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domingo, 28 abril 2024
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Especial James Bond #8: Las chicas de 007 (primera parte)

Por Alan Prince

A lo largo de los años vimos como James Bond evolucionaba: con cada cambio de actor la historia modificaba de tono, pero también teníamos una fórmula bien definida: paisajes exóticos, villanos excéntricos y sobre todo mujeres hermosas, mejor conocidas como Chicas Bond.

Las chicas acompañaban al agente, no importaba si eran aliadas, villanas o alguna debía morir, siempre estaban ahí para disputarse el corazón del 007. Al igual que el agente del MI6, su presencia evolucionó a un nivel mayor que el propio Bond. De figuritas a personajes con un enorme peso argumental, llegando incluso a hacer temblar el protagónico del 007.

La etapa de Connery: con el estreno del Dr. No en 1962 tuvimos el debut de Ursula Andress en la piel de Honey Ryder, desfilando en traje de baño; esa breve escena se convertiría en un clásico de la saga de Bond. Siendo una regla aparecer en ropa interior y tener nombres llamativos, muchas veces con connotaciones sexuales.

Este hecho venía de la mano que el Bond de Connery era el clásico macho alfa: las mujeres lo necesitaban a él para resolver sus problemas y parecía que tener relaciones era una forma de pago. No por nada hoy es objeto de crítica, pero también hay que tomar en cuenta el tiempo en el que se estrenó.

Sin embargo, también teníamos a Sylvia Trench (Eunice Gayson), un personaje que se concibió como la novia oficial del 007, siendo una de las pocas en aparecer en la siguiente entrega: De Rusia con amor, una idea que se abandonó y que Bond seguiría sin sentar cabeza en esta etapa.

En aquella entrega tuvimos a Tatiana Romanova (Daniela Bianchi), una agente rusa que se convertiría en aliada y amante de Bond, de gran potencial pero con una ejecución pobre. Algo que pasó también con Pussy Galore (Honor Blackman), un personaje arriesgado por el hecho de ser lesbiana en las novelas. En la película apenas se insinuó esto, aunque no se salvó de que Bond lograra seducirla para realzar su masculinidad.

Sin lugar a dudas, Jill Materson (Shirley Eaton) en Goldfinger fue una de las más memorables de esta etapa al posar pintada de dorado sobre una cama, una imagen que quedaría inmortalizada, incluso sería replicada en la agente Fields (Gemma Arterton) en Quantum of solace.

Cabe destacar que en otros ámbitos la cosa iba igual, incluso en el Superagente 86, la afamada parodia de Bond, teníamos a la 99 (Barbara Feldon), era eficiente, dueña de una gran belleza, con clase pero siempre atada al inepto 86. Hechizada o Mi bella genio seguían la misma línea, no importaba cuánto poder tendrían, la presencia masculina cambiaría.

La serie de Los vengadores equiparaba ello, y de ahí Diana Rigg fue convocada para formar parte de la próxima cinta de Bond: Al servicio secreto de su majestad, que contaba con un ignoto George Lazenby como el héroe con licencia para matar.

Esta entrega requería de estrellas de renombre, un gran avance en el rol de la chica Bond, que hasta entonces no requería de grandes dotes actorales y en muchos casos representaba el debut actoral de modelos. La tarea era sencilla: mostrarse por unos segundos, seducir al agente o morir de forma absurda muchas veces.

En la piel de Teresa “Tracy” Di Vicenzo, Rigg encarnó a un personaje que equiparaba el protagónico del nuevo Bond que, dicho sea de paso, con el cambio de actor, también se buscó darle personalidad y evitar que fuera una imitación de Connery.

Tracy no solo tenía destreza, era inteligente, elegante y atractiva, sino también que se convertiría en un personaje que haría dudar a Bond sobre su carrera como espía, llegando al altar y teniendo un final trágico. Un hecho que no se repetiría hasta años más tarde.

De la promiscuidad a la monogamia

Con la marcha polémica de George Lazenby y el breve regreso de Connery, para una entrega más por compromiso, con Los diamantes son eternos nos encontramos con una de las entregas más débiles en el que las chicas Bond fueron introducidas solo para cubrir su cuota de féminas ligeras de ropa.

La llegada de Roger Moore no sólo trajo la titánica tarea de adaptarse cuan moda surja, sino también que el tono humorístico generaba expectativa en el rol de la chica Bond, cada vez más codiciado, representando para las actrices un enorme prestigio que les abriría puertas para otras producciones.

En Vivir y dejar morir, junto a la Blaxploitation tuvimos a Rosie Carver (Gloria Hendry) siendo inusual que Bond tuviera una amante de color, un hecho que a la fecha tampoco es muy común. Incluso en lo personal, en varias producciones se empareja a los de color sin animarse a una mayor diversidad. Por otro lado, tuvimos a la psíquica Solitaria (Jane Seymour), una chica Bond atípica que optó por no mostrarse sexualizada como había pasado antes.

Durante la década del 70 Roger Moore introdujo mayor humor a su 007, pero también una mayor capacidad de seducción -coincidamos que su etapa fue la más inconsistente en materia de críticas-, aunque las Chicas Bond solían destacarse más durante este período.

Si con Carver y Solitaria tuvimos cambios positivos, Anya Amasova, la agente XXX (Barbara Bach) tuvo un rol destacado en La espía que me amó. No sólo en Bond teníamos un mayor peso en las mujeres, con Los Ángeles de Charlie o La mujer biónica, veíamos que sus protagonistas eran más que una cara bonita, capaces de repartir patadas.

Sin lugar a dudas, Melina Havelock (Carole Bouquet) en Sólo para sus ojos, un personaje con vuelo propio, fue el reflejo de la evolución en las chicas Bond: si bien sus motivaciones eran vengarse de quienes mataron a su familia no recurría al 007 para que la salve, sino que se aliaban por un objetivo común, desafiando también el rol de la damisela en apuros. Esta entrega se vio envuelta en la polémica cuando se reveló que Caroline Cossey, una extra catalogada como chica Bond, era transexual.

Una noticia que causó revuelo en el mundo de Bond, pero también hizo historia.

Luego tuvimos a Bibi Dhal (Lynn Holly-Johnson), quien se convirtió en la única chica que Bond rechazó debido a la diferencia de edad entre los actores -Moore contaba con casi 50 años sobre los 16 de la actriz-. Con ello también tendríamos un momento bisagra, Moore envejecía pero no podían hacer lo mismo con las chicas Bond; en cambio se les daría un poco más de desarrollo a los personajes femeninos.

Octopussy fue por lejos una de las más beneficiadas: Maud Adams, quien ya había aparecido en El hombre de la pistola de oro, había tenido un breve rol. Su amistad con Moore la hizo regresar y la química que tenían era magnifica. Con 38 años, la actriz no tenía problemas en compartir momentos románticos con Moore. De ser la villana inicial (cuya importancia se traslada incluso al título) su personaje devino en aliado y brindó grandes escenas de acción.

007 en la mira de los asesinos aportó a May Day (Grace Jones), Stacey Sutton (Tanya Roberts, ex Ángel de Charlie) y Pola Ivanova (Fiona Fullerton) fueron personajes que, con la despedida de Moore y enorme potencial, resultaron desaprovechados.

Con Timothy Dalton, el humor se dejó de lado para centrarse en la acción. Sumado a la aparición del SIDA y buscando personalidad propia, el Bond promiscuo había terminado. El Bond de Dalton no tenía la desesperación de Moore por estar con una chica.

Esto ayudó a construir mejor sus relaciones y reducir drásticamente las chicas Bond que solían ser tres principales por filme. En cuanto a interacciones, el Bond de Dalton las veía como alguien útiles, ya no como objeto sexual, aunque si la situación se daba accedía.

En la etapa Dalton, tuvimos a Caroline Bliss, la nueva Moneypenny, en reemplazo de Lois Maxwell que la había interpretado en los filmes previos. Si bien la versión de Maxwell era más una colega que un interés amoroso, su nueva versión aprovechando que era una actriz más joven sirvió para coquetear con este nuevo Bond.

Por otro lado, Kara Milovi (Maryam d’Abo) -una agente de la KGB- es otro de los personajes con enorme peso. Para su secuela, tuvimos a Lupe Lamora (Talisa Soto), la primera chica Bond latina, producto de una trama ambientada en México. En mi opinión, en esta entrega que el agente terminara con la chica me pareció forzado debido al enfoque de acción predominante.

Con el prematuro final de Dalton con la saga de Bond y con el agente en un letargo de seis años, ahora el próximo agente y enfoque estaba más cerca de lo que imaginaban…

Las chicas Bond regresarán

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