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sábado, 27 abril 2024
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Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados: Mayonesa cortada

Por Luis Pietragalla

Dicen que decía André Bazin que las películas son como la mayonesa: cuajan o no cuajan. (Bazin fue un notable crítico y teórico francés fallecido en 1958, inspirador de la nueva ola francesa a través de la formación de sus directores, y, además, cofundador de la revista Cahiers du Cinéma).

Dos cosas buenas: los dos niños adolescentes protagónicos no usan la magia ni superpoderes para resolver sus problemas; emplean la racionalidad a través de la tecnología (ella) o los conocimientos adquiridos por medio de los libros (él). No es poco en una película para chicos norteamericana de esta era filo-oscurantista donde increíbles, equis expedientes, vampiros, muñecos malditos, reencarnados, perceptores de percepciones extra sensoriales, fantasmitas y otros abundan en la oferta audiovisual. También son cosas buenas la interesante dirección de arte y algunos momentos del anacronismo que mezcla autos de los 50 con ropas del siglo XIX (no puede dejar de evocarse la precisión dramática de ese recurso en el Brazil de Terry Gilliam (Reino Unido, 1985) ni tampoco cierto airecillo a la estética neorromántica de Tim Burton.

Pero hay más cosas buenas: los chicos son creíbles y sinceros; no así los adultos, todos tontos o malvados, obligados a sobreactuar su estereotipo -Jim Carrey y quien lo dobló incluidos-, aunque con la excepción de Meryl Streep (la intervención de Dustin Hofman más que actuación es un cameo). Siguiendo con los chicos, la hermanita menor es un prodigio de paciencia del director y su equipo, del que no tiene poco mérito el compaginador. La suma da por resultado una buena y simpática actuación de los tres actores más jóvenes. El falso comienzo y cada interrupción del escritor también suman puntos por su originalidad y cuestionamientos. Hasta aquí llegan las cosas buenas.

El final, muy de acuerdo a nuestra era post torres, es ojo por ojo para el malvado conde Olaf (Jim Carrey). Además, siempre habrá alguien que te persiga, algún eje del mal. El filme cumple al pie de la letra el postulado E.M.I. (Espectáculo – Moraleja – Inmersión) del cine comercial de hoy. Respecto del E.M.I., el Hollywood actual (y también otras cinematografías) tienden a que el asunto de sus filmes trate sobre lo excepcional, sobre circunstancias que no son parte de la vida cotidiana y que sean dignas de verse por su excepcionalidad (Espectáculo).

La Moraleja: estos espectáculos alguna enseñanza “positiva” dejan, de acuerdo a la moral o a la moralina en boga. En esta película tiene que ver tanto con el ojo por ojo mencionado como con el voluntarista siempre se puede, emparentado en nuestros días con la nueva moda de las teorías sobre la resiliencia (neologismo en castellano que viene del inglés resilient, donde significa resistente o elástico); esta nueva concepción insta a la capacidad de las personas para resistir situaciones adversas; una mezcla de la resignación cristiana con un acatamiento de lo que te toca en la vida.

La Inmersión pasa por la ilusión de estar dentro de la película como si se fuese parte de ella: el sonido envolvente, las subjetivas extremas, los desplazamientos circulares de la cámara y otros recursos favorecen este procedimiento que se opone al distanciamiento, donde el espectador tiene un momento de reflexión sobre lo que está presenciando. En una palabra, es lo opuesto a otros modos de hacer cine, tales como muchos autores del último cine argentino, del iraní o de la mencionada Nouvelle Vague (pueden distinguirse entre otros estrenos recientes -o casi- obras como Sarabanda, Mar adentro, En la ciudad, La niña santa, que estarían en sus antípodas.)

La película que nos ocupa no cuaja; no logra, más allá de la tecnología y el dinero desplegados, el encanto del cuento infantil. El universo que propone suena poco verosímil ya que no son explicadas cuestiones de causa y efecto que el mismo relato propone. Un estreno reciente, Un Santa no tan santo, también crea un universo irracional mimetizado en la realidad; pero sus personajes tienen coherencia interna por lo que sus acciones son verosímiles.

A veces el exceso de peripecias no garantiza la fluidez del relato y puede causar fatiga por acumulación. Es el caso de estos eventos desafortunados.

Título: Lemony Snicket, una serie de eventos desafortunados.
Título Original: Lemony Snicket’s A Series Of Unfortunate Events.
Dirección: Brad Silberling.
Intérpretes: Jim Carrey, Liam Aiken, Emily Browning, Kara Hoffman, Shelby Hoffman, Timothy Spall, Catherine O’Hara, Billy Connolly, Luis Guzman y Meryl Streep.
Género: Aventura, Comedia, Basado en libros.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 108 minutos.
Origen: EE.UU. / Alemania
Año de realización: 2004.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 03/02/2005.

Puntaje: 5 (cinco)

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