Por Sergio Dobosz
Traslación a la pantalla grande de la famosa serie de dibujos animados (creada a finales de los años 60 y en plena efervescencia lisérgica de la juventud de la época por la fantástica asociación William Hanna/Joseph Barbera), Scooby-Doo combina actores con personajes de animación. El proyecto tardó cinco años en 
desarrollarse por las dificultades de encontrar un buen guión y al director correcto como así también a los actores más adecuados a los personajes de la serie.
Scooby-Doo y sus avispados amigos detectives Fred (Freddie Prinze Jr.), Daphne (Sarah Michelle Gellar), Shaggy (Matthew Lillard) y Velma (Linda Cardellini) son llamados individualmente a Spooky Island para investigar una serie de incidentes paranormales en el ultramoderno club nocturno Spring Break. Preocupado porque su popular centro turístico pueda estar realmente embrujado, el propietario de Spooky Island Emile Mondavarious (Rowan Atkinson) trata de volver a unir a esos detectives con fama de entrometidos para que resuelvan el misterio antes de que su secreto sobrenatural ahuyente a la multitud de universitarios que lo frecuentan. Scooby y la banda tendrán que superar sus diferencias personales y olvidar todo lo que creen que saben sobre falsos demonios y criaturas fingidas para resolver el caso, salvarse ellos mismos y posiblemente… al mundo.
Scooby-Doo es uno de esos films que se valen de su condición infantil para ocultar los inmensos defectos de sus propuestas. No hay ni un atisbo de inteligencia en alguna de las palabras que escuchamos o en alguna de las imágenes que contemplamos, decantándose la historia por presentar una sucesión de disparates, supuestos gags y secuencias de acción que, la verdad, tienen tanto brillo como Sylvester Stallone protagonizando una comedia. El guión cabe calificarlo como de auténtica basura, no ya porque esté repleto de convenciones, sino por culpa de que basa toda su existencia en estúpidos traspiés, amén de escenificar chistes burdos y groseros, recurso fácil para cualquier escritor que no desee molestarse en elaborar verdaderos gags de calidad (la escena en la que Scooby y Shaggy llevan a cabo una competencia de eructos y flatulencias es realmente vergonzosa y deplorable). El reparto es también uno de los grandes desaciertos del film, pues parece como si los actores estuvieran compitiendo para ver quién lo hace peor de todos ellos. 
Unos no sólo no se parecen nada a los personajes a los que dan vida (Fred y Daphne), sino que demuestran, una vez más, la suerte que tienen de seguir trabajando en importantes proyectos de Hollywood.
Pero no radica solamente en los actores el problema por el que la película funcione sólo de forma limitada. La necesaria combinación de misterio, humor y cierta dosis de miedo (ejemplo puntual es el brillante largometraje animado Scooby-Doo en la isla de los zombies), se muestra de forma confusa ante la profusión de medios técnicos y complicados decorados; de esta manera, las apariencias anulan el contenido de la historia transformándola en tonta, difícil de seguir, incomprensible y de escaso atractivo para los que conocimos la serie en su día. A pesar de mantener una continua acción, las situaciones a las que se somete a Scooby y a sus amigos no sobrepasan el contenido de un episodio cualquiera de televisión y ello, aunque parezca acertado, no es suficiente para dar soporte a un film. No obstante el director Raja Gosnell, responsable de engendros como Mi pobre angelito 3, nos traerá nuevamente al gran danés en el 2004. Por suerte, al cine, le queda bastante tiempo de felicidad.
Título: Scooby-Doo.
Título Original: Idem.
Dirección: Raja Gosnell.
Intérpretes: Freddie Prinze Jr., Sarah Michelle Gellar, Matthew Lillard, Linda Cardellini, Rowan Atkinson, Isla Fisher, Miguel A. Núñez Jr., Steven Grives, Charlie Cousins y Pamela Anderson.
Género: Comedia, Familia, Aventuras.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 89 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 10/10/2002.
Puntaje: 3 (tres)
