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lunes, 29 abril 2024
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Especial James Bond #5: Regreso a las fuentes con un 007 menos glamoroso

Por Alan Prince

Se aproximaba el 25° aniversario de 007 y en EON Productions, ahora a cargo de Barbara Broccoli, estaban en plena búsqueda de un nuevo actor que vistiera el smoking, tomara Vesper (vodka con Martini sin agitar) y espetara la icónica frase: “Bond, James Bond”.

Con la partida de Roger Moore, surgieron candidatos como Christopher Lampert, Mel Gibson, Pierce Brosnan, Sam Neill y Timothy Dalton para sucederlo.

La lista había quedado reducida a Brosnan, Neill y Dalton. Incluso Gibson había sido rechazado por su baja estatura (1.77, contra la mayoría que superaba el metro 80).

Brosnan no era un nombre nuevo, en Octopussy y Nunca digas nunca jamás estuvo en la lista de candidatos, pero su contrato con la serie de TV Remington Steele había comprometido sus planes.

El apolíneo actor estaba listo para portar el traje: Remington Steele iba a ser cancelada, pero cuando se corrió la noticia de que sería el nuevo Bond, los ratings explotaron y el programa tuvo un envión inesperado que propició la preparación de nuevos episodios.

Broccoli no quería que la imagen del nuevo Bond estuviera asociada a una serie de TV y entonces el foco pasó a Sam Neill.

Pese al entusiasmo de Barbara, a Albert no lo convencía la elección, aunque a decir verdad tampoco estaba seguro de Dalton, quien de los dos eran el menos peor.

Dalton, la elección profética de Fleming

Si bien, Ian Fleming había concebido a Bond a imagen y semejanza del cantante de jazz Hoaggy Carmichael, sus bocetos lo retrataban similar a Dalton, pese a que el actor para ese entonces era un niño.

No obstante, Dalton había forjado una vasta experiencia en el cine y teatro, una gran diferencia con sus predecesores que contaban con un currículum menor en cine. Ese bagaje personal le daba inseguridad a Albert Broccoli, pero por otro lado no tenía dudas de que podría hacer un gran trabajo.

Hilando fino, no era el primer encuentro con el actor ya que cuando Connery se había alejado de Bond por primera vez, Dalton había sido convocado para participar de Al servicio secreto de Su Majestad. En esa oportunidad el actor sorpresivamente rechazó el rol dado que tenía apenas 25 años y se consideraba demasiado joven.

Luego la otra oportunidad había sido Octopussy, pero Dalton volvió a rechazarlo porque el guion no le parecía adecuado. De hecho, estaba indignado porque su 007 estaba siendo maltratado en las diversas adaptaciones fílmicas.

Dalton era un fan declarado de Bond y no estaba contento con el tono de los últimos filmes que eran más familiares. Ver los errores de las encarnaciones previas le ayudó a componer y darle dimensiones a su Bond.

John Glen, director de las últimas entregas, y Broccoli coincidieron con Dalton que debían volver a las fuentes. Y así fue.

Su nombre es Dalton

The living daylights (007: su nombre es peligro, 1987) tomaba el título de uno de los libros de Fleming titulado “Ocopussy y The living daylights”, que presentaba dos historias diferentes.

Con una escena inicial cruda, el 007 vistiendo un traje militar y una gran persecución, Dalton tenía la difícil tarea de agradarle al público, lavar la imagen del Bond chistoso y mujeriego, para darle paso a un Bond mucho más frío y serio.

Ese era el tono del filme, que dejaba atrás el tono colorido de la era Moore para darnos una historia mucho más realista donde los villanos ya no eran millonarios aburridos, sino que iban de ex espías a traficantes de armas.

Dalton se había encargado de corregir los aspectos de Bond, dándole su identidad propia. Su versión se la notaba incómoda, estaba en piloto automático y sólo cumplía con su trabajo.

Robert Brown (M) y Desmond Llewelyn (Q) eran los actores que se mantenían de la saga original. Caroline Bliss fue la encargada de ser la nueva Moneypenny; si bien Lois Maxwell quería regresar, por exigencias del guión donde su personaje y el 007 coqueteaban, debieron recurrir a una actriz más joven y evitar así la incomodidad que tuvo Moore con las chicas Bond.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con respecto a los romances, este Bond estaba en las antípodas de Moore: no sólo veía a las mujeres como aliadas, sino que también era más bien monógamo. Una decisión que no sólo se vio influenciada por el tono del filme sino también por los tiempos que corrían ya que, con el virus del SIDA en la tapa de los principales medios del mundo, los productores no querían que Bond quedara en el centro de una polémica por promover la promiscuidad.

007: su nombre es peligro significó un enorme éxito para Bond, el público había aceptado a Dalton y Broccoli no tardó en anunciar una nueva película.

                   Maryam d’Abo y Timothy Dalton en 007: su nombre es peligro (1987)

Sin embargo, pese a que la acción iba a transcurrir en China, Licencia para matar, la siguiente entrega que llegaría a los cines en 1989, se vio afectada por la situación financiera de MGM siendo que los 30 millones que saldría aquella persecución, ahora se convertiría en el presupuesto de la película en sí.

En esta oportunidad e influenciada por el éxito de Miami Vice, Bond debía enfrentarse a unos narcotraficantes luego que sabotearan la boda de su amigo Félix y mataran a su esposa.

Licencia para matar (1989) contó nuevamente con la dirección de Glen que impulsó a Dalton (que incluso le ponía el cuerpo a las escenas de riesgo) a filmar la escena final en La Rumorosa, uno de los caminos más peligrosos de México.

En la historia Bond no tenía una misión por cumplir, sino que se trataba de una venganza personal, ya no tenía el apoyo de la MI6 y nos brindó una de las entregas más sanguinarias de la saga.

Lamentablemente, con el estreno de Licencia para matar tuvimos también una avalancha de estrenos como Batman y Arma Mortal 2 que eclipsaron al filme aunque no estuvo exento de que se le criticara el nivel de violencia.

Aun así, tanto Dalton como Broccoli planeaban hacer “Goldeneye”, pero los problemas de la MGM dejaron al 007 congelado.

Dalton, el Andrew Garfield de los Bond

Mucho se habló en su momento de Dalton que, si bien era fan de Bond, fue totalmente infravalorado durante años. Esta situación me recuerda a la de Andrew Garfield como Spider-Man.

Ambos tenían un enorme potencial, ambos eran fans confesos de sus personajes y ambos tuvieron dos películas en solitario con una saga en proyecto.

Ok, Andrew Garfield tuvo su redención en No way home, pero no fue suficiente. Mientras que Dalton con el tiempo y futuras encarnaciones tendría la suya también.

Por desgracia para sus seguidores, el actor no quería repetir la imagen penosa de un avejentado Roger Moore y en 1993 su contrato como Bond había finalizado. Por su parte, Broccoli no estaba seguro de continuar con la saga.

Dalton junto a la bella Carey Lowell y al legendario Q de Desmond Llewelyn en Licencia para matar (1989)

Si Connery fue el cerebro de Bond, Lazenby había llegado para recordarnos que Bond también era humano, que podía sentir emociones, enamorarse, sufrir. Pero entonces llegó Moore para mostrarnos que el agente también podía ser encantador a su manera; Dalton arribó no para borrar lo anterior, sino también para recordarnos que pese a las cualidades alegres Bond también era un espía, un asesino con licencia, y que si lastimaban a los suyos él estaba dispuesto a violar la ley con tal de hacer justicia.

Dalton fue un actor que leía los libros de Bond durante el rodaje, que participaba en la producción (incluso pidió el cambio de actor de Félix luego de una película porque no había química entre ellos) y que también le puso el cuerpo sin dobles (algo por lo que Tom Cruise es hoy famoso).

Con Dalton afuera de la franquicia, la clásica pregunta de quién sería el próximo Bond parecía ser desplazada por una más acuciante: ¿volveremos a ver a 007 en la gran pantalla?

James Bond regresará…

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