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domingo, 28 abril 2024
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El baño del Papa: Esperando al Mesías

Por Pablo Arahuete

El éxito cosechado en numerosos festivales internacionales, entre ellos el prestigioso Festival de Cannes, se debe a que El baño del Papa estuvo planificada en el comienzo desde dos puntos de vista: un producto for export para seducir las ávidas miradas europeas que parecen enterarse de lo que pasa -fronteras afuera- gracias al cine, pero también con los ojos puestos bien adentro para que el grado de proximidad con los públicos locales sea lo suficientemente sólido para encontrar un lenguaje común y una realidad tan verosímil como la de la vuelta de la esquina. Podría decirse -sin ánimo de comparaciones- que esta coproducción uruguaya, francesa y brasileña logró gracias al talento de sus realizadores, Enrique Fernández y César Charlone, equilibrar una buena historia, con un racimo de personajes identificables y queribles, acompañados de una capa de profundidad que trasciende el mero costumbrismo y consigue definirse con un lenguaje propio y personal, tal como ocurría con Mundo grúa de Pablo Trapero.

La anécdota es lo suficientemente rica como retrato de la miseria de un pueblo limítrofe con el Brasil. Se trata de Melo cuyos habitantes esperan con ansias la llegada del Papa Juan Pablo II, que en el año 1988 estuvo de gira por Latinoamérica. Entre ellos, Beto (César Troncoso, gran actuación), su esposa Carmen (Virginia Méndez), su hija adolescente Silvia (Virginia Ruiz) y el resto de sus vecinos. La expectativa de los lugareños no se debe tanto al acontecimiento religioso. Lejos de la fe -entendida por las Sagradas Escrituras- estos seres de carne y hueso son el ejemplo viviente de la necesidad, quienes ponen la otra mejilla no por elección sino por destino. Todos anhelan la llegada del Papa simplemente para beneficiarse económicamente, dado que especulan que llegarán al pueblo miles y miles de fieles en busca del mensaje papal y esos miles son potenciales consumidores de comida, bebida y servicios. Así, en el ejercicio cotidiano del sálvese quién pueda, con escasas pero reales cuotas de solidaridad entre pares, cada vecino empeña lo poco que le queda en función de poder armar un puestito y sacar una diferencia. Pero Beto, quien contrabandea mercadería junto a sus amigos para sobrevivir corriendo el peligro de ser atrapado por los inspectores aduaneros o la gendarmería, busca destacarse sobre los demás y lleva hasta las últimas consecuencias un alocado emprendimiento: construir un baño en el frente de su casa para alquilar sus servicios. Mezcla de arrogancia, impotencia, egoísmo y desesperación, Beto atraviesa un dilema que pone en jaque su ética, aunque su entorno continuamente lo arrastre en la dirección contraria.

Resulta llamativo que este film coral abarque a partir de un guión -muy bien estructurado y riguroso- temáticas tan abstractas como la moral, la ética, la superstición y la fe, valiéndose del detalle y la metáfora y no de los subrayados habituales. El registro casi documental elegido para insertar esta tragicomedia en un micro universo definido por la dinámica de un pueblo sin ningún futuro y donde la inmovilidad social se vive día a día es más que adecuado. Sin embargo, ese camino de abstracción, o si se quiere de la moral abstracta, encuentra su revés en la realidad pura y concreta que viven los personajes, entre quienes no faltan aquellos que sueñan con ser diferentes como Silvia, la hija de Beto, que aspira ser locutora de radio para no terminar estancada como su madre en los quehaceres domésticos.

El comienzo del film es claro y no edulcorado: a campo traviesa, la tracción a sangre de Beto y sus compadres se resiente en cada pedaleo de la bicicleta cuando a los costados pasan más veloces las motos que seguramente lleguen a destino mucho antes que ellos. Una ruta por donde transitan quienes transaron con los puestos de aduanas y llevan mercadería al pueblo. Hacia el costado del camino los bagalleros de siempre, quienes deben soportar la humillación de la autoridad, cuando no, perder toda la carga.

No obstante, la mirada de los realizadores por suerte se aleja de la complacencia o la calidez que a veces tapa los hechos concretos. Es la mirada que pudo haber tenido Buñuel con sus Olvidados (1950); la que no juzga pero tampoco consiente, sino más bien ensancha la brecha visible entre los que tienen y los que no y esa brecha paradójicamente encuentra en esta obra sus aspectos más tangibles que dan por tierra con cualquier discurso moralista o estigmatizante.

Título: El baño del Papa.
Título Original: Idem.
Dirección: César Charlone, Enrique Fernández.
Intérpretes: César Troncoso, Virginia Méndez, Virginia Ruíz, Mario Silva, Nelson Lence, Henry De Leon, Jose Arce, Rosario Dos Santos, Hugo Blandamuro.
Género: Comedia, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 90 minutos.
Origen: Uruguay/ Brasil/ Francia.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de Estreno: 01/01/2009.

Puntaje: 8 (ocho)

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