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domingo, 28 abril 2024
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Roma: Madre Coraje

Por Omar Tubio

Hay películas que a pesar del paso del tiempo perduran en nuestra memoria por una razón o por otra. En el cine nacional títulos como La Patagonia rebelde, La tregua, Boquitas pintadas o La historia oficial ya pertenecen a un grupo selecto comúnmente denominado “clásicos”. Roma (2004) tiene destino de clásico y un podio asegurado entre lo mejor de nuestro cine.

Adolfo Aristarain, hoy por hoy el mejor director argentino, firma aquí su obra más ambiciosa –y si se quiere autobiográfica- de su prestigiosa carrera. Si bien Roma conserva puntos de contacto con sus films anteriores en cuanto a temática, ideología y su manera de ver el mundo, en este caso abre el abanico tocando otras cuerdas no tan habituales en él. La ambición se traduce en imagen al retratar con inigualable maestría tres décadas de la historia argentina sin apartarse de lo que quiere contar. Una historia sencilla, su historia (¿quizás?) y la de todos nosotros bajo la excusa mínima de un viejo escritor (Joaquín Goñez) que recuerda su vida con la idea de editar un libro de memorias, mientras un joven periodista lo ayuda a transcribirla. Así de paso, el tema generacional (tan afín a su obra) se hace presente una vez más.

Los años 50 retratan la infancia, la inocencia y los primeros sinsabores, reflejados en la primera perdida importante. Una época dorada donde la palabra de un hombre todavía tenía valor y la familia era el bastión inexpugnable. Y Roma, su madre, siempre presente.

Los 60 irrumpen en Buenos Aires con toda la explosión cultural al alcance de la mano. La música (el jazz) y el cine de autor son el principal alimento intelectual y el sexo deja de ser tabú. Los apremios económicos y la ausencia de un rumbo definido no impiden el goce de la vida y la aparición del amor. Y Roma, presente.

Los 70 son los años del desencanto y de la toma de decisiones. Aristarain no juzga ni baja línea. Están los que se quedan a lucharla desde adentro y los que como Goñez, tratan de entender lo que pasa desde lejos, sin lograrlo. No hay culpas sino víctimas de ambos lados. Y Roma ya no está. Es quizás el tramo más amargo de la película pero jamás cae en el panfleto.

El guión, del mismo Aristarain y su mujer Katy Saavedra con la colaboración de Mario Camus, es de una solidez extraordinaria y le sirve al director para hacer gala –una vez más- de su gran capacidad para la narración cinematográfica, de un clasicismo que deviene de su declarada admiración por el cine americano y sus grandes autores (¿John Ford?) y donde nada está puesto al azar, todo tiene su razón de ser. Es de destacar la cuidada dirección de arte en las diferentes épocas, reflejando una infrecuente producción que no escatimó en gastos para lograr credibilidad en sus aspectos visuales.

Roma nos habla de muchas cosas y todas importantes. La lealtad, la amistad, el amor filial y el de pareja, las convicciones religiosas, la familia, el compromiso y la falta del mismo, y ninguno de ellos es tratado con liviandad. Por eso Aristarain juega su carta más difícil, porque pone toda la carne al asador y no se le quema. Y en un director que ya había dado sobradas muestras de capacidad, de coherencia y de nobleza se le agradece la jugada.

Un elenco sin fisuras compone a los entrañables personajes que transitan por la vida de Goñez. Gustavo Garzón, como el padre en una corta pero jugosa intervención, Vando Villamil, el cálido tío Ateo, Marcela Klosterboer en un promisorio debut en el cine y Maximiliano Ghione, impagable como el amigo de correrías. José Sacristan como Goñez adulto impone su siempre sólida presencia y Juan Diego Botto no está nada mal en el doble rol de Goñez joven y el periodista (en un guiño juguetón de Aristarain), aunque en manos de un actor más visceral (como Leonardo Sbaraglia por ejemplo) hubiera ganado en intensidad. Dejo para el final a la Roma del titulo: Susú Pecoraro, quien en un esperado regreso al cine nos regala la mejor labor de su carrera. La actriz compone a la madre que todos quisiéramos tener y posee momentos ante cámara que conmueven hasta a las piedras. Su trabajo es de una calidad inusual en nuestro cine y engrandece la película. Realmente un acierto su elección para el rol.

Para el final no hace falta agregar que la recomendación es obvia y que no hay muchas oportunidades de ver cine nacional de esta calidad. Y es un Aristarain… con destino de clásico.

Título: Roma.
Título Original: Idem.
Dirección: Adolfo Aristarain.
Intérpretes: Juan Diego Botto, Susú Pecoraro, José Sacristán, Agustín Garvie, Vando Villamil, Marcela Kloosterboer, Maximiliano Ghione, Marina Gleezer, Gustavo Garzon, Carla Crespo, Marcos Mundstock, Raúl Rizzo, Jean Pierre Noher.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 155 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 15/04/2004.

Puntaje: 9 (nueve)

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