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sábado, 27 abril 2024
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Harry Potter y el Cáliz de Fuego: Con la muerte en los talones

Por Omar Tubio

Pocas veces en la historia se ha visto una conjunción del fenómeno “literatura ligada al cine” como la generada por la saga de las aventuras del mago más joven y más famoso, o sea Harry Potter. Lo que empezó como un éxito editorial pocas veces visto, por fuerza y por negocio, se trasladó a la industria cinematográfica convirtiéndose también en una jugosa franquicia que camina casi a la par de la otra. Su autora, J.K. Rowling, pasó del total anonimato a ser una de las personas más ricas del Reino Unido y por ende, a considerársela como a una mujer poderosa. ¿A cuento de que viene toda esta introducción? A que nunca como en esta serie de films, se advierte la presión y la manipulación que ejerce la creadora del personaje sobre la libertad artística del director a cargo de la obra fílmica.

El cáliz de fuego, cuarta entrega de Harry Potter, fue recibida en los EE.UU. con una inusitada algarabía y con las mejores reseñas con las que ha contado hasta ahora la saga. Curiosamente no ha pasado lo mismo en nuestro país, en donde casi por unanimidad las críticas han sido tibias y discretas, perdiendo por comparación con su predecesora, El prisionero de Azkabán de Alfonso Cuarón, por varios cuerpos. Allí donde el director mexicano había logrado una perfecta cohesión entre los personajes y la historia, la poesía y la magia, la imagen y la palabra, y en donde se denotaba una total libertad para adueñarse del material encomendado, Mike Newell (Cuatro bodas y un funeral, Donnie Brasco) el cineasta inglés elegido para El cáliz de fuego, vuelve a caer (aunque no tanto como le había pasado a Chris Columbus) en el obligado respeto a la novela original y en tratar de condensar las más de 700 páginas del libro en casi dos horas y media de película. De esa manera son tantos los personajes que aparecen y desaparecen casi por arte de magia (Gary Oldman, el incongruente personaje de Miranda Richardson, etc) y son tantas las situaciones por las que deben atravesar que en algunos casos terminan por no profundizarse lo suficiente como para generar el interés necesario.

Lo más atractivo de este cuarto capitulo se sostiene en el despertar sexual que comienza a aquejar a los tres protagonistas y que hace eclosión en los preparativos y en la concreción del baile anual de la escuela de Hogwarts. Allí surgen los primeros escarceos amorosos, las miradas furtivas, las frustraciones y alguna que otra escena de celos que ponen un poco de pimienta en las hasta ahora muy inocentes relaciones sostenidas entre ellos. El otro punto de inflexión es el esperado encuentro (no por Harry sino por nosotros) de Potter con su archienemigo Lord Voldemort, responsable de la muerte de sus progenitores y deseoso de terminar finalmente con la tarea inconclusa. Este tramo es sin dudas lo mejor de la película y el motivo de la tan publicitada calificación “no apta para menores de 13 años” con la que salió El cáliz de fuego a la luz. Todo lo oscuro, lo negro y revulsivo de la propuesta descansa en esos veinte minutos finales, aunque tampoco es para tanto. Suena más a marketing que a una real preocupación por la salud mental de los menores que concurran a verla.

Todo lo demás y que ocupa las otras dos horas restantes tiene que ver con la gran competencia por la Copa de los tres magos en la que participan otras dos escuelas invitadas, de las cuales saldrán los mejores tres estudiantes, quienes competirán en sendas y letales pruebas para demostrar cual es el mejor. Claro que a los tres elegidos (mayores de 17 años) se le sumará Harry Potter por un curioso designio del mentado cáliz que lanza su nombre ante el asombro de todos los presentes. Obviamente esto tendrá que ver con el desenlace antes mencionado y gracias a las turbias manos de un personaje que no es lo que parece. Como siempre en todos los films de la serie, la trama detectivesca está presente.

Lo bueno de ver a estos chicos crecer junto a sus personajes, es que a la vez crecen como actores. Tanto Harry (Daniel Radcliffe) como Hermione (Emma Watson) han madurado dramáticamente con el correr de las películas y esto se nota. No es el caso de Ron (Rupert Grint) a quien se lo sigue encasillando como el torpe y algo bobo de la función, cosa que a estas alturas termina por cansar y no causa el efecto deseado. Como en todas las Harry Potter siempre aparece un personaje que se roba la escena. En este caso son dos: “Mad Eye” en la piel del magnífico Brendan Gleeson y el mismísimo Lord Voldemort en toda una creación del irreconocible Ralph Fiennes. Del equipo estable siempre es un placer observar los mínimos pero certeros gestos del Profesor Snape (Alan Rickman).

Para los fanáticos de Potter estas líneas no importarán en lo más mínimo y gozarán de la película de igual manera que los libros. No echarán de menos nada en absoluto ya que prácticamente todo está allí. Y quizás ese sea el secreto de su éxito, aunque a la imaginación se le haya restado crédito.

La quinta entrega ya está en pre producción y por lo que se sabe la dirección estará a cargo del ignoto David Yates. ¿La Rowlings habrá tenido algo que ver?

Título: Harry Potter y el Cáliz de Fuego.
Título Original: Harry Potter and the Goblet of Fire.
Dirección: Mike Newell.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Rupert Grint, Emma Watson, Robbie Coltrane, Michael Gambon, Alan Rickman, Ralph Fiennes, Tom Felton, Miranda Richardson, Brendan Gleeson y Gary Oldman.
Género: Aventura, Familia, Fantasía.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 157 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Warner.
Fecha de Estreno: 24/11/2005.

Puntaje: 6 (seis)

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