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lunes, 29 abril 2024
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Lamb: Pérdida, duelo y un cordero

Por Soledad Colina

La primera impresión apenas el espectador comienza a visionar a Lamb seguramente es la inquietud y el desconcierto. Su primeros planos, dónde se nos muestra a un grupo de caballos trotando en un helado paisaje islandés, casi fantasmal y luego a otro grupo de ovejas en enormes corrales, pero que miran a la cámara con miradas aterradas y llenas de miedo, quizás viendo algo que nosotros solo escuchamos a través de la banda sonora, son realmente evocadoras y nos dan un indicio de lo que vendrá.

Siguiendo un poco con esta tendencia actual del cine de género fantastico naturalista (son nombrados ejemplos La bruja de Robert Eggers o Midsommar de Ari Aster y sus elementos disruptivos) , y con bastantes recursos del subgénero Folk Horror (ese que se basa principalmente en leyendas locales y paganas), el realizador Valdimar Jóhannsson ofrece en Lamb, su opera prima, una especie de cuento de hadas oscuro y nórdico sobre la pérdida de un hijo, el posterior duelo y la esperanza de una madre para volver a realizar su frustrada maternidad, así sea con un animal.

Maria (Noomi Rapace) y su marido Ingvar (Hilmir Snaer Gudnasor) son dos granjeros en una desolada tierra islandesa. Su vida cotidiana es tranquila, pero muy solitaria. Hablan muy poco entre ellos y se los notan tristes y apagados. Han perdido un bebé y a causa de este tráfico episodio viven en duelo, especialmente María.

Un día como es la norma, les toca ayudar a dar a luz a una oveja, pero algo sale mal, la madre muere y uno de los corderitos nace con poblemas, por lo que deciden llevarlo a su casa para cuidarlo mejor. Extrañamente María adopta al animal, que llamarán Ada, como si fuera un hija y quizás por el gran trauma que acarrea con su esposo, ambos no consideran esta acción ni rara ni anormal, simplemente es lo que les tocó. Ellos sólo buscan un poco de alegría y felicidad en su apagada vida.

La llegada a la granja del hermano de Ingvar, Petur (Bjorn Hlynur Haradalsson), un ex músico con severos problemas de alcoholismo, modificará un poco la vida normal y paternal que lleva la pareja con Ada. De más está decir que Petur no ve a la relación con el animal como la norma, y eso traerá conflictos con la pareja.

La película está dividida en capítulos, y con el correr de ellos veremos qué Ada no parece un corderito más. Los otros animales la miran con asombro y hasta temor. Es a partir de allí que el director se apoya en las leyendas o mitología de su país, y decide inclinar su relato lógicamente al género fantástico y con unos FX muy bien utilizados. También es fantástica la fotografía en la gama de los tonos grises y marrones a cargo de Eli Arenson, con mucho de intrigante y misteriosa.

La actriz sueca Noomi Rapace está excelente en su interpretación, llena de matices y por momentos amorosa y maternal, su María es realmente fascinante.

La geografía y el paisaje del lugar, especialmente en un invierno helado y desolado, ayudan mucho a lograr un ambiente extraño y inquietante. Filmada en tiempos de pandemia, no muestra como el encierro de distintas índoles o por diferentes causas pueden transformar nuestra supuesta normalidad.

En sobradas palabras Lamb es una fantástica opera prima, merecida ganadora a mejor película y actriz en el último Festival de Cine Fantástico de Sitges, que nos da un interesante enfoque sobre la soledad, la crianza, las familias disfuncionales y hasta de la cordura.

Titulo: Lamb.
Titulo original: Idem.
Dirección: Valdimar Jóhannsson.
Intérpretes: Noomi Rapace, Hilmir Snær Guðnason, Björn Hlynur Haraldsson, Ester Bibi y Ingvar Eggert Sigurdsson.
Género: Fantástico, Drama.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 106 minutos.
Origen: Islandia/ Polonia/ Suecia.
Año de realización: 2021.

Puntaje: 8 (ocho)

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