Por Alan Prince
Agente secreto, villanos con características peculiares, mujeres atractivas y gadgets tecnológicos, más de uno asocia aquellos elementos con James Bond inevitablemente.
En un mercado en el que una fórmula funciona, es común que sus competidores quieran colgarse del éxito, replicando la fórmula en muchos casos, aunque también está la parodia: este subgénero de la comedia que más allá de hacernos reír con sus características exageradas también nos brinda por medio de la risa intentos osados que buscan la identidad propia sobre las bases de un producto existente.
Bond no fue la excepción y desde su lanzamiento en 1962 tuvimos numerosos clones, en todas sus formas, desde parodias u homenajes hasta películas o series que tomaron la premisa para tomar identidad.
El súper agente 86 es una de las parodias más destacadas, no sólo jugando con la dinámica entre MI6 y S.P.E.C.T.R.E cambiándolas por C.O.N.T.R.O.L y K.A.O.S en la comedia de Maxwell Smart, sino también exagerando sus artilugios desde el memorable zapatófono (un precursor de los celulares} hasta el ineficaz cono del silencio, dejando a Q desde un genio absoluto hasta el más inepto de los inventores.
Pero sin duda, uno de los elementos que tomaría vuelo propio fue el personaje de la 99 que no sólo era una chica Bond a simple vista, sino también uno de los primeros intentos en los medios para la igualdad de género que hoy por hoy estamos teniendo.
Resulta difícil imaginar al 86 sin su 99, que siempre estaba ahí para salvarlo, pero también es difícil al revés, ese complemento y tensión sexual era uno de los elementos que se había ganado por derecho propio que sumado a su casamiento e hijos terminaron por hundir la serie en un camino irreversible que ni las secuelas o especiales pudieron devolverle la gloria.
Y si hablamos de mujeres en el rol titular, Fathom, estrenada en 1967 y protagonizada por Raquel Welch, se sumaría a la ola de espías mujeres que llegaría a las salas junto a Caprice (1967) y Come Spy with me (1967), las tres propuestas por medio de la comedia mostraban algo innovador, pero también reflejaron sobre lo que significaba una mujer atractiva protagonista: personajes vacíos que solo estaban para ser salvadas y mostrarse en bikini.
Si sumamos clones, no podemos soslayar las entregas de Matt Helm protagonizadas por Dean Martin, basadas en las novelas homónimas. La primera entrega contaba con el espía titular buscando evitar la destrucción de New York por medio de un artilugio poderoso. Si algo hay que destacar era que sus compañeras tenían un mejor trato en la pantalla además de la continuidad entre cada historia, algo que recién veríamos en el 007 durante la era de Craig. En contramano a las novelas, lo cual lo hizo más llevadero, por lo que tuvimos un total de cuatro películas. En 1975 se estrenó una serie (protagonizada por Anthony Franciosa), pero no logró la misma difusión de los filmes.
Como dije antes si las parodias funcionaban eran también porque desde el humor retrataban las falencias del 007. Si algo caracterizó la década del 60 fue el trato con las mujeres. Por un lado, con agrupaciones feministas buscando igualdad tuvimos como respuesta el filme de James Coburn en la piel de Derek Flint en Our man Flint (1965) y su secuela In like Flint (1967) un agente con capacidades exageradas que todo le salía bien, pero contrario al 007 de ese entonces Flint era respetuoso con las mujeres, pero irónicamente en la trama debía enfrentarse a una agrupación feminista. Una ironía que afectó la repercusión del filme.
Así como se reflejaba la inclusión fluctuante de las mujeres, también se era consciente que resultaban una perdición y la película protagonizada por Vincent Price fue la respuesta de ello: Dr. Goldfoot and the Bikini Machine (1965) y una secuela especial el mismo año retrataban las aventuras del Dr. Goldfoot que construía robots en forma de mujeres atractivas que mediante la seducción atraían a hombres corruptos. Una fórmula que tuvo cierta llegada al público, pero llegando a la modernidad recibimos una lluvia de propuestas de espías que se limitaban a tocar el tema de agentes secretos. Es momento de mencionar al inefable Austin Powers.
Protagonizada por Mike Myers, fue para el cine lo que el Súper agente 86 para la TV, un éxito de enorme masividad, que tuvo dos filmes más durante finales de los 90s. Por sobre personajes como Mini Me o Dr. Evil, destaco la revelación final que repercutiría y fue uno de los elementos fundamentales en Skyfall (2012).
Johnny English, protagonizada por Rowan Atkinson, que más allá de ser recordado como Mr. Bean también había actuado en Nunca digas nunca jamás (1983), una de Bond no oficial y la última intervención de Sean Connery en su emblemático rol. En esta parodia de espías, tuvimos la contracara de Austin Powers, no sólo volviendo a Gran Bretaña, sino desde su vestuario en contraste del colorido (en homenaje a los 60, claro) de Powers, que parecía parodiar más la era Moore. English tuvo también dos secuelas, llegando a completar una trilogía en 2018.
Cada clon se encargó de resaltar un aspecto del 007, sea sátiro o mejorándolo en muchos casos… ahora, ¿qué decían a todo esto tanto los productores como los Bond de turno?
EON Productions y los clones
Podríamos afirmar que la saga de Moore se parodió a sí misma, pero una cosa es autoparodiarse y otra es que lo hagan otros; en respuesta a ello, Harry Saltzman puso manos a la obra para contrarrestar esas risas y buscar identidad propia con un clon “avalado” por la serie madre, de esta forma surge Harry Palmer, basado en las novelas homónimas de Len Deighton, siendo la primera estrenada en 1965 y dos secuelas más (destacando la primera dirigida por Guy Halmilton) hasta 1967.
Protagonizada por Michael Caine, las películas de Palmer distaban de Bond, comenzando con el tono serio y sin vueltas que el 007 tenía, acercándose a una mayor precisión sobre el trabajo de un espía.
Palmer no sólo marcó como diferencia su nombre (en las novelas nunca se sabía) sino también que tuvo una mayor repercusión, llegando a tener dos entregas más a mediados de los 90 co-protagonizando con Jason Connery, hijo de Sean Connery. La saga de Palmer también tuvo una adaptación en forma de serie este año, además de llegar a Austin Powers (con Michael Caine como el padre del personaje y con parodias de por medio).
Si hablamos de Sean Connery, no podemos obviar la parodia protagonizada por su hermano Neil titulada O.K. Connery en 1967 en medio de la renuncia de su hermano en el rol del 007.La parodia, no sólo fue una historia de espías más sino que también contó con estrellas como Bernard Lee (M), Lois Maxwell (Moneypenny) y Daniela Bianchi (Tatiana Romanova) riéndose de sí mismos.
Si contamos con experiencias de otros Bond, Roger Moore prestó la voz para el personaje del gato Lazenby (un claro homenaje al 007 australiano) en la película Como perros y gatos: la venganza de Kitty Galore (apellido tomado de la chica Bond de Goldfinger).
Ni Dalton con su seriedad como Bond se negó a parodiarse en Looney Tunes: back in action (2003) y Brosnan alguna vez confesó que su inspiración para su Bond había sido Derek Flint.
Si bien el actor que había iniciado su carrera con Goldeneye no tuvo gran participación en parodias, sí lo había hecho en otros medios derivados de la franquicia como prestarle la voz en videojuegos. Aunque también participó en The Tailor of Panama (2001) una historia de espías basada en el libro de John le Carré.
Por otro lado, Daniel Craig había participado como Bond en una publicidad de Heineken, además de homenajearlo en Star Wars como un Stormtrooper, además de parodiarlo en Saturday Night Live en 2012 en el marco de los 50 años del 007.
Desde su primer filme Bond logró una gran repercusión que generó numerosos clones y parodias con secuelas incluidas. Definitivamente un gran legado, pero ¿qué hay de su futuro?
El final está cerca…
