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sábado, 27 abril 2024
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Alma de héroes: El olvido es su meta

Debo confesar que las películas basadas en hechos extraídos de la vida real me causan cierto recelo irracional. Pese a que la eficacia de la historia muchas veces me termina conformando en términos puramente artísticos, hay como un prejuicio perenne esperando irrumpir cada vez que el consabido cartelito aclaratorio aparece junto a los créditos. Alma de héroes no es una excepción.

El combo de “fábula deportiva plus lucha contra la adversidad” que propone el realizador Gary Ross está provisto de tantos clichés que nadie en su sano juicio lo asociaría a eventos históricos sucedidos hace setenta años. Y sin embargo el caballo de carreras Seabiscuit existió, así como su jockey Red Pollard y los demás personajes principales. Lo que hace con ellos Hollywood… ya es harina de otro costal. La parábola de Seabiscuit desde que lo descubre el entrenador Tom Smith hasta su consagración en los hipódromos más importantes de los Estados Unidos es desarrollada con clasicismo por Ross a lo largo de dos horas y veinte minutos de metraje. Una duración seguramente excesiva para lo que se está narrando, aunque se agradece la paciencia artesanal del realizador que, aplicado y didáctico, se preocupa por contextualizar la época antes de arrancar con la trama en sí.

Hay varias incongruencias insólitas que permitieron el surgimiento de la leyenda. Seabiscuit era un caballo muy chico, arisco por haber sido maltratado de potrillo, con un jockey demasiado alto y corpulento para sustentar pretensiones serias de ganar. Los seguidores del turf y mucho público ajeno a este deporte se sintieron identificados con esta pareja despareja que destrozaba récords en plena crisis socio-económica durante la gestión de Franklin D. Roosevelt en la presidencia. La popularidad del animal se extendió a tierras fronterizas con enorme fuerza. Hasta que la desgracia les mostró la cara. Sendos accidentes provocaron lo que parecía ser el prematuro, definitivo, retiro de Seabiscuit y su jinete del circuito hípico. La mala noticia no logró menguar el interés desbordante de millones de personas que, a la distancia, sufrían empáticamente por el destino esquivo del equino mientras aguardaban por un milagro. Y éste llegó, claro. Ningún productor yanqui hubiese tomado la decisión de filmar Alma de héroes sin un final edificante y acorde a su tan mentado “american way of life”.

A sabiendas de que en el guión las sorpresas brillan por su ausencia, Gary Ross procura compensar esa profunda previsibilidad con una puesta en escena prolija, que confía demasiado en lo que pueda aportar una fotografía extraordinaria, una música emotiva milimétricamente calculada para aflojar mocos en secuencias claves y ese formidable tridente actoral que conforman Tobey Maguire, Jeff Bridges y el oscarizado Chris Cooper (actor de reparto 2003 por Ladrón de orquídeas).

Como símbolo de una época lejana y/o como lección de vida al uso, la película no agrega nada nuevo. Entretiene en sus pasajes más movidos pero en muchos otros la temida indiferencia sobrevuela peligrosamente el relato. Alma de héroes, como Seabiscuit, se pierde al galope en un horizonte difuso. Por desgracia, el olvido es su meta.

Título: Alma de héroes.
Título Original: Seabiscuit.
Dirección: Gary Ross.
Intérpretes: Tobey Maguire, Jeff Bridges, Chris Cooper, Elizabeth Banks, William H. Macy, Gary Stevens, Eddie Jones y David McCullough.
Género: Drama, Época, Deportes.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 140 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 23/10/2003.

Puntaje: 5 (cinco)

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