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domingo, 28 abril 2024
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Las viudas de los jueves: Country House

Por Emiliano Fernández

Al considerar las características singulares de la carrera de Marcelo Piñeyro, uno se ve obligado a dividir su producción en dos períodos. Por más que se mantengan algunas constantes vinculadas a la ambición formal y una suerte de profesionalismo mainstream “a la argentina”, debemos señalar que sus trabajos de la década del ’90 con Aída Bortnik como coguionista son superiores a los emprendidos a posteriori con Marcelo Figueras. El realizador ha demostrado inteligencia en la selección de los proyectos pero poca imaginación a la hora de la ejecución concreta: Tango feroz: la leyenda de Tanguito (1993) fue un exploitation grosero con el rock nacional durante la dictadura como centro y Caballos salvajes (1995) hizo lo propio con las road movies desérticas de corazoncito social. Mal que pese, la altisonante Cenizas del paraíso (1997) continúa siendo su mejor película hasta la fecha a fuerza de un planteo interesante, una correcta construcción narrativa y un cúmulo de composiciones más o menos rescatables por parte del elenco.

El quiebre hacia el margen negativo llegó con la hilarante Plata quemada (2000), un opus tan sobrecargado y ridículo que no dejaba espacio para su pretendida gravedad psico-sexual. Las fallidas Kamchatka (2002) y El método (2005) poco hicieron para revertir la tendencia y sólo consiguieron sumarle más enemigos. Así comenzaron a actualizarse viejas acusaciones en torno a su histórico maniqueísmo, los relatos plagados de estereotipos, las carencias en el desarrollo general, el abuso de distintos golpes de efecto y su preocupante ineptitud en cuanto a la dirección de actores. Lamentablemente todos estos ingredientes vuelven a estar condensados en su última propuesta, Las viudas de los jueves (2009). Desde el vamos el asunto no prometía demasiado: estamos hablando de la adaptación cinematográfica de la obra ganadora del Premio Clarín de Novela 2005 (en el círculo literario no existe galardón que meta más miedo…). Recordemos para el caso Una noche con Sabrina Love (2000), aquel mamarracho insufrible a cargo de Alejandro Agresti.

Ninguna sorpresa depara el destino. Nuevamente nos topamos con una trama exigua que deambula perdida por un sinfín de fórmulas gastadas y diálogos con pretensiones alegóricas, intentando sin éxito llevar el combo hacia el terreno de los thrillers franceses de autocrítica burguesa- “modelo Claude Chabrol”. En diciembre del 2001, los vecinos del country Altos de la Cascada se conmocionan ante el hallazgo de tres cadáveres en la piscina de una de las casonas del lugar. A través de numerosos flashbacks y flashforwards, la historia pinta hasta qué punto la existencia idílica de este conjunto execrable de amigos y esposas esconde patologías para todos los gustos (violencia matrimonial, enfermedades terminales, insatisfacción sexual, mentiras cómplices y siguen las firmas…). Si en los films más recientes de Piñeyro el problema principal pasaba por una progresión dramática que arrancaba expectativas durante los primeros minutos para luego caer en elementos previsibles y remanidos, ahora ni siquiera contamos con ese estimulante puntapié inicial.

En Las viudas de los jueves el director no logra invocar el espíritu de Cenizas del paraíso, falla en ítems que hasta este momento habían sido su fuerte y desperdicia la oportunidad de ofrecer una reflexión transversal sobre casos similares al presentado en el libro homónimo de Claudia Piñeiro (por ejemplo, los tristemente célebres crímenes de María Marta García Belsunce y Nora Dalmaso). La película coloca a la intriga en un papel secundario en función de un discurso bastante leve centrado en la inevitable decadencia de un estilo de vida basado en la alienación, la hipocresía y la paranoia. Este eje conceptual se extiende en diferentes componentes como el pulso apaisado, la escenificación de poco vuelo, un puñado de insignificantes viñetas paralelas, una edición que parece improvisada y esos tristes cuestionamientos sociales que obedecen a esquemas predigeridos, estériles en su cauteloso conformismo. En lo que hace al desempeño del elenco, resulta imposible encontrar algún tipo de matiz que permita destacar la interpretación de tal actor por sobre la de su colega.

Son cuatro en total las familias retratadas. Si bien Pablo Echarri fue perfeccionando su desenvolvimiento con el transcurso de los lustros, en una competencia histriónica aún hoy puede ser derrotado por un potus con un ego de escasas proporciones. Leonardo Sbaraglia sigue haciendo de Leonardo Sbaraglia y conviene no hablar de los otros dos tablones de madera terciada (nos referimos a Juan Diego Botto y Ernesto Alterio). Sin embargo cabe aclarar que las protagonistas primordiales son las señoras del título, un grupo que no le escapa al medio pelo: Ana Celentano, Gloria Carrá, Gabriela Toscano y Juana Viale. En especial se percibe la incomodidad de la nieta de Mirtha Legrand, desfasada en el rol de la típica esposa sexy con un cuerpo de una adolescente de 15 años. Basta con decir que Vera Spinetta, la menor del famoso clan, aquí componiendo a la hija de Alterio, está entre lo mejorcito del film… La incoherencia sistemática, los vaivenes teatrales y el tono acartonado hacen mella en un verosímil moribundo. La ficción queda relegada ante el salvajismo real.

Título: Las viudas de los jueves.
Título original: Idem.
Dirección: Marcelo Piñeyro.
Intérpretes: Pablo Echarri, Gloria Carrá, Leonardo Sbaraglia, Juan Diego Botto, Ana Celentano, Ernesto Alterio, Gabriela Toscano, Adrián Navarro y Juana Viale
Género: Basada en novela, Crimen, Drama, Misterio.
Calificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 122 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2009.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de estreno: 10/09/2009.

Puntaje: 3 (tres)

El staff opinó:

El nuevo opus de Marcelo Piñeyro se ocupa tibiamente de las esquirlas que dejara el estallido socio económico del 2001 en el micro universo de un barrio privado al que la realidad sólo llega por televisión. Su retrato de la clase media alta, contradicciones, miserias y miedos resulta apenas correcto desde el punto de vista del guion contando con las ajustadas actuaciones de un elenco muy parejo en el que resaltan Juana Viale y Pablo Echarri. Sin embargo, el film por sus ambiciones está un escalón por encima de cualquiera de los episodios de la exitosa “Amas de casa desesperadas” sin poder despegarse de cierto lastre televisivo que termina dejando la sensación de que el director de El método no logró escindirse de la novela que tenía como referencia. Una película sin vuelo propio; quizás correcta, sí, pero con sabor a poco…Pablo E. Arahuete (5 puntos)

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