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domingo, 28 abril 2024
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La señal: Un policial fundamentalista

Por Emiliano Fernández

La señal (2007) es una de esas pocas películas argentinas que no generan carcajadas, bostezos o pena al verlas (no hay que olvidar la vergüenza ajena…). Si a esto le agregamos el hecho de que es un producto de género con vistas a un público masivo, la cosa se pone mejor. Y si además tenemos en cuenta que proviene de lo que podríamos denominar “cine mainstream nacional” (hasta Telefé puso dinero), por más problemas que tenga aquí o allá, la propuesta se posiciona dentro de lo mejorcito de este año. Pero lo loco en serio es la identidad del responsable máximo detrás de cámaras… nada menos que el “debutante” Ricardo Darín! Con la asistencia de Martín Hodara, retomó un proyecto que iba a filmar el ya fallecido Eduardo Mignogna, el cual no sólo firmó el guion, sino que también escribió la novela homónima en la que se basa el film. De este rejunte de voluntades salió un buen exponente del policial negro, bastante chato y estereotipado en el contenido pero correcto y llevadero desde lo formal.

Una obsesión se vislumbra desde la primera escena. La señal quiere ser un film noir en la más pura tradición norteamericana, dejando de lado la corriente francesa y las reformulaciones posmodernas. La historia es esquemática y predecible hasta el extremo. Detective duro, amargado y fumador empedernido de los ’50 (Darín) contratado por una mujer fatal (Julieta Díaz) para seguir a un hombre misterioso, que por supuesto termina asesinado en lo que claramente es una olla a presión lista para chorrear corrupción, avaricia, sexo y balazos. La contrapartida humorística es encarnada por Diego Peretti, aquí como el compañero simpático del protagonista. Los personajes están delineados con trazo grueso, sobran unos cuantos diálogos y los enfrentamientos con los “malos” son más que rudimentarios. Si por un lado el relato le resta puntos a la película, por otro el ritmo aletargado y la prolijidad general entregan profesionalidad, generan interés y consiguen entretener sin moralinas berretas ni mensajes obvios.

Un plus adicional es ver a Darín haciendo de Bogart a la criolla durante los años peronistas. Esta situación despierta alguna que otra sonrisa contextual. Las citas y referencias a clásicos de Hawks, Huston y Wilder están a la arden del día y nos recuerdan qué lejos estamos de aquellos retratos de los bajos fondos metropolitanos. Por suerte el equipo de realizadores no se obnubiló con el voluminoso presupuesto y trabajó muy bien los rubros técnicos. La señal apunta a que el espectador se sienta a gusto, aceptando sus lugares comunes y limitaciones narrativas a cambio de una irreprochable sincronía con el género. Este espíritu cinéfilo, casi inexistente en el cine nacional, transita caminos poco convencionales, tópicos negados y códigos aparentemente desconocidos para la mayoría de los directores locales. Un film que se asume como entretenimiento, adopta un formato no habitual y sale relativamente airoso de este brete merece ser rescatado, por supuesto indicando sus falencias.

Se nota la experiencia ganada por Darín a lo largo del tiempo, en especial la interesante acumulación de cineastas y películas de los últimos 10 años. La chapa de “buen actor” es una combinación un tanto bizarra de talento especifico, éxitos inesperados, inconsciente colectivo e incitación de los medios. La señal nos recuerda que, guste o no, es lo más parecido que tenemos a una estrella hollywoodense que, además de facturar y atraer al público, es tan carismático y diestro en lo suyo que uno le termina creyendo (cada vez quedan menos de estos ejemplares…). El elenco no desentona y ayuda a redondear una lograda pero elemental historia de detectives a la vieja usanza. El fundamentalismo desde el cual Darín y compañía se aproximan al policial no compromete la idoneidad disciplinaria y la oportuna jugada hacia un tono suave y contenido, propio de los admirados representantes originales.

Título: La señal.
Título Original: Idem.
Dirección: Ricardo Darín, Martín Hodara.
Intérpretes: Ricardo Darín, Diego Peretti, Julieta Díaz, Andrea Pietra, Vando Villamil, Carlos Bardem, Luis Solanas, Walter Santa Ana, Luciano Cáceres y Martin Slipak.
Género: Policial negro, Crimen.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 95 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 13/09/2007.

Puntaje: 6 (seis)

El staff opinó:

En el ámbito académico se sabe que para estudiar los contenidos de un tema -cualquiera sea éste- existen a grandes rasgos dos técnicas, que a la vez se pueden complementar: la del razonamiento (que fija los contenidos a través de la comprensión) y la de la memoria (que generalmente lo hace de modo superficial). La Señal, en relación a los deberes de estudio que representaba para nuestra cinematografía intenta abordar el policial negro, está más cerca de la -poco eficaz- técnica de estudiar estrictamente de memoria; implicando, en este caso, no haber comprendido a fondo los conceptos que componen al género. Una película esmerada, cierto, pero que se resiente en la previsibilidad de su esquema, en la anemia del rubro actoral y, por sobre todas las cosas, en la carencia de poesía y emoción en el plano estético (entiéndase también por narrativo). Otro deficiente, aunque tímidamente válido, intento del cine argentino de “jugar” a representar géneros que no se preocupa por entender más allá de la superficialidad de la puesta en escena ocasional; film noir (pero a la porteña) a duras penas en su artificial –y mejorable- fotografía. ¿Te quedó claro, pibe…?-. Juan Blanco (5 Puntos)

Un guion sin peso específico dentro de un género tan sofisticado como el policial negro puede arruinar al proyecto más meticulosamente diseñado. Es lo que ha sucedido con La señal, una película que se quedó huérfana de dirección al fallecer Eduardo Mignogna el pasado año. El nudo central es el equivalente al planteo, o poco más que eso, de un film noir tradicional. Con tantas limitaciones argumentales a cuestas poco importa si la factura técnica es correcta o si las actuaciones resultan más o menos creíbles. Carente de tensión interna, la historia aburre tanto como para que miremos más el reloj que lo que sucede en escena. Un verdadero desperdicio de talento…-. Diego Martínez Pisacco (5 Puntos)

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