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miércoles, 1 mayo 2024
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Para Pablo…

CineFreaks Argentina informa con dolor que ha perdido a Pablo E. Arahuete, su director y alma mater. Quienes hacemos la página continuaremos la actividad para que no se pierda su enorme legado: casi dos décadas de trabajo incesante como crítico de cine, uno de los más destacados de la Argentina. Intelectual, humanista, escritor de un vuelo deslumbrante y dueño de una inteligencia preclara, Pablo nos deja un mensaje de superación ante la adversidad y un inigualable amor por la vida. A continuación parte del staff actual e histórico del sitio le dedicamos unas palabras a nuestro querido amigo.

-Pablo amaba las letras, el cine, la música… y no me olvido de River Plate. Dejando de lado lo deportivo pudo usufructuar todo su conocimiento, intelecto y disciplina en esa trifecta por la que se desbordaba de pasión. Escribió mucho desde muy joven. Cuentos, ensayos, critica. Publicaba en la revista cultural El Anartista y colaboraba con otros medios. Las películas eran su gran debilidad. Cursó en la Asociación de Cronistas de Cine de la Argentina y estudió la carrera de Tecnicatura en crítica en la Escuela Superior de Cinematografía (luego Film College). Previamente, allá por los noventas, se había recibido de Licenciado en Periodismo y Comunicación en la Universidad Kennedy. Era una esponja, absorbía y absorbía con esa inquieta mente brillante suya. Y lo que generaba con todo ese background al volcarlo en sus textos causaba asombro. Así de bueno era.

El fanatismo por el cine haría que nuestros caminos se entrecrucen. Lo conocí en una función privada de prensa en el Hoyts Abasto muy poco tiempo después de ingresar a CineFreaks. ¿Fecha tentativa? Mayo o junio de 2003. Juan Blanco me había hablado de Pablo y anticipado sobre su situación personal de modo que cuando lo vi en su silla de ruedas me acerqué para presentarme. Fue el comienzo de una relación de amistad y trabajo que alcanzaría los 19 años (aunque prefiero creer que será eterna). En este 2022 CineFreaks cumple su segunda década online de modo ininterrumpido, un logro que se lo debemos a su tenaz gestión al frente de la página desde que quedamos como únicos responsables a fines de 2009. Sin su espíritu incansable y ese entusiasmo tremendo para seguir adelante cuando todos abandonaban el barco, CineFreaks hubiese bajado la cortina hace mucho. Pablo alimentó y sostuvo el sitio con su amor todoterreno, tanto por el séptimo arte como por el periodismo al que elevó a una altura de gigante. Yo me quedé a su lado esperando el día en que me diría con su querible y familiar voz: “Diegote… hasta acá llegamos con CF. Lo intentamos y fue lindo mientras duró, pero ya está”. ¿Adivinen qué? Esa charla nunca sucedió, sólo la imaginé. Mi amigo nunca tiraría la toalla tan fácilmente.

A Pablo se le caían las virtudes de los bolsillos: era un pensador encomiable con ideas en permanente ebullición; su inteligencia saltaba a la vista de inmediato por su propio peso, no porque buscara exhibirla; deslumbraba con su capacidad literaria y fue un crítico de cine extraordinario, nadie podría decir lo contrario, pero yo lo admiraba aún más por su coraje para no dejarse amedrentar por sus limitaciones físicas. Si alguien estuviera en sus zapatos… ¿sería un sempiterno optimista como lo era él? Confieso que yo hubiese fracasado en esa empresa. Con los años empecé a practicar un ejercicio mental al lidiar con algún inconveniente en mi vida cotidiana: me imaginaba qué haría Pablito en esa instancia. No me di cuenta enseguida pero su presencia, como las ondas en el agua al caer un cuerpo sólido, modificó positivamente mi forma de pensar -y accionar-. Sin pretenderlo, su influencia fue dejando un sedimento profundo. Innumerables reuniones en su casa, con cenas y tertulias con amigos que lo adoraban, fueron construyendo un vínculo entrañable que tuvo a nuestra página web como frente de batalla. Pablo se dedicó a ella con fervor maniático, casi como una obsesión profesional. Cuando se fueron yendo los fundadores del sitio Pablo no se dejó maniatar por el desaliento -tal palabreja no entraba en su ADN-, por el contrario, persistió en su plan de convertirlo en el mejor portal de crítica posible. Su esfuerzo no pasó desapercibido. CineFreaks y Pablo se convirtieron en sinónimos. El resto es leyenda.

Hoy lloramos su prematura e injusta partida, pero sé que las enseñanzas que nos dejó casi sin proponérselo calaron hondo en cada uno de nosotros. Pablo nunca se rindió pese a sufrir muchísimas adversidades y hasta el último día siguió soñando con hacer su trabajo con el mismo empuje de aquellos años iniciáticos. Era humilde, generoso, gracioso y un gran amigo. Su valentía, talento y don de gente estarán conmigo lo que me quede de existencia. PEA, querido, conocerte fue un regalo divino y tu amistad me cambió para siempre. Gracias por eso…

Diego

-Paul querido, no me salen las palabras, se resisten. El corazón está roto y el cerebro y las manos no se coordinan. Pero lo intentaremos, lo lograremos; si algo me enseñaste fue a resistir ante cualquier adversidad, a no rendirme… Tanto que me gustaría decirte y no sé por dónde empezar. Lo único que tengo claro es que no quiero hablar sobre vos como si no estuvieras, te quiero hablar ‘a vos’, con la esperanza de que todavía puedas leerme, escucharme. No creo que alguna vez hayas tenido dudas de lo que estoy a punto de decirte, pero estos son momentos donde uno concluye que hubiera sido mejor decir las cosas por su nombre, ser más explícito, transparente; y pensar que dejé escapar oportunidades de hacerlo es algo que me va a aquejar por un tiempo… lo no dicho en voz alta, lo no expresado de manera más frecuente y contundente. Porque siempre pensamos que íbamos a tener más tiempo, que era eventual la vuelta a algún tipo de normalidad y el reencuentro. Cuánto me apena, cuánto lo siento, hermano. Pero no querría empezar por arrepentimientos o disculpas que sé que jamás necesitarías ni exigirías de nadie. Prefiero empezar por decirte que te quiero, que es un privilegio haberte tenido en mi vida por tanto tiempo, que es un honor haber tenido tu cariño y confianza. Que fue un orgullo haber sido testigo de tu talento profesional y haber tenido la oportunidad de absorber de rebote algunos de tus infinitos conocimientos y amor por el arte. Sin discusión, un crítico prodigioso, un apasionado del cine como nunca vi ni volveré a ver… y la prueba definitiva de que la crítica es una forma de arte en sí misma. Elevaste la disciplina y a Cinefreaks a una magnitud que jamás nos imaginamos cuando la empezamos allá por el 2002, y fue todo tu logro, con un empeño todoterreno y un grado de compromiso que solo alguien con tu adoración por el cine podría haber llevado a cabo como lo hiciste. Gracias por honrar ese legado, por adoptar a ese bebé tan problemático y ruidoso que abrazaste y criaste de maravillas, y por invitar a tanta gente a formar parte de su vida; gente que hoy te saluda y recuerda como un creador de oportunidades, como el patriarca de una comunidad tan linda y tan valorada. Gracias por tanto, Paul… Gracias por ser mi amigo, por demostrármelo cada vez que hablamos y nos vimos, por aceptarme con mis defectos, por nunca juzgarme, por preocuparte y aconsejarme cuando lo necesité, por abrirme las puertas de tu hogar durante años, por las tantas cenas, charlas miles y noches alegres con amigos/familia, por las tantas aventuras en funciones de cine compartidas. Tanto, tanto. Nunca conocí a nadie más contento de ver a sus amigos, más humilde y agradecido de sentirse acompañado, siempre tan predispuesto a pasar un buen rato, tan abierto a cualquier propuesta, más no sea por hacernos sentir bien y complacer a tus afectos. ¿Te acordás de esa noche que hasta comiste zapallitos por el solo hecho de que yo te los había cocinado, sin saber que los detestabas? Tu Má no podía creerlo, jajaja. Porque cuando se trata de generosidad y empatía, no tenés igual, sos el paradigma a seguir cuando se duda de la capacidad humana (sabés que al respecto yo tuve crisis varias, y más de una vez me trajiste de vuelta). Tu fuerza y voluntad son contagiosas, inspiradoras; ojalá algún día pueda aspirar a dominar un pequeño porcentaje de todo eso que siempre hiciste ver y sentir tan natural. Como vos, ninguno, jamás. Y como esas épocas en tu casa, los cuatro mosqueteros reunidos pelotudeando hasta altas horas de la madrugada, traficando cine y dudosos artes con Dieguito, y tratando de interpretar los chistes idiomáticos de Ale (entre sus siestas), tampoco habrá. Tiempos imborrables, irrepetibles. No quiero aceptar que esos momentos no van a volver. No es negación, es esperanza. Como bien sabés los cinéfilos tenemos esa capacidad asombrosa de filosofar en otra frecuencia, de soñar con cosas que otros no pueden o atreven, así que me permitiré el lujo de pensar que volver a verte, de compartir muchas más travesuras, es un hecho. Es más, dejame concebir un escenario donde te fuiste de Festival, vamos a llamarlo PEA, el más grande y prestigioso de todos, uno como jamás viste; y estás a full, no te dan los ojos para ver tantas pelis, pero tampoco te corre nadie, tenés todo el tiempo del mundo. Ojalá el saldo sea positivo y los laurelitos en los posters no los hayan puesto al pedo; igual siempre vas a saber apreciar el vaso mitad lleno, lo hiciste tanto en la vida como en el arte, ese fue uno de tus mayores talentos. Ojalá estés en tu salsa y feliz, amigo. Cuando termines, chiflá que vamos poniendo la mesa (hace mucho que no como la milanesa de Manolo). Te preguntaría si querés helado, pero sé que la respuesta es que si; aunque ni te consulto los sabores porque Ale igual va a repartir los potes como el culo… obvio. Lo vamos a pasar de primera, como siempre, porque vamos a estar todos juntos de nuevo. Hasta ese día, Paul querido… ansioso por verte y escuchar todo lo que vas a tener para contar…

Te quiere, te extraña, este loco sin remedio pero tu amigo incondicional.

Juan

-Conocí a Pablo hace aproximadamente veinte años. Unos meses atrás me había recibido junto a otros compañeros en la Escuela Superior de Cinematografía con el título de Licenciado en Crítica cinematográfica. En ese tiempo era una carrera nueva y fuimos la primera camada en recibirse. Teníamos que celebrarlo de alguna manera y decidimos crear una página virtual dedicada al cine que se llamó finalmente Cinefreaks.

Al año siguiente la Escuela me propone dar clases como docente en la materia de Cine mudo. Me pareció arriesgado por parte de ellos y una increíble aventura para mí, pero acepté. Al finalizar ese año y como prueba piloto me ofrecen hacerme cargo de la coordinación de un taller online de crítica con alumnos que se inscribían virtualmente. Hay que recordar que por aquellos años no existían ni el Zoom ni nada parecido. Era todo precario y la señal de internet era fluctuante y deficiente. Pero se armó un pequeño grupito entre los cuales estaba Pablo. De inmediato se destacó muy por encima de sus compañeros. Percibí un entusiasmo y una energía especial en él que me sedujo por completo. Recuerdo que el primer trabajo que les pedí fue un ensayo corto sobre algún director que admiraran. Woody Allen fue su elección.

Pablo redactaba como un profesional, manejaba data y argumentaba con astucia y conocimiento. Poco tiempo después y al ver su compromiso y su crecimiento como estudioso del cine, y en un momento donde la página comenzó a crecer y a necesitar más redactores, lo propuse para integrarse al staff de Cinefreaks. Yo sabía de su impedimento físico pero jamás lo puso como algo que pudiera interferir en su rendimiento. ¡Y vaya que no lo fue! Con el tiempo yo me alejé de la conducción del sitio, pero él siguió a rajatabla y se convirtió en unos de sus máximos baluartes. Era tan noble y humilde que cada vez que nos cruzábamos por algo me agradecía la oportunidad que le había dado. Y yo sabía que no era así, simplemente le ofrecí el espacio para que volara y desplegara su talento. Se lo había ganado él solito.

Pablo era un ser adorable, se hacía querer al instante de conocerlo y prueba de esto son los varios amigos “de fierro” que cosechó en estos años. Nunca se victimizó y si tenía sus batallas personales las dejaba a un lado a la hora de compartir un encuentro y era uno más con el cual compartir buenos momentos.

¡Pucha que se lo va a extrañar! Buen viaje Pablito querido, cuerpo frágil pero alma vigorosa…

Omar

-Nunca hubiese querido escribir estas líneas. El mundo es inmensamente injusto. La vida pasa demasiado rápido, cómo decía Lennon, mientras estamos haciendo otros planes. Con el corazón desordenado, la mirada nublada, el gesto incrédulo y el alma dolida despido a mi colega y amigo Pablo Arahuete. Recibí la noticia de su partida cómo esas noticias tristes y amargas, que uno sabe muy bien que, por el resto de la vida, va a recordar donde estaba cuando eso ocurrió. Horas después, revisé mi celular rastreando los últimos intercambios. Queriendo entender. Aún no se asimila. Se te va a extrañar.

Vos decías, querido Pablito, que admirabas mi empuje. El incansable, me llamabas. Yo, avergonzado y empequeñecido ante tu espíritu de león, solo puedo agradecer la enseñanza que me deja haber conocido tu lucha titánica.

Cinéfilos y cinéfilas deberían saber que el pasado 21 de enero partió de nuestro plano uno de los más grandes críticos de cine del país. En el portal Todas las Críticas podrán comprobar su incomparable e indetenible cuerpo de trabajo. Más allá de los números y las estadísticas traducidas, sus críticas y ensayos poseen un vuelo intelectual superlativo. Particularmente, disfruté mucho de leer los escritos de Pablo en Cinefreaks y en El Anartista. Un vuelo sideral. Cantidad más calidad. Una pluma que venero, un cerebro brillante.

Pablo me dio un lugar en su sitio Cinefreaks, allá por 2009, haciendo yo allí mis primeras experiencias como crítico de cine. Esas oportunidades nunca se olvidan. Pude visibilizarme gracias a su generosidad y siempre estuve volviendo, las puertas abiertas de su noble refugio para amantes del cine. Fuiste solidario con tus pares, en lo personal agradezco que tu sitio fue un espacio de difusión cada vez que lanzaba yo un libro sobre cine. Del último que leíste, “100 Directores de Cine”, tuviste unas palabras súper profundas. Creo que sintetizaste el libro mejor de lo que yo hubiera podido. Cuánto talento hay en vos.

Siempre proyectando, intercambiamos pareceres e ideas, dos soñadores somos al fin. Desde “Una Banda Aparte”, un micro sobre bandas sonoras de cine, al revival de clásicos que publicamos en su sitio y de allí a los cursos de cine que yo dictaba y que Pablo, siempre inquieto, se interesaba en participar. Siempre sumando. Su entusiasmo contagia.

No dejamos nunca de hablar. ¿Cómo andas, pibe? Me decía él, con ese cariño que lo caracterizaba.

Nos quisimos y admiramos mutuamente, luego te invité a prologar uno de mis libros de la colección “The End”, me dedicaste unas palabras muy genuinas. Bendición. Luego vino este maldito tiempo que nos aleja aún más. Resignación… Recuerdo aquel deseo tuyo y me apena no haberte correspondido a tiempo. Tu legado encontrará sabio destino. Pero el hecho que me hayas elegido para “eso” ya me llena de orgullo. Estoy en deuda con vos.
Recuerdo aquel recital de Charly que compartimos. Fue también único para mí. García nos une también. Vos estabas feliz. Hay melodías que vienen de allá lejos y siempre te pensaré con ellas en mis auriculares, en silencio ya desde hace días.

Conocí tu sensible veta poética en “Las 40, Los 40”, tu ópera prima como escritor publicado y fruto de tu sacrificio, vos la mía fotográfica en “El Asombro se Parece a una Fotografía”. Me pregunto si te habrá gustado el obsequio… la eternidad es hoy y también lo es tu imaginación, cuando el cuerpo es una prisión y elegimos soñar.

Recuerdo tus palabras en las últimas fiestas, siempre mirando el futuro con esperanza infinita y deseo de bien para el prójimo. Buscabas progresar con tu amada Cinefreaks. Sos colosal. Tu tesón conmueve. Y también me viene a la mente un intercambio que tuvimos, dónde hablamos acerca del oficio de hacer crítica de cine. Dijiste unas palabras que describen, por completo, tu honesta esencia. Sos un ejemplo a seguir.

Naciste el mismo día que Diego, fuiste 10 en todo y un crack de la escritura cinematográfica. La mente siempre inquieta, el pensamiento en acción, una capacidad de análisis monumental. La inteligencia y la pasión al servicio del cine que respiras. A partir desde que te fuiste va a ser imposible ver una película y no pensar que, seguramente, estarás allí, surcando mundos de ficción. Igualmente cierto será que cada vez que escriba una crítica me pregunte: ¿qué diría Pablito? ¿Le habría gustado? Tan alta la vara dejaste.

Antes de que la cámara haga fundido a negro, recuerdo que más o menos para esta fecha, hace tres años, yo había perdido a D, y vos me dejaste saludarlo en tu sitio, al firmar mi primera crítica durante mi tiempo de duelo. Eso, también, pinta de cuerpo entero tu planetaria bondad.

Tanto más por decir… siempre serás un faro a seguir. Ahora sí, en la pantalla se ven los créditos, esos que nos emocionan una y otra vez, mientras repasamos en nuestra mente la película recién vista. Hay nombres propios que no queremos que nos abandonen jamás. El cine y todos quienes te queremos te despedimos con letras enormes:

Pablo Arahuete (1974-2022): magnífico escritor, esencial crítico cinematográfico, alma en búsqueda incesante y campeón de la vida.

¡Buen vuelo al infinito!

Mi más sentido pésame a todos sus seres queridos. Te abrazo con gran cariño, a tu memoria y deseando que descanses en paz, P.E.A.

Maxi

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