Por Juan Alfonso Samaja
*Se advierte al lector que la crítica contiene spoilers
Una familia latina desaparecida, una mujer misteriosa, el asesinato de Ray King (J.K. Simmons), y un último mensaje en su brazo izquierdo descubierto por la agente Medina: “contacten a al Contador”. Medina (Cynthia Addai-Robinson) intentará resolver este último caso en el que trabajaba su antiguo jefe, y para ello se asociará con los 3 hermanos Christian (Afleck), Justine (Allison Robertson) y Braxton (Jon Bernthal), con quienes desarticulará una red de trata de personas.
Crítica
Dicta el viejo refrán “segundas partes nunca fueron buenas”. Y si bien es un refrán con algunas refutaciones en su haber, esos casos de excepción han sabido aprovechar las virtudes singulares de su predecesora, agregando o desarrollando elementos nuevos que amplían o resignifican los elementos de la trama ya existente. Pero aquí no estamos para explayarnos sobre otra excepción a la sentencia, sino para justificar la calificación de aquello que la confirma.
Lo mejor del relato son, sin duda, las escenas de acción y la dupla entre Ben Afleck y Jon Bernthal, cuyos momentos en pantalla consiguen una química realmente lograda. La película tiene un buen ritmo y se sostiene con mucha entereza hasta el desenlace. Sin embargo, presenta varios defectos estructurales, la mayoría arrastrados desde la versión anterior (y no resueltos en esta segunda versión), y algunas deficiencias nuevas.
La trama y las líneas narrativas
La historia se presenta como una continuidad cronológica exacta desde la primera versión de 2016. Y esta trama presenta 3 vertientes: la línea narrativa de los agentes del tesoro y sus vicisitudes, la relación tensa entre Christian y su hermano, y la trama en relación al caso que se focaliza en la familia Sánchez, y puntualmente en la mujer misteriosa.
1) Los agentes del tesoro
En cuanto a la primera línea, nos encontramos con Ray King quien se ha jubilado, ocupando su lugar la agente Medina, quien (como antes su jefe) se ha estado beneficiando de la información estratégica que le suministra la “dama británica (Justine), y con la que ha podido resolver los últimos casos. Esta situación se le presenta como un conflicto moral pues siente que no se ha ganado realmente la silla que ocupa. El punto más flojo de esta primera línea argumental es la falta de profundización psicológica alrededor del personaje de Medina, y su escasa participación en los acontecimientos hacia la segunda mitad de la película. El conflicto moral que se plantea, reducido a un cliché burdo y literal (no se siente cómoda en las sillas de su oficina), y se resuelve prácticamente como un deus ex machina sobre el desenlace. Creo que este personaje se ha desaprovechado muchísimo y en dos importantes aspectos: por un lado, en lo que atañe a la acción y los acontecimientos principales de la misión; por otro, en lo que afecta a la trama sentimental. Sobre esta última me explayaré más tarde, al presentar la segunda línea narrativa.
Respecto a la acción y los acontecimientos, en la primera película la agente Medina, al menos mostraba sagacidad e ingenio para descubrir al Contador. En esta segunda película, en cambio, se manifiesta prácticamente inútil, y casi todo lo que propone es ninguneado y mejorado por Wolf (Ben Affleck) y su equipo. Esta ostentación de impericia de la agencia gubernamental frente a la eficacia inverosímil de la institución Harbor quita al personaje gran parte de la justificación y pertinencia en la trama, siendo su único valor estar vinculada al descubrimiento sobre el pasado de Anaïs/Edith; hecho que no descubre ella por sí misma, si no que le es revelado por el médico que ha participado en la cirugía y tratamiento a Edith Sánchez (Daniella Pineda). Por todo otro concepto, su función narrativa ha sido convocar a Wolf para que la ayude a resolver el caso, y al mismo tiempo quejarse de que sus métodos no se adecuan a la normativa.
2) La trama sentimental
La segunda línea está asociada a la parte emocional del protagonista, y se desdobla en dos dimensiones: su intento por conseguir una pareja, y el reencuentro con su hermano Braxton (Jon Bernthal), a quien no ve desde hace 8 años. La recomposición del vínculo fraternal funciona muy bien en la película, y se ha desarrollado suficientemente. El asunto de la vida amorosa, en cambio, es el tópico más inorgánico de la trama; aparece en dos escenas diferentes, distanciadas entre sí, y con cierto desarrollo: a) la escena del sistema de citas al que Christian asiste para conocer mujeres y b) la escena de la taberna a la que asisten los hermanos para emborracharse, donde Christian terminará conociendo a la hermosa Angie. Estas dos situaciones, a pesar de que individualmente funcionan de modo correcto, ninguna se vincula con el resto de la trama, y nada de lo que ocurre en ella será retomado más tarde. Si había verdaderamente una intención de desarrollar la perspectiva romántica del héroe, la agente Medina hubiera sido la opción más razonable como contraparte romántica; ella ya está en la escena, es la que estableció el primer contacto con Wolf, es soltera y –en su condición de agente gubernamental- se presenta como una figura fuerte y de oposición al héroe, de modo tal que la confrontación legal podría haber sido un buen escenario para la confrontación erótica.
3) El conflicto central
La tercera línea presenta, en principio, la misma deficiencia que ya presentaba la primera entrega: la ausencia de un villano fuerte con una psicología bien delineada, que pueda constituir un contrapeso suficiente para sostener la tensión dramática. A diferencia de la versión de 2016, donde no se revelaba la identidad del villano hasta la secuencia final, en esta segunda película lo conocemos desde el comienzo: se trata de Burke (Robert Morgan). Pero a pesar de estar identificado desde las primeras escenas, el personaje tiene una participación incluso más escasa y errática que en la película anterior, y, de hecho, no llega a interactuar siquiera una vez con los héroes.
En la película de 2016 la ausencia de un antagonista fuerte podía -hasta cierto punto- justificarse por la linealidad de la misión encomendada, y el factor sorpresa alrededor de unas identidades que se develan hacia el desenlace. Pero esto no ocurre en la segunda parte: ni hay revelaciones sobre personajes protagónicos en el desenlace, ni el conflicto presenta aquella simplicidad. Por lo tanto, ausente un antagonista de peso y careciendo del factor sorpresa, lo único que nos quedaría es un conflicto jugoso y atractivo.
Pero la trama alrededor del nudo resulta, opulenta, errática y con elementos dispersos; sabemos que una familia ha desaparecido, que buscan al hijo de esta familia, que el padre ha sido asesinado hace algunos años por gente vinculada al tráfico humano desde México, que luego han asesinado al abuelo del niño, y, finalmente, que su madre desaparecida ha sido atacada, y sufrido un accidente que la ha llevado a perder la memoria. Sin embargo, las razones del ataque a la madre y los motivos en general de los crímenes cometidos por Burke, así como el interés que manifiesta King por la familia de Edith Sánchez, y por su hijo, no terminan nunca de aclararse.
Y el exceso de recursos con poca articulación se presenta también alrededor de la institución Harbor, que reaparece, pero en una versión excesiva como una escuela de súper genios, al estilo de la de Charles Xavier de los X-Men. En síntesis, todo lo que en la versión 2016 fue simpleza y minimalismo, reaparece ahora con una necesidad de mostrar que se tiene más que antes; pero tener más elementos no es incrementar complejidad, sobre todo si esos elementos agregados no consiguen articularse orgánicamente.
Título: El Contador 2.
Título original: The Accountant 2.
Dirección: Gavin O’Connor.
Intérpretes: Ben Affleck, Jon Bernthal, Cynthia Addai-Robinson, J.K. Simmons, Daniella Pineda, Allison Robertson, Grant Harvey, Kristen Ariza y Cassandra Blair.
Género: Secuela, Acción, Thriller, Crimen.
Calificación: AM 16 años.
Duración: 124 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2025.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de estreno: 24/04/2025.
Puntaje: 5 (cinco)