho tiempo con la misma persona.

A modo de contraste, apoyado fuertemente por la solvencia de sus actores y una banda sonora que mezcla temas populares y reconocibles, la trama se divide en dos temporalidades: la juventud de Carolina y su presente. Al comienzo que la muestra radiante y grácil con sus movimientos de danza clásica y toda la juventud por delante se le sobreimprime la actual, que busca conservar su figura en un odioso gimnasio y se lamenta de haberse postergado tanto por no contradecir al marido. él recibe sus reproches e intenta rescatar algo de lo que fueron antes de que todo se vaya al diablo. Durante unos 30 años de convivencia tuvieron cuatro hijos que ya crecieron y abandonaron el nido, compartiendo un departamento que guarda en cada recoveco una historia con final feliz, aferrada a un pasado donde ella vivía su vida como la heroína de una película de amor y él (Rodrigo Santoro), bajo el idealismo estudiantil de los 70, más como síntoma de la efervescencia política de la época que como convicción.

Ese departamento también acarrea la rutina del matrimonio, a tono con esta etapa crítica de la que Luis Claudio (Antonio Fagundes) parece desayunarse recién ahora; el lugar de los recuerdos está en venta y de ahí a la ruptura total queda un paso. Así, en el racconto que va construyendo los comienzos de la pareja con pequeñas anécdotas teñidas de diálogos cursis y romanticismo edulcorado se contrapone el presente en crisis que se alterará al ingresar el relato en un lugar sin tiempo, donde la Carolina de la juventud (Débora Falabella) encuentra a la Carolina en que ella se convertirá en el futuro (Marieta Severo). De allí en más el relato se precipita en un acumulado de situaciones eficaces para que el film no se estanque.

Sin embargo, el subrayado constante de los diálogos y la música en primer plano hacen de ese fluido intertexto un monólogo denso que no consigue avanzar hacia una instancia interesante. Más allá de la solidez de las dos parejas, actores consagrados en el formato televisivo de la novela como el caso de Rodrigo Santoro y Debora Falabella, da la impresión que estamos en presencia de un film de tiro corto. Al comienzo irrumpe, avanza sobre el espectador con la fuerza de una scola do samba en medio del carnaval pero ese entusiasmo y frescura dura lo mismo que un pomo de espuma que una vez vacío no se puede volver a recargar.

Título: La dueña de la historia.
Título Original: A Dona da Historia.
Dirección: Daniel Filho.
Intérpretes: Marieta Severo, Débora Falabella, Antonio Fagundes, Rodrigo Santoro, Fernanda Lima, Jô Soares y Giulia Gam.
Género: Comedia, Drama, Romance.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 87 minutos.
Origen: Brasil.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 03/11/2005.

Puntaje: 4 (cuatro)

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