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domingo, 28 abril 2024
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Especial James Bond #3: El australiano que rechazó a 007

Por Alan Prince

Para mediados de los ’60, Bond ya era un ícono mundial gracias a la interpretación de Sean Connery, cuya imagen quedaría inmediatamente asociada al 007. Como efecto colateral, el impacto cultural del personaje dio origen a otras series de espías como El agente de CIPOL, Los vengadores, Misión: Imposible e incontables apariciones en todo ámbito animado y parodias, siendo Super Agente 86 una de las series más memorables.

Pero mientras aquellos productos gozaban de una enorme popularidad gracias a Bond, su material de origen estaba en crisis por la partida de su protagonista.

James Bond y el síndrome de Darrin

Recontratar a Connery a esas alturas era imposible y el actor escocés había sido claro con que no quería volver a ponerse el smoking, por lo que la incertidumbre en el público era enorme. Sus productores temían lo que podía ocurrir, cómo impactaría la llegada de un nuevo actor entre los fans.

Si hacemos memoria, otro ícono británico, Doctor Who, había pasado por lo mismo luego de su cuarta temporada cuando su protagonista, William Hartnell, había decidido no continuar con la serie por lo que se ideó a partir de ello que cada vez que el protagonista estaba cerca de la muerte cambiaría de aspecto (explicando así el cambio a Patrick Troughton, su siguiente intérprete), un recurso que se volvería algo tradicional a través de los años. Funcionó, sí, dentro del ámbito de la ciencia ficción, pero en el caso de Bond no podían copiar ese recurso.

¿Una cirugía plástica?, ¿reiniciar la historia? Eran dos opciones posibles. El cambio de intérprete sin justificación alguna tendría notoriedad en la televisión cuando Dick York debió abandonar su protagónico en Hechizada y fue sustituido por Dick Sargent. En ese caso no se planteó ningún tipo de explicación; de hecho, se continuó con el mismo personaje (aunque con diferente rostro) como si nada hubiese ocurrido. Desde ese momento surgió el llamado “síndrome Darrin”.

Tanto Harry Saltzman como Albert R. Broccoli entendieron que, pese a la magnífica interpretación de Connery, Bond podía ser eterno… los actores no. Así como Tarzán ya gozaba de continuas adaptaciones, con varios intérpretes, pusieron manos a la obra para buscar un nuevo actor y que aporte lo suyo.

Lazenby, George Lazenby

Nacido en Australia en 1939, George Lazenby había tenido un problema en sus riñones, lo cual le impedía expulsar la orina, pero tras su operación el joven no tendría mucho tiempo de vida o al menos era lo que pensaba.

Lazenby vivió la vida, mujeres, alcohol, fiestas, el joven que se desempeñaba como vendedor de autos usados se convertiría en modelo publicitario gracias a un cazatalentos que había quedado impactado por su figura de 1,88.

Habiendo participado en una célebre publicidad de chocolates Fry, Lazenby había tomado notoriedad en los medios.

Con ello, el modelo quería incrementar su fama, por lo que el siguiente paso era el cine.

Habiendo tenido su primer contacto con James Bond durante una proyección del Dr. No, Lazenby ansiaba ese papel del hombre que tanto lo identificaba: alto, apuesto, mujeriego, todo lo tenía. No era el primer hombre que lo vería como una figura a aspirar, pero Lazenby pasó días y noches pensando en ello.

No fue casualidad que se mudara a Inglaterra y buscara emular a Sean Connery, con su mismo corte de pelo e incluso su mismo traje (una anécdota que contó Lazenby en su documental Becoming Bond, 2017) que lo copió con descaro para lucir como él.

Un casting que incluía a figuras como Terrence Stamp e incluso Burt Reynolds o Robert Redford, abría la búsqueda del próximo 007, por lo cual ya no interesaba que el intérprete fuera británico.

Pero Lazenby fue mucho más allá: habiendo utilizado su capacidad de relacionarse, llegó al casting, se coló entre los candidatos y declaró ante Saltzman y Broccoli que su publicidad de chocolates no era su único trabajo, sino que además tenía otros proyectos cinematográficos alrededor del mundo.

El currículum de Lazenby había impresionado al dúo detrás de Bond, por lo que el siguiente paso era entrevistarse con su director, Peter R. Hunt, quien se había desempeñado como editor en los filmes previos y había sido ascendido como máximo responsable de la siguiente aventura de 007 sucediendo en ese rol a los veteranos Terence Young, Guy Hamilton y Lewis Gilbert.

Los nervios invadieron a Lazenby, el modelo que había engañado a Salzman y Broccoli, estaba a un paso de obtener el papel más codiciado por cualquier actor, pero ¿lo obtendría?

Su encuentro con Hunt lo impulsó a confesarlo todo: ningún trabajo era cierto, sólo la publicidad de chocolates. Hunt se quedó impactado, pero finalmente se echó a reír: Lazenby no solo había engañado a los tipos más inteligentes, según Hunt, sino también había montado un operativo para hacerse con el rol. Definitivamente era el nuevo Bond.

Esto al otro no le pasaba

La novela a adaptar sería “Al servicio secreto de su majestad”, novela 11 de Ian Fleming. Además de Hunt, Lazenby estaría rodeado de los mismos actores de la saga: M (Bernard Lee), el histórico Q (Desmond Llewelyn) y Moneypenny (Lois Maxwell), y se sumaría la seductora Diana Rigg (como la condesa Teresa “Tracy” Di Vicenzo) famosa por protagonizar la serie Los Vengadores.

Lazenby estaba viviendo el sueño interpretando a Bond en una novela que previamente se había planteado adaptar. Pero pronto el australiano también pagó el precio de Bond: se había sometido a un riguroso entrenamiento de destreza que incluía nadar, pelear con dobles y montar caballos, pero tanto Broccoli como Saltzman escondían una duda sobre su perfección, más al grano, su sexualidad.

Los productores, un tanto extremistas coincidamos, le enviaron una prostituta a Lazenby que al superar todas las pruebas se hizo de un contrato millonario por siete entregas más.

Al servicio de su majestad fue perfecta para introducir una nueva faceta de Bond, mucho más humana que la de Connery. El reflejo del entrenamiento de Lazenby había dado sus frutos en la película, así como también se ve a un Bond mucho más expresivo.

Algunos rumores indican que durante el rodaje de la película Lazenby recibió el tratamiento que se le dispensa a un doble de riesgo cuando en rigor se trataba del protagonista de una franquicia que era furor en el mundo. Dicen, incluso, que Hunt le daba órdenes a través de sus asistentes para “darle esa sensación de hombre solitario”. Vemos eso, así como también a un Bond enamorado (de la condesa). A contramano de los filmes donde el agente tenía un final feliz, parecía que veríamos una faceta de un Bond felizmente casado, lejos de la MI6, pero no.

Hunt respetó que pase lo que pase, Bond sería un hombre solitario y tomó un giro sorprendente al matar a la reciente esposa de Bond en el último minuto, dejándolo devastado.

Una escena cruda que caracterizó Al servicio secreto de su majestad y hasta la fecha es una de las más impactantes de la saga del 007.

Al servicio de Broccoli/Saltzman

El filme tuvo criticas mixtas sobre el desempeño de Lazenby, pero al igual que el filme mencionado tendríamos un giro inesperado: el actor, de sólo 29 años al momento del rodaje convirtiéndose así en el más joven en encarnar a 007, rechazó a Bond.

Aquel título había inundado los medios rápidamente, ¿pero qué clase de persona rechazaría semejante propuesta?

Una decisión que se vio influenciada por su manager, el empresario musical Ronan O’Rahilly, famoso por promulgar la paz, quien aconsejó a Lazenby que si quería ser una estrella debía quitarse de encima a Bond, por lo que durante la premiere el australiano estuvo en el ojo público por haber aparecido desalineado a contrapelo de su personaje.

El modelo devenido en actor que había amado ser Bond, luego pasó al otro extremo considerándolo alguien que fomentaba la guerra. Ni Hunt ni Rigg pudieron convencerlo de quedarse.

Lo que le deparó el destino a Lazenby luego de rechazar a 007 no sólo fue estar en la lista negra de Hollywood, sino también participar en proyectos que apenas le dieron difusión: Universal Soldier (1971), incluso voló a Hong Kong para filmar con Bruce Lee, pero previo al encuentro el artista marcial murió inesperadamente, por lo que en cambio participó en películas como Stoner (1974) o The man from Hong Kong (1975), pero jamás logró la repercusión que hubiese tenido con el 007.

Aunque Lazenby lo homenajeó con un personaje de iniciales JB en el filme de televisión The Return of the Man from U.N.C.L.E.: The Fifteen Years Later Affair, en 1983.

Hoy, ya octogenario, disfruta de su vida en familia y de su negocio inmobiliario que pudo llevar a cabo gracias a sus trabajos como actor. Hasta la fecha no se arrepiente de rechazar a Bond, alegando que de no mediar esta decisión tal vez no tendría la familia que hoy tiene.

Con el rol de Bond de nuevo vacante, Sean Connery volvería a escena al ser tentado a retomar al 007.

Los Diamantes son eternos (1971), la cuarta novela de Bond, pudo haber sido interpretada por John Gavin, pero esta elección de casting del intérprete estadounidense no le cerró al presidente de United Artists, David Picker, que apostó a lo seguro con Connery a quien le prometió una suba importante de salario, un conflicto que lo había alejado del rol aunque no fuera el único motivo.

A regañadientes, Connery trabajó en el filme dirigido por Guy Hamilton que buscaba replicar el éxito de Goldfinger, pero a su vez también borrar el Bond anterior, así como actualizar la interpretación de Connery.

¿El resultado? Un filme que comenzó a tener momentos de comedia absurdos que nada tenía que ver con el 007, volviéndolo un payaso. Este recurso se haría presente en el futuro con las siguientes entregas.

El actor años más tarde declaró que hubiese preferido hacer Al servicio secreto de su majestad antes que la séptima entrega de Bond que resultó una decepción en líneas generales. Lo que parecía la despedida definitiva de Connery como Bond luego tendría una rentrée inesperada en los ‘80s. Pero es es otra historia…

James Bond regresará…

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