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lunes, 29 abril 2024
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La muerte en vivo: Un suicidio instigado en prime time

Por Emiliano Fernández

A esta altura de los acontecimientos resulta indiscutible que los medios de comunicación construyen la opinión pública mucho más que lo que la reflejan o “adoptan”, desde ya guiándose por criterios exclusivamente comerciales y alejados de aquello que podemos llamar “bien común”. En la línea conceptual de la recordada Network– Poder que mata (Network, 1976), una de las obras mayores de Sidney Lumet, llega la interesante aunque muy inferior La muerte en vivo (Live!, 2007). Aclaremos que el film es un mockumentary o falso documental en el cual un equipo de cineastas independientes encabezados por Rex (David Krumholtz) sigue a Katy (Eva Mendes), la directora de programación de la alicaída cadena televisiva ABN, en su intento de llevar al aire un reality show extremo basado en la vieja y querida “ruleta rusa”.

Tanto delante como detrás de cámaras, todos los involucrados terminan aprobando el proyecto por considerarlo “histórico”, “redituable” o simplemente “divertido”. Así las cosas, la historia pone en primer plano los inconvenientes que debe sobrellevar la protagonista para conseguir la aprobación final y asegurarse la transmisión: el planeamiento general, el proceso de casting, los impedimentos legales, las barreras que traza el ente regulador, la desconfianza de los anunciantes y las reticencias políticas de los directivos de la estación, preocupados por conservar una relación mutuamente beneficiosa con el gobierno de turno. Los seis participantes se colocan en la cabeza un revólver con una única bala en la recámara: cada “ganador” se lleva un cheque de cinco millones de dólares.

Si alguien se pregunta qué ocurre con el perdedor, bueno… ni siquiera le pagan el entierro o la cremación. Nada de nada. La película propone un debate necesario acerca del papel de los medios de comunicación posmodernos, la explotación económica de manifestaciones sociales como la violencia, el planteo demencial de algunos programas centrados en la apología de la crueldad y la complicidad o inacción de las agencias estatales encargadas de una fiscalización inexistente. Mucho se ha hablado desde los ’90 hasta la actualidad del “intercambio democrático” que impulsan las redes virtuales como Internet (“punto-punto”, entre usuarios), pero lo cierto es que los medios de antaño como la radio, el cine o la TV (“punto-masa”) continúan determinando los patrones universales de percepción cultural.

El principal problema del film de Bill Guttentag pasa por la realización. Si en términos ideológicos la obra es más que loable, en lo que respecta al desempeño del elenco o el mismo guion encontramos una chatura que preocupa durante gran parte del metraje. Recién llegando al último segmento, el que abarca el desarrollo concreto del show en cuestión, se siente un fuerte repunte en cuanto al ritmo narrativo gracias a un par de vueltas de tuerca insertadas en el instante exacto. Eva Mendes nunca fue una gran actriz aunque aquí hace todo lo posible para que su presencia no afecte la credibilidad del discurso. Quizás con una mayor garra y originalidad este suicidio instigado en prime time hubiese ahondado en el análisis de un elemento fundamental: la triste pasividad de los televidentes/consumidores.

Título: La muerte en vivo.
Título original: Live!
Dirección: Bill Guttentag.
Intérpretes: Eva Mendes, David Krumholtz, Eric Lively, Katie Cassidy, Jeffrey Dean Morgan, Rob Brown, Jay Hernandez, Monet Mazur y André Braugher.
Género: Drama.
Calificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 96 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de estreno: 16/04/2009.

Puntaje: 6 (seis)

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