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domingo, 28 abril 2024
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El paraíso ahora: Entre el deber y la razón

Por Omar Tubio

Luego de que la Asociación de prensa extranjera le otorgara el Globo de Oro como mejor película de habla no inglesa, la Academia de Hollywood la nominó en el mismo apartado aún frente a las presiones de Israel, que hacía lo imposible por boicotear al film alegando que Palestina no estaba reconocido como Estado. Ya sea por dichas presiones o por lo urticante de su trama, El paraíso ahora se quedó sin Oscar. Y es que desde su presentación en el Festival de Berlín (donde también fue premiada) la película viene levantando polvareda y generando controversias entre las distintas facciones. Porque no sólo Israel se opone a ella argumentando apología de la violencia, sino que los mismos palestinos sienten que en el film se ven tergiversados sus ideales al exponer unos protagonistas con dudas y flaquezas frente a la causa.

Lejos de querer conformar a un grupo o al otro, el director palestino Hany Abu-Hassad brinda una mirada humanista a un conflicto territorial y religioso que lleva años sin resolverse y que no tiene miras de hacerlo en lo inmediato. Y lo hace desde el lugar más discutido y controvertido de esta contienda: los mártires suicidas que se inmolan portando bombas en su propio cuerpo. Pero ojo, quien espere un alegato panfletario justificando este tipo de accionar no sólo saldrá defraudado sino que descubrirá un llamado a la conciencia y a la sensatez tan lejos de la apología a la violencia como el de poner en víctima al oprimido.

Said y Khaled se criaron juntos y son entrañables amigos. Ambos viven en Nablus, un barrio de palestinos y trabajan en un taller mecánico. Khaled es extrovertido, jovial y de carácter decidido, mientras Said es su opuesto, callado y de mirada profunda y melancólica. Unas pocas pinceladas le sirven al director para mostrarlos como dos jóvenes cualquiera en sus vidas cotidianas. Pero la visita de otro hombre a la casa de Said nos pone rápidamente en tema con un pedido tan crucial como… ¿esperado? Tanto él como su amigo han sido “elegidos” para llevar a cabo una misión en Tel Aviv al día siguiente. Sin una pizca de asombro y con el destino sellado, Said asiente y comenzará a vivir sus últimas horas junto a su familia, a la que por supuesto deberá ocultar su asignación. Todos los preparativos, las comidas, la filmación de un video de despedida (donde Abu-Hassad se permite la única cuota de humor presente en el film), la purificación física y espiritual, la vestimenta y por último la minuciosa explicación de cómo manejarse con los explosivos pegados a su piel, pondrán en marcha el operativo, no sin antes obtener la venia del jefe mayor quien los bendecirá y les deseará la mejor de las suertes.

El paraíso ahora, desde ese momento, se convierte en una especie de thriller en donde todo lo que sucede es una carrera contrarreloj, poniendo al espectador en tensión no sólo por lo que se cuenta sino por cómo se lo cuenta. Entre tantos personajes masculinos emerge Suha, una joven que acaba de volver a su patria luego de estudiar en Francia y que lleva como “mochila” el ser hija de un mártir de la causa. Paradójicamente, o quizás por ello, Suha se opone a esos métodos de lucha y se convierte en la voz progresista dentro y fuera de la película misma. El director la utiliza como el artífice de las dudas sembradas entre los protagonistas y como la voz de la conciencia en un Said que, a su vez, ve corroída su alma al ser hijo de un colaborador de los israelíes. Y a la vez es la cuota de corrección política con la que el film aquieta las aguas en función de las acusaciones recibidas.

Por supuesto que Abu-Hassad se permite sus buenas criticas al gobierno de Israel y a su política opresora y expansionista, poniendo en boca de uno de los personajes el leit motiv de la película: “cómo es posible que el opresor se convierta en la víctima” y repitiendo sin cesar el sentimiento y el pensar del palestino medio: “nos sentimos inferiores por la inmensa superioridad armamentista de ellos y nos sentimos presos en nuestro propio territorio”. Quizás lo que resuma todo esté en un reportaje que un diario le hizo al director, en donde se le preguntaba si él aceptaba o rechazaba este tipo de ataques: “No puedo aceptarlos de ninguna manera porque van en contra de mis principios, pero tampoco puedo condenarlos porque la causa es justa”.

La última toma de El paraíso ahora es demoledora y plantea una vez más el interrogante de siempre… ¿hasta cuando?

Título: El paraíso ahora.
Título Original: Paradise now.
Dirección: Hany Abu-Assad.
Intérpretes: Kais Nashif, Ali Suliman, Lubna Azabal, Amer Hlehel, Hiam Abbass, Ashraf Barhom.
Género: Crimen, Drama, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 91 minutos.
Origen: Israel/ Francia/ Alemania/ Países Bajos.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 22/06/2006.

Puntaje: 8 (ocho)

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