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lunes, 29 abril 2024
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El hombre que corría tras el viento: Una canción filmada

Por Marcos Rodríguez

Esta es una película que pretende ser poética, lo cual quiere decir: acción casi nula, personajes contemplativos (que cada tanto largan algún aforismo iluminador), acumulación de lugares comunes y diálogos artificiosos (por su “poetismo” y por su registro libresco e ibérico poco verosímil). Aun si el espectador estuviera dispuesto a entrar en ese juego, la película falla irremediablemente al no poder construir una verdadera atmósfera que justifique tanta artificialidad. Suena a poesía recitada sin sentimiento o, digamos, mucho sentimiento sin demasiada idea de qué hacer con una cámara.

Podríamos decir que El hombre que corría tras el viento es una “película de cantautor”, en referencia, por supuesto, a Ismael Serrano, quien escribió la historia original, es co-guionista y además la protagoniza. Él no canta durante la película, excepto en los títulos finales, durante los cuales suena su canción.

El director Juan Pablo Martínez, un egresado de la escuela de Eliseo Subiela, muestra en este su segundo largometraje un manejo correcto de la cámara y una pronunciada escasez de ideas. Lo poco que intenta resulta ramplón como, por ejemplo, cuando decide mostrar los flashbacks de hace un par de años como si fueran una filmación casera de la década del setenta conservada en el patio de atrás. Abundan (y sobran) los primero planos con miradas supuestamente intensas.

En este punto llegamos a las actuaciones, que son casi todas imposibles. Solo Jazmín Stuart, que tiene un encanto cinematográfico innegable, soporta el peso de la cámara y se roba prácticamente la película, a pesar de lo flojo que resulta su personaje (poco más que una risa efervescente y un supuesto misterio). Ismael Serrano no parece tener idea de lo que es actuar y su voz cobra cuerpo y un encanto innegable únicamente cuando recita una obra de la polaca Wislawa Szymborska. Lo suyo, claro, era eso. Por otro lado, Pasta Dioguardi interpreta a un ciego optimista y compinche, y no es capaz nunca de entregar un solo parlamento con una cadencia adecuada. Esto hubiera resultado crucial dada la sobreelaboración de los diálogos.

Hacia el final uno de los personajes le pregunta a Ismael Serrano qué lo llevó a ir al lugar en el que se encuentran en ese momento. Daniel (Serrano) mira a la chica en cuestión y le dice que es “una larga historia”; ella le dice que tiene tiempo. La cámara se aleja y vemos cómo el día transcurre alrededor de esta pareja mientras el personaje cuenta su historia (que es, básicamente, la película que estamos viendo). La realidad, sin embargo, es otra. La historia es bastante corta: un empleado de oficina que tiene una vida aburrida y pequeña ve todos los día a una mujer pasar frente a su ventana, se enamora de ella, pero su timidez le impide entablar una relación. En algún punto hay un giro fantástico que vuelve sobre esta idea. Y listo. El problema es que esta historia fue escrita por alguien que normalmente escribe canciones que duran unos 3 minutos. El hombre que corría tras el viento hubiera estado mucho mejor como cortometraje.

Al final, cuando por fin llegan los títulos, aparece la voz de Serrano cantando una canción que vuelve sobre los temas de la película. Y no sorprende: esa canción es mucho mejor que la película entera. Esa era la forma que pedía este material.

Título: El hombre que corría tras el viento.
Título original: Idem.
Dirección: Juan Pablo Martínez.
Intérpretes: Ismael Serrano, Jazmín Stuart, Pasta Dioguardi, Bárbara Lombardo, Roly Serrano y Oscar Nuñez.
Género: Drama, Romance.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 86 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de estreno: 03/09/2009.

Puntaje: 3 (tres)

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