Por Juan Blanco
No puede decirse mucho de La nueva Cenicienta sin caer en la redundante cháchara sobre la decadencia de las comedias románticas americanas. Tampoco puede volver a contarse la historia de la Cenicienta, o tratar de participar al lector de algo novedoso desde ese 
aspecto. Al menos con respecto a lo de “no poder volver a contarse…” eso se creía. Pero es evidente que existe un público para todo, más aún cuando hay nuevas generaciones necesitadas de que “alguien” les desempolve los clásicos. Por eso, hay una “nueva versión” del cuento infantil en la que la chica del título pierde un celular en lugar del zapato a la famosa hora señalada. Y claro, hoy en día son tan chiquitos…
La nueva Cenicienta no se destaca, ni para arriba ni hacia abajo, en la letanía de comedias estudiantiles romanticonas en las que la doncella y el príncipe deberán besarse y vivir juntos para siempre… con las perdices y todo ese cuento. Lo gracioso del asunto (siempre según cómo se lo mire) es que a este tipo de proyectos es más difícil encontrarlos en falta que con virtudes a cuestas. A ver: las comedias de amor en la escuelita, con el quarterback galán y bobo, la novia mala y popular y la chica linda que no se considera como tal son todas iguales, sin tutía. Lo que hoy pueda fallar en una, falla en la fórmula en general. Pero he aquí el truco: la fórmula no falla, nunca lo hizo. De haber sido así en el pasado, no existirían los cánones que hacen hoy al cuento de hadas el paradigma absoluto del amor, la felicidad, la esperanza y quién sabe de cuántas otras cosas más. Si hoy una de estas películas falla no es por la fórmula en sí, sino porque probablemente haya problemas en los rubros técnicos, considerando desde una inconsistente parejita protagónica hasta un incompetente director (no es el caso de La nueva Cenicienta). Los guionistas, por su parte, seguramente hayan gestado los textos en piloto automático, procurando el éxito masivo por sobre la calidad intrínseca del producto. Por eso digo que en tanto estos proyectos no manifiesten serios inconvenientes formales es muy difícil que fallen, teóricamente hablando (distinto sucede con otros géneros en los cuales las fórmulas pueden ser más complejas y sus virtudes tener otras dependencias).
Ahora, lo traumático (y derivado de lo anterior) es que estos films no logran superarse a sí
mismos, así como tampoco logran sobreponerse a los clichés del género que hacen que hoy sea tan difícil creer en ellos. Pero bueno, hay que convenir en que tampoco ambicionan tal cosa. Por esto mismo cuesta afirmar que La nueva Cenicienta peca de ingenua en su tema, de trivial en sus recursos o de incorrecta en sus formas. Sobre lo último, si bien la película de Mark Rosman en efecto muestra más correcciones formales que estilo propio, logra salirse con la suya cumpliendo y dignificando. Los chicos (Hillary Duff y Chad Michael Murray) están bien, mientras que sobre el resto la propuesta misma asume su estandarización como productito fabricado en masa y para las masas, y así se conforma.
En última instancia, si en algo peca La nueva Cenicienta es en su misma existencia. Si se puede tolerar -u omitir- ese pequeño detalle no hay motivos para no poder disfrutar de esta vieja historia una vez más.
Título: La nueva Cenicienta.
Título Original: A Cinderella Story.
Dirección: Mark Rosman.
Intérpretes: Hilary Duff, Chad Michael Murray, Jennifer Coolidge, Regina King, Dan Byrd, Julie Gonzalo, Lin Shaye, Madeline Zima, Andrea Avery, Mary Pat Gleason y Aimee-Lynn Chadwick.
Género: Comedia, Romance.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 95 minutos.
Origen: EE.UU./ Canadá.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 18/11/2004.
Puntaje: 6 (seis)
