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lunes, 29 abril 2024
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La fuente de la vida: La muerte como un acto de creación

Por Emiliano Fernández

Verdadera injusticia cinematográfica, en Argentina tendremos que conformarnos con la edición en DVD de la ultima maravilla de Darren Aronofsky, recordado responsable de los neo clásicos Pi (1998) y Réquiem para un sueño (Requiem for a Dream, 2000). Su tercera y ultima película, el ambicioso drama de ciencia ficción La fuente de la vida (The Fountain, 2006), lamentablemente no pasará por las salas, dejando de lado lo que podría haber sido una experiencia cinéfila única, cautivante y enriquecedora.

El film plantea tres planos de existencia dentro de los cuales la pareja protagónica, encarnada por Hugh Jackman y Rachel Weisz, se enfrenta a los mismos avatares relacionados con la irremediable llegada de la muerte y la esperanza de una vida posterior. El “presente” está determinado por los intentos desesperados del Dr. Tom Creo por encontrar una cura al cáncer a través de la experimentación con unas muestras biológicas extraídas de un misterioso árbol de Guatemala, mientras que su esposa Izzi sufre de un inoperable tumor cerebral. En el “futuro” somos testigos de un viaje espacial hacia la estrella moribunda Xibalba, en donde el mismo doctor recorre las galaxias en una inmensa burbuja estelar con la sola compañía de un esplendoroso árbol del que va desprendiendo su corteza para consumirla y garantizarse la vida eterna. El “pasado” es todavía más extraño: es la lectura encarada por Creo de una novela llamada La Fuente (The Fountain, de allí el titulo del film), escrita por su mujer. En esta meta historia, situada en el siglo XVI, el conquistador español Tomás es enviado por la reina Isabel hacia la “Nueva España”/ América en busca del “árbol de la vida” al que hace referencia la Biblia. Mientras que la monarca padece los constantes ataques del Gran Inquisidor Silecio (Stephen McHattie), Tomás parte no solo en busca del origen mismo de la creación, sino también pensando en la prometida recompensa real de convertirse en el “Adán” de su soberana Isabel.

La película combina y dosifica magistralmente estos tres relatos en sus acertados 96 minutos, creando en todo momento una atmósfera tan cálida como melancólica. No se puede más que agradecer a Aronofsky la decisión de utilizar con discreción los CGI y centrarse más en otros trucos visuales para retratar el viaje sideral (principalmente se filmaron las reacciones químicas de distintas sustancias bajo la influencia de agentes físicos como el calor, la luz y la electricidad). Esto dio como resultado una apariencia general natural y menos forzada o clavada en su época, abierta intención del realizador. Al tono poético y sentimental del guion se suman una excelente fotografía basada en coloraciones doradas y una composición musical acertada que sutilmente complementa las imágenes sin caer en clichés o crescendos innecesarios. Sorprende también el gran trabajo de Weisz y Jackman, especialmente de este ultimo, el cual viene entregando logradas actuaciones en muy buenos films (El Gran Truco y Scoop, son ejemplos de ello).

La fuente de la vida es una obra singular y subyugante. No es solo una interesante exploración visual de lo que podría ser el surgimiento de la vida, empalmada al deceso y la reconversión en tanto lados B de la misma moneda. También funciona como un bienvenido exponente de una variante de la ciencia ficción cada vez menos considerada desde el Hollywood mainstream, la fantasía filosófica. Parándose en la vereda de la ciencia ficción madura y para adultos pensantes, el film no pierde nunca su foco, la inabarcable y nunca cerrada temática vida/ muerte, y al mismo tiempo desarrolla magníficamente su tragedia central, la cual está sustentada en una historia de amor trunco y conflictivo. Mucho aporta conceptualmente que la estrella agonizante a la que se dirige Tom, Xibalba, represente para los mayas el lugar donde las almas de los muertos van para renacer. De hecho, la posibilidad de reparación y de un reencuentro futuro sobrevuela toda la realización (en una antológica escena el personaje de Jackman le dice a su jefa, interpretada por Ellen Burstyn, “la muerte es una enfermedad como cualquier otra. Y existe una cura. Una cura. Y yo la encontraré”). Si por un lado tenemos la pasividad representada en la aceptación de lo que viene por parte del personaje de Weisz, por el otro lado y sobre todo, la película se centra en la actividad, el movimiento y el luchar encarnados en la negación y la terquedad de Jackman. Por supuesto que el corazoncito de Aronofsky está del lado de ella (no solo porque es su esposa en la vida real). Quizás las referencias al budismo nos den una pista de las hasta ahora desconocidas inclinaciones místicas del realizador (en varias escenas vemos a Creo en la clásica posición de meditación, como ausente de sí mismo esperando la llegada del nirvana).

A pesar de no poder apreciarla en pantalla grande, por lo menos tenemos el consuelo de la edición hogareña. No hay que dejar pasar un film tan compacto y certero como este, uno entregado a abrir debates sin vanaglorias, egolatrías ni propuestas tajantes y violentas prefabricadas para el publico seudo intelectual (los europeos son constructores expertos de esos combos arty para exportación global y festivales varios…). La delicadeza, la sutileza y el buen gusto no suelen ser elementos recurrentes en el cine actual, y mucho menos en el estadounidense (desaparecido ya casi como está el cine independiente valioso de décadas anteriores). Como siempre termina ocurriendo, el cinéfilo acaba por depender de autores concretos de los cuales esperar las películas que salven la temporada. No quedan dudas: Aronofsky quería su 2001, Odisea Espacial (2001: A Space Odyssey, 1968), y sin llegar a ese inalcanzable techo cinematográfico, logró un onírico y no lineal palimpsesto sobre la muerte como un acto de creación.

Título: La fuente de la vida.
Título original: The Fountain.
Dirección: Darren Aronofsky.
Intérpretes: Hugh Jackman, Rachel Weisz, Ellen Burstyn, Sean Patrick Thomas, Donna Murphy, Cliff Curtis, Mark Margolis, Stephen McHattie y Ethan Suplee.
Género: Drama, Misterio, Romance.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 97 minutos.
Origen: EE.UU./ Canadá.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Gativideo.
Fecha de lanzamiento: 12/04/2007.

Puntaje: 9 (nueve)

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