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lunes, 29 abril 2024
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El planeta del tesoro: Una aventura que vale oro

Por Juan Blanco

El Planeta del Tesoro es un Disney de pura cepa. Posee –no para mal- todos sus vicios tanto formales como temáticos: desde el comienzo con la familia rota y la derivada crisis del personaje central ante su búsqueda de pertenencia en el mundo, hasta la narración clásica y circular que hará de ese comienzo un problema solucionado una vez que el viaje le ayude a su protagonista a encontrar su destino y su razón de ser junto a los suyos.

De alguna manera inspirada gracias a la reciente Atlantis: el imperio perdido (también de Disney), El Planeta del Tesoro encuentra más de una intención en común con aquella, resultando menos comparable con algunas de las últimas producciones de la firma (Las locuras del emperador, Hércules). Estas dos, más que simples anécdotas plagadas de gags humorísticos son historias que trabajan sobre premisas más dramáticas. De hecho, la naturaleza de Atlantis y El Planeta del Tesoro obliga a creer que los universos que las fundamentan son más reales y tangibles que los de cualquier comedia liviana como Las locuras… o Hércules. Tal vez sean más dignas de comparación con títulos como El Rey León, Mulan, Tarzán o bien La Bella y la Bestia. Pero en algún punto Atlantis y El Planeta… dejan de parecerse tanto. Es más, diría que la segunda es la versión acertada de la primera. Quizás El planeta del tesoro no me hubiese gustado tanto si no me hubiese gustado tan poco Atlantis; pero lo concreto es que esta última sí me desahució lo suficiente como para ayudarme a encontrar en ella todos los elementos que hacen de El Planeta del Tesoro –por oposición- una experiencia realmente sólida, sorprendente y visionaria.

El problema con Atlantis venía con el intento de cristalizar un mito antiquísimo con una anécdota que se nos procuraba vender como auténtica y definitiva. Entonces la visión del guionista Tab Murphy no era una invitación a la aventura, sino una exposición arbitraria de “la verdad” acerca del mito popular del imperio perdido. Por el contrario, El Planeta del Tesoro deja intacto ese espíritu aventurero que supone descubrir un lugar remoto en el que yace un tesoro incalculable, y lo más importante es que el sólo hecho de tratarse de un planeta en lugar de una isla en algún punto geográfico de la tierra (como en la novela de Robert Louis Stevenson), permite que la odisea se extienda a los confines del universo, donde la aventuras no sólo pueden ser infinitas, sino muchísimo más peligrosas e innovadoras.

Atlantis sin querer le rezaba más a los estereotipos que al descubrimiento. El equipo que iniciaba el viaje en busca del imperio perdido era trivial y hermético; heterogéneo, sí –por complacencias del guión-, pero en conjunto invulnerable y vacuo. El Planeta del Tesoro ofrece personajes más disímiles entre sí, contradictorios, con sentimientos ocultos por descubrir y con móviles errados que se irán priorizando y suprimiendo con el correr del relato (véase el pirata cyborg John Silver, tan moderno como clásico, y tan malvado como romántico).

Respecto de sus formas, Atlantis presentaba dibujos cuadrados, con ángulos filosos, casi escasos de vida propia, como si el respeto hacia el mito griego fuera sólo traducible en una estética rígida, y eso se extiende a la creatividad trunca del relato. En cambio, El Planeta del Tesoro manifiesta una distensión en sus figuras mucho mayor y asume esa despreocupación que hace a un film de aventuras osado y fuera de toda ley o norma preestablecida. Es paradójicamente pura creatividad a partir de un relato clásico y archiconocido, y eso empieza por los gráficos.

Lo que los directores Ron Clements (también escritor) y John Musker procuraron fue extender el clásico de Stevenson La Isla del Tesoro hacia nuevos horizontes de aventura, mezclando el folklore propio de las historias de piratas, galeones y tesoros perdidos, con un futuro tecnológico cuya modernidad se traduce no sólo en algunos elementos de puesta en escena, sino en la misma técnica de animación con que se narra. El Planeta del Tesoro combina la animación en dos y tres dimensiones en un ejercicio tan sutil como espectacular. Otro punto en el que no puede -ni jamás podrá- competir Atlantis.

Título: El planeta del tesoro.
Título Original: Treasure Planet.
Dirección: John Musker, Ron Clements.
Voces originales: Joseph Gordon-Levitt, Emma Thompson, Patrick McGoohan, Martin Short, Michael Wincott y David Hyde Pierce.
Género: Animación, Aventura, Familia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 95 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 12/12/2002.

Puntaje: 9 (nueve)

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