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domingo, 28 abril 2024
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I’m not there: ¡Sos la presa, Bob!

Por Emiliano Fernández

A años luz de las biopic convencionales, I’m Not There (2007) es una panorámica maravillosa inspirada en “las muchas vidas de Bob Dylan”. Todd Haynes demuestra una vez más que es un cineasta extraordinario, poseedor de un discurso propio que se destaca por la fuerza de sus opiniones, los cautivantes argumentos utilizados para defenderlas y la rica imaginación visual puesta al servicio de la comunicación con los fans. Aunque el film puede resultar paradójico si consideramos el público indefinido al que apunta: sin conocer gran parte de los detalles del devenir dylanesco, uno no podrá comprender las referencias; pero si se los tiene presente, aún así es posible que la propuesta parezca un tanto extrema desde el punto de vista conceptual. I’m Not There parece pedir a gritos que receptores con mentes abiertas estén del otro lado, tan interesados en la música del ícono como en el cine entre experimental y llanamente surrealista. Ya formulada la advertencia, conviene adentrarnos en este viaje alucinante por las eternas contradicciones del polémico Dylan.

Haynes se decidió por un abordaje abstracto, que abarca el objeto a través de seis representaciones metafóricas de las distintas etapas de la carrera. A su vez, cada representación cuenta con su propia estructuración formal. Pero por suerte tanta ambición rinde sus frutos artísticos y consigue atrapar a lo largo de los 135 minutos de duración. Los personajes entran y salen con gran sagacidad en este caos narrativo controlado, aportando capas sucesivas a un retrato ya de por sí ampuloso, abiertamente subjetivo y muy obsecuente. Con respecto a este último punto, bien podemos afirmar que I’m Not There es el opuesto exacto de Velvet Goldmine (1998) y su ataque directo sobre la figura del genial David Bowie. Si aquella era casi una denuncia contra el “artificio” detrás del glam y los cambios personales concienzudos, esta es una suerte de celebración de la “sinceridad” por parte del diletante más literal y penoso de la incoherencia ideológica (las incongruencias musicales, en cambio, son siempre bienvenidas). Parece que Bob no sabía lo que hacía.

Tratemos de explicar quién es quién en esta ensalada para ordenarla cronológicamente en el camino. Woody Guthrie (Marcus Carl Franklin) es el primer Dylan, aquí un niño de color que busca hacerse de un nombre cantando en furgones, ferias y casas particulares (aclaremos que Guthrie era una leyenda del folk al que el músico admiraba). Luego tenemos a Jack Rollins (Christian Bale), el Dylan militante que abrazaba el formato de la “canción de protesta”, cubierto a través de entrevistas cercanas al documental expositivo. Arthur Rimbaud (Ben Whishaw) es un “grandes éxitos” de las declaraciones públicas del artista, ahora un joven obsesionado con la alta literatura simbolizada en el poeta francés (en este caso el film toma la apariencia de un video registrado por la policía con motivo de un interrogatorio cara a cara). Jude Quinn (Cate Blanchett) es el Dylan que se electrifica y al que los fundamentalistas del folk tratan de “Judas”: aquí se combinan en un bello blanco y negro situaciones de Don’t Look Back (1967) y numerosas citas explícitas a 8 ½ (1963).

Pero la historia no termina allí, todavía faltan las figuras más lisérgicas e imaginativas (aunque es difícil juzgar si son las más valiosas…). Robbie Clark (Heath Ledger) es un actor amargado y egoísta que engaña a su mujer y batalla por la custodia de sus hijos: ahora tenemos una representación del pesimismo existencial, el conflictivo divorcio y la incursión cinematográfica en el clásico de Sam Peckinpah Pat Garrett & Billy the Kid (1973). Después reaparece el bueno de Jack bajo el ropaje del “Pastor John” (otra vez Bale en un “documental”) para ofrecer un pantallazo por los años ‘80, los divagues religiosos y su reconversión a cristiano devoto. La actualidad/vejez está imaginada de una forma muy elaborada y críptica: en un western revisionista nos topamos con Billy the Kid (Richard Gere), referencia nada inocente a los segmentos de reclusión y ostracismo. Así el señor sale a la luz nuevamente, entra en contacto con personajes loquísimos y termina uniéndose a una procesión a lo Fellini (animales salvajes, muchas máscaras y pocas explicaciones).

Más allá del collage sensorial y los pasajes bizarros, el entusiasta del rock podrá identificar al menos tres opiniones especificas de Haynes (pero no muy originales): 1) el Dylan primitivo según él era anacrónico y no le cantaba a su época; 2) el nihilista de mediados de los ’60 se transforma en cínico debido a que se da cuenta de que “con las canciones no se puede cambiar el mundo”; y 3) aquel Dylan que cantaba panfletos de protesta y el fanático religioso son el mismo (ambos personificados por Bale). Este último punto aparentemente se debe a que el muchacho y el hombre mayor estaban en crisis y buscaban “algo relevante”, primero fue el movimiento por los derechos civiles de las minorías y luego las exploraciones relacionadas con la fe ciega en dioses de aquí o allá (se sabe que cambió varias veces de secta…). También nos encontramos con pormenores hilarantes en relación a sus encuentros con distintas personalidades, todos en el período ejemplificado por una excelente Cate Blanchett (hay cruces con Allen Ginsberg, los Beatles y hasta Brian Jones).

El cineasta disfruta de una libertad sin igual en I’m Not There. Claramente tuvo el visto bueno de Dylan o sus allegados: la banda sonora está repleta de temas originales y cuenta con covers a cargo de gente como Sonic Youth, Tom Verlaine y Eddie Vedder de Pearl Jam. No olvidemos tampoco que el narrador es nada menos que Kris Kristofferson. Otro ítem más para oponer el film a su primo Velvet Goldmine: Bowie le había prohibido a Haynes utilizar su música, así la película sufría mucho por la presencia de composiciones “tipo Ziggy Stardust” (a diferencia de lo que sucede aquí, ni siquiera pudo usar la canción homónima que inspiró el título). Amén a la separación de Bowie en dos, uno andrógino para los ’70 y otro elegante y pop para los ’80, antecedente de este desarrollo multiactoral destinado a un único personaje. También resuena desde lejos la obra maestra de Buñuel Ese oscuro objeto del deseo (Cet obscur objet du decir, 1977). Tan talentoso como auto-indulgente, Haynes captura a su escurridiza presa y al mismo se le escapa para siempre.

Título: I’m not there.
Título Original: Idem.
Dirección: Todd Haynes.
Intérpretes: Cate Blanchett, Heath Ledger, Christian Bale, Richard Gere, Ben Whishaw, Marcus Carl Franklin, Charlotte Gainsbourg, Julianne Moore, Michelle Williams, Bruce Greenwood, Kyle Switzer y Kris Kristofferson.
Género: Biografía, Drama, Musical.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 135 minutos.
Origen: EE.UU./ Alemania/ Canadá/ Francia.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Pachamama Cine.
Fecha de Estreno: 19/06/2008.

Puntaje: 9 (nueve)

El staff opinó:

A contracorriente de las biopics habituales; solamente un director de la talla de Todd Haynes podía sacarle el jugo a un icono tan controversial y multifacético como Bob Dylan. Sencillamente una obra maestra.Pablo E. Arahuete (10 puntos)

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